Los feminismos también juegan

Una invitación a votar a Juan Grabois

Por Victoria Freire
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Victoria Freire analiza la coyuntura que hizo posible la existencia de la formula Grabois-Abal Medina y por qué bancarla.

No se puede eludir que la estrategia electoral tiene la cancha muy inclinada. La unidad política requiere muchos votos y fuerza para enfrentar el plan deshumanizante que proponen las derechas. Pero ir más allá y cambiar el orden de poder en nuestro país necesita valentía y voluntad de afectar intereses. 

  1. Contexto

Existen dos hechos determinantes para comprender el corrimiento a la derecha general del sistema político: el atentado a Cristina y la negociación con el FMI. Uno es el punto de inflexión de la violenta carrera desarrollada por operadores judiciales, mediáticos y políticos contra la actual vicepresidenta, a cuarenta años de la vuelta de la democracia. El otro es la pulseada entre un proyecto de soberanía nacional con la gente adentro, y uno con vocación de colonia. 

Tampoco podemos asignarle a Cristina la responsabilidad de este giro político a la derecha. Al contrario, es a ella a quien condenan a la inhabilitación perpetua para cargos públicos. Ni renunciamiento ni autoexclusión, proscripción. Los señores vitalicios del poder judicial, los responsables de la deuda con el FMI, los que la quieren matar, los que reprimen y encarcelan en sus territorios, buscan eliminarla para disciplinar al pueblo. Ella lo resiste y lo denuncia de cara a la sociedad: mascota del poder, nunca jamás.

Para eso hay una esperanza que crece y tiene la capacidad de condicionar el escenario donde nos toca jugar, con una lista que da ganas de militar y que nació plantada. Paula Abal Medina es la única feminista candidata a la vicepresidencia en un fórmula competitiva. Y Juan Grabois, el hecho maldito del país endeudado, además de incentivar la participación de compañeras como Natalia Zaracho y Ofelia Fernández en lugares de decisión, propone algo muy sencillo que conecta con lo que Ni una Menos vino a revelar en las calles: una Argentina humana es posible y deseable.

  1. Texto 

Los feminismos también juegan en esta cancha. No interpelan más en el horario del mainstream, y son foco de los ataques de la derecha. La política feminista se diluye en las campañas electorales, y debatimos entre la incertidumbre y la desorientación cómo hacer para desarrollar un futuro que no siga excluyendo a mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries. Cómo intervenir para que las más pobres no sean colocadas al fondo de la fila. Cómo enfrentar el abandono en los espacios de poder y representación. Cómo aportar desde el músculo irreverente que supimos construir a una agenda efectiva que cambie la vida de las mayorías.

La política se distancia de la gente cuando deja de solucionarle la vida y los problemas. La tarea de construcción de un programa político para transformar implica movilizar esperanzas. Si se parte de la resignación no hay horizonte de bienestar común posible. Nunca la sociedad logró conquistas con miedo: “el miedo no construye nada, el miedo pulveriza el poder popular y tiende a desnaturalizar la política y que aparezca lo que denomino, la insatisfacción democrática”.

La ampliación de derechos, la redistribución de la riqueza, la reforma de la justicia, el cuidado de los seres humanos y los recursos naturales son urgentes.

¿Qué propuestas necesitamos para cambiar el rumbo del país? ¿Cómo las sintetizamos? Estos tiempos nos enseñan que además del reconocimiento simbólico, precisamos políticas que generen realidades efectivas. El plan de desarrollo humano integral que impulsan Juan Grabois y Paula Abal Medina surge de abajo hacia arriba y desde las periferias hacia el centro, propone garantizar viviendas para las familias, para las madres responsables de hogar, para las judicializadas por la violencia narco, la urbanización en los barrios populares y lotes para quienes no tienen techo. La nacionalización del litio, la prohibición de los desmontes, la protección de los recursos naturales, el acceso a la tierra y el agua. Derechos laborales para laburantes y trabajo para los excluidos y las excluidas, una suma fija para los salarios y el ingreso para quienes trabajan sin reconocimiento económico. La transformación del sistema educativo, el desarrollo tecnológico para un futuro soberano, el cuidado de los pibes y las pibas. El acceso pleno a la salud, los alimentos y la seguridad para todas las personas. En resumen, una patria donde podamos trabajar, descansar y ser felices. 

Fotos: Ale Bona

Los feminismos somos parte de esa agenda. Necesitamos salario básico universal para las compañeras que laburan sin un mango, como proponía Evita en 1948. Necesitamos una justicia eficiente que dé respuestas ante las violencias, no una mafia que las promueve. Un sistema integral de cuidados, empezando por reconocer el laburo de las trabajadoras comunitarias. Techo y trabajo para las que se están recuperando de las violencias, para travestis y trans, para las excluidas. Una vida digna, herramientas efectivas, políticas de reparación. Que el acuerdo con el fondo no sea a costa de las mayorías populares, y en particular de mujeres, lesbianas, travestis y trans. 

La forma en la que estas demandas puedan expresarse en octubre es que las votemos en agosto.

  1. Bastón de mariscal

Si el 13 de agosto Juan Grabois logra una buena elección, además de ampliar la representación del frente político, el mensaje será que la resignación no es la única salida. Su candidatura amplía la alianza, pero además fortalece el rol de la militancia y la organización popular para lo que se viene. No es joda detener el curso regresivo en nuestro país. Se necesita de movilización, de un Estado al servicio de la justicia social, de muchas convicciones y corazón. Los héroes y heroínas de esta patria no especulaban, sus triunfos se gestaron con la participación masiva del pueblo. No hay posibilidad de transformación sin darle un lugar central a la comunidad organizada. La experiencia de los feminismos nos deja un saldo de participación que es vital conectar con los procesos políticos y sociales. Sin feminismo popular no se puede cambiar nada, pero únicamente desde los feminismos no alcanza. La potencia radica en ser parte de las nuevas gestas que surgirán, sin dudas, del campo nacional y popular. Los mejores años fueron aquellos que convocaron a un proyecto político de las mayorías. Entonces conseguimos ampliar derechos y repartir la torta. Les debemos a quienes nos antecedieron habernos dejado un país mejor que el que conocieron. Tenemos el desafío generacional de hacernos cargo de este presente y lograr lo mismo para quienes van a venir. Mejor pedir perdón que pedir permiso.

Fecha de publicación:
Victoria Freire

Socióloga y feminista para cambiar la realidad. Directora del Observatorio de Géneros y Políticas Publicas. Referente del Frente Patria Grande. Candidata a legisladora de la CABA.