Elección presidencial

Milei hoy no es el problema

Por Lucas Villasenin
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La incertidumbre predomina en el escenario de tercios electorales. ¿Qué hacer para derrotar a Milei? Es la gran pregunta de las fuerzas democráticas.

El 30% de los votos que obtuvo el candidato de La Libertad Avanza en las PASO dio lugar a una serie de novedades en el sistema político pero en lugar de haber conclusiones tajantes sobre qué expresa con el fenómeno libertario es urgente entender dónde están los votos que podrían evitar que llegue a la presidencia. Para ser claros: una cuestión es entender qué representa su liderazgo y otra cómo es posible derrotarlo en estas elecciones en tanto amenaza para la democracia.

Tal como señalaba el celebre libro de George Lakoff es inevitable pensar en un elefante cuando nos dicen “no pienses en un elefante”. Y sí, va a ser difícil sacarse de la cabeza a Milei por mucho tiempo en la política argentina incluso sin nombrarlo. Por eso si decimos que hoy el problema no es Milei no apelamos a que su referencia no es una verdadera amenaza para la democracia sino a que el desafío de derrotarlo en octubre o noviembre no pasa principalmente por focalizar en él, sus propuestas o sus votantes.

Siguiendo con los consejos del lingüista norteamericano es preciso sostener que el solo nombrarlo abre en las mentes una serie de referencias y marcos conceptuales. En este contexto de crisis política al que se llega luego de dos gobiernos que atravesaron crisis económicas y sociales serias Milei puede incluir una multiplicidad de conceptos inabarcables que van desde el miedo a la esperanza, desde la libertad al autoritarismo o desde la vuelta a un pasado oscuro a un prospero futuro. Puede ser entendido desde un fenómenos anclado en la tradición antipopulista argentina o en un “populismo de la libertad”. Milei es una unidad focal que tiene el riesgo de olvidar otras cuestiones más importantes.

El riesgo que se corre en focalizar el esfuerzo mental en analizar el fenómeno Milei actualmente está directamente ligado a la urgencia electoral. Su vigencia en la política argentina no es una foto circunstancial y claramente responde a profundos fenómenos sociológicos e ideológicos que operaron el país durante los últimos años. Analizarlo seriamente supone asumir que su derrota estratégica o superación está lejos de ser una cuestión electoral y mucho menos de ser posible en apenas 60 días.

Sería de una ingenuidad asumir que los votos necesarios para derrotarlo en el proceso electoral van a llegar por una sustantiva migración de sus votos más aún teniendo un escenario electoral sumamente abierto. El problema “hoy” sería realmente Milei si hace una semana hubiera sacado una cantidad de votos que harían imposible revertir el escenario o será el día de mañana si llega a convertirse en presidente.

La crisis del sistema político en números

Las dos grandes novedades para el sistema político son el escenario de tercios y un aumento sostenido de quienes no eligen a ningún candidato. Son dos fenómenos directamente vinculados y que tuvieron su precuela en las elecciones legislativas de 2021. Tal como muestran los datos del resultado provisorio se proyecta que más de 12.200.000 no eligieron a ningún candidato (ver anexo de datos abajo).

Otro dato significativo es el del gran caudal de votos que obtuvieron dos candidatos que plantean una abierta ruptura con la dirigencia política tradicional como Javier Milei y Juan Grabois. Ambos fenómenos disruptivos de la política nacional que expresan un rechazo con los últimos dos gobiernos de acuerdo a la proyección del resultado provisorio alcanzarían una suma que supera los 8.700.000 votos.

Si se suma la cantidad de gente que no eligió a ningún candidato con los votos de Milei y Grabois llegamos a un universo aproximado de 21 millones de votos. Esta suma alcanza al 59,2% del padrón habilitado para votar. Referentes de la política tradicional como Massa, Bullrich o Larreta que prepararon sus candidaturas a la presidencia hace años estuvieron demasiado lejos de sintonizar con la mayoría de los votantes y por eso fueron los principales derrotados del 13A.

Otro dato importante para tener en cuenta de cara a las generales es la gran cantidad de votantes que van a tener que elegir a otros candidatos si deciden hacerlo. Van a ser más de 5 millones de votos los que recibieron los candidatos que se presentaron en las PASO en agosto y no tendrán su boleta en el cuarto oscuro el próximo 22 de octubre. Que el 21% de quienes votaron válidamente tengan que necesariamente elegir a otra opción es un hecho inédito. Lo más cercano a esta comparación fue en 2015 cuando este porcentaje llegó al 14% debido a una interna poco competitiva en Cambiemos de la cual Macri resultó ganador.  

Sumando el universo de quienes no eligieron a ningún candidato y quienes lo hicieron por candidatos que estarán ausentes en octubre se suma un total de 17.200.000 personas. En el hipotético caso de que todos los votantes de los candidatos de octubre en las PASO vuelvan hacerlo por los mismos prácticamente la mitad de los votantes habilitados podrá hacerlo por primera vez por alguna de estas opciones.

Este resultado que desata una enorme incertidumbre se resume en datos por lo lejos que están los candidatos de las generales de alcanzar los casi 13 millones de votos que necesitaron Alberto Fernández o Mauricio Macri para llegar a la presidencia en el pasado reciente. Cualquiera de los tres candidatos con posibilidades de llega a la presidencia tiene la obligación de trabajar sobre tres fenómenos inéditos: 1) la falta de participación (que seguramente disminuirá en octubre); 2) la migración de votantes que lo hicieron sobre otras opciones en la PASO; y 3) un gran rechazo a la dirigencia política tradicional. Este rechazo levantó todas las alarmas con el sorprendente triunfo de Milei pero lo excede ampliamente cuando la cantidad de votantes habilitados que no eligió a ningún candidato porcentualmente supera incluso a lo sucedido en las legislativas de octubre de 2001.

Una épica democrática

El resultado electoral deja triunfadores y derrotados pero sobre todo deja un escenario sumamente abierto. Confirma que a Milei no se lo puede subestimar y justamente por esa misma razón es preciso entender que la disputa de votantes está principalmente en otros nichos que entre quienes lo eligieron el 13A. Su principal peligro no está en los más de 7 millones de votos que obtuvo sino en los millones que le faltan alcanzar para llegar a la presidencia. Es acertado asumir que a los votantes de Milei no se los puede enclaustrar sencillamente en los esquemas clásicos de izquierda-derecha o de populismo-antipopulismo también por esa esa misma razón su capacidad para alcanzar a nuevos votantes no es nada despreciable.   

Si la capacidad de Milei de acumular potenciales nuevos votantes no pasa por razones unívocas son múltiples las formas para derrotarlo. Ante los resultados adversos para el campo nacional y popular se suelen confirmar sesgos parciales para totalizarlos y eso puede ser un gran error de cara al enorme desafío abierto de cara a lo que queda del proceso electoral. La necesidad de más humildad en la capacidad de proyectar escenarios debería ser la principal lección para tolerar que serán precisas una multiplicidad de estrategias que convivan para que la fórmula Massa-Rossi se imponga.

Además en momentos que requieren más acción que reflexión será preciso que cada uno asuma más su tarea sin mirar tanto a los costados. Está claro que el gobierno necesita recomponer inmediatamente los ingresos licuados por la devaluación pero con eso no alcanza. Está claro que esta perfecto que los científicos salgan a defender el CONICET pero que ese asunto puesto en agenda por Milei no afecta inmediatamente a las mayorías. Está claro que el sindicalismo defienda los derechos conquistas pero con eso no se convence a quienes no los tienen. Está claro que apelar a buscar los votos de la tibieza larretista o de los radicales será necesario pero no alcanza. Están clarísimas muchas cosas que se harán “pero no alcanzan”. Es preciso que en cada uno de esos déficits se encuentre una herramienta para la acción y menos lugar para la claridad iluminista en los próximos meses.

Si algo enseña Milei en esta disputa electoral es que no es preciso discernir entre el miedo o la esperanza tajantemente por lo tanto ambas herramientas serán indispensables para derrotarlo entre quienes no lo eligieron ni a él ni a Bullrich ni a Massa el 13A. Es preciso que para dar la disputa en ese amplísimo universo se abandone la soberbia y no se descarten herramientas que van desde los aparatos tradicionales hasta las más innovadoras formas de comunicación. Ante una dirigencia política tradicional en crisis en el mismo campo nacional y popular agarrar el bastón de mariscal ya no es un pedido de Cristina para resolver una interna sino un imperativo para defender la democracia y derrotar a un tenebroso fenómeno del que nadie puede definir aún sus consecuencias.

Por todo esto el problema no es Milei sino qué hacemos aquí y ahora para que el 10 de diciembre no sea el que asuma como presidente. La respuesta no es una, dos o varias; sino muchas iniciativas que podrán ser parte de una verdadera épica democrática.  

Anexo con datos.

Fecha de publicación:
Lucas Villasenin

De Mataderos vengo. Escribo sobre el mundo mientras lo transformamos. Estudié filosofía en la UBA. Integrante del Instituto Democracia.