Acerca de "Modulaciones democráticas en clave lineriana" (Buenos Aires, 2021, Instituto Democracia)

Estado, democracia y revolución, entre René Zavaleta Mercado y Álvaro García Linera.

Por Andrés Tzeiman
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El libro Modulaciones democráticas en clave lineriana, publicado recientemente por el Instituto Democracia, un grupo de jóvenes investigadores exploran los elementos que aportan los dos más grandes pensadores bolivianos para una teoría latinoamericana del Estado y la Democracia.

El libro Modulaciones democráticas en clave lineriana, publicado recientemente por el Instituto Democracia, un grupo de jóvenes investigadores exploran los elementos que aportan los dos más grandes pensadores bolivianos para una teoría latinoamericana del Estado y la Democracia.

México, comienzos de los años ochenta: podríamos ubicar allí un encuentro imaginario, un cruce fantasioso, que quizá haya ocurrido, pero que no conocemos, al menos a ciencia cierta. En aquellos inicios del decenio que luego sería denominado como la “década pérdida” para el desarrollo de América Latina, por los mismos pasillos de la Universidad Nacional Autónoma de México transitaron dos figuras esenciales del pensamiento político boliviano contemporáneo, cuyos caminos, al menos de forma sustantiva, en ese entonces no se intersectaron. Hablamos de René Zavaleta Mercado y el (en aquel momento) joven Álvaro García Linera. Paradójico “destino cruzado” el de ambos: en un caso (Zavaleta) México constituye la última estación de un recorrido repleto de exilios y desembarcos (que incluyeron estancias en Chile, Uruguay, Inglaterra, entre otros países), mientras que en el otro (García Linera) representa el comienzo de un itinerario no exento de momentos ásperos y dolorosos, pero que después de la etapa mexicana (hasta el fatídico año 2019) no significaría el desplazamiento de una misma patria, del suelo propio.

Entonces: México como escenario, por un lado de un ocaso, y por el otro de un comienzo. Dos vidas que simbolizan a la vez dos épocas y dos generaciones militantes en la historia reciente de Bolivia y de América Latina. Porque la partida física de Zavaleta en suelo mexicano sintoniza de algún modo con el contexto de derrota de los movimientos populares insurgentes de las décadas del sesenta y setenta en nuestra región. Mientras que el joven García Linera que a fines de los setenta y comienzos de los ochenta realiza sus estudios universitarios en territorio mexicano muestra el desplazamiento del candor revolucionario hacia Centroamérica y la emergencia de una generación militante que en el Cono Sur debería enfrentarse en los dos decenios siguientes tanto con la derrota como con el inicio del período neoliberal y sus democracias “pactadas”, de baja intensidad.

Hay algo de ese encuentro imaginario en México, de ese posible nexo entre generaciones, que podría permitirnos unir a Zavaleta y García Linera. Sin embargo, no es solo ese eventual cruce en el país de Villa y Zapata lo que conecta a ambos personajes. Es posible encontrar preocupaciones, inquietudes y pasiones que les resultan inconfundiblemente comunes. Si tuviésemos que sintetizarlas (injustamente) en una frase, diríamos que aquello que los unifica es el desvelo por pensar el marxismo y la revolución socialista a partir de las características específicas de la formación económico-social boliviana.

Pues bien, es en la búsqueda por encontrar los vasos comunicantes entre las obsesiones de sendos autores donde debemos ubicar el volumen de publicación reciente, titulado Modulaciones democráticas en clave lineriana (Buenos Aires, 2021, Instituto Democracia). Porque la pregunta que de alguna manera agrupa a los distintos artículos de ese trabajo colectivo es la siguiente: ¿Cómo pensar la revolución hoy, a partir del encuentro entre las obras de René Zavaleta Mercado y Álvaro García Linera?

Ciertamente hay una palabra ruidosa en el título, en la que retumba la coyuntura histórica en la cual el mismo se inscribe. Nos referimos, desde ya, a la democracia. Sucede que hay tres palabras alrededor de las cuales, desde diferentes puertas de entrada, se mueven todos los artículos: Estadodemocracia y revolución.

Decíamos que la democracia hace ruido y traza una época, porque se coloca entremedio de dos términos que, en su conjunción, tienen una historia larga y poderosa en la tradición marxista. Si hablamos del Estado y la revolución, la unión de esas dos palabras nos conduce casi como un acto reflejo a la figura de Lenin y a la revolución rusa de 1917; es decir, al gran ícono del socialismo a nivel mundial, al gran hito del socialismo que marcó y estableció las coordenadas políticas en las que se desenvolvió la historia del siglo XX.

Teniendo en cuenta ese linaje, no resulta casual la centralidad de esas dos palabras (Estado y revolución) en un volumen dedicado a las obras de Zavaleta y García Linera, en cuanto la presencia de Lenin en sus respectivos textos es siempre esencial. Dichos pensadores son plenamente conscientes, siguiendo al líder bolchevique, de que el conocimiento que las clases populares tienen sobre el Estado es un índice de su cercanía (o lejanía) con respecto a la conquista del poder y la transición a un nuevo orden social.

Por lo tanto, hasta allí el clásico entorno leninista colma el paisaje. Pero como decíamos, todo se vuelve ruidoso con la presencia de la democracia en primer plano (junto al Estado y la revolución). Sucede que la democracia, interpuesta en el medio, pero colocada junto con el Estado y la revolución, se convierte en el signo de un quiebre generacional, de un cambio de etapa en la lucha política regional (y nos sitúa en aquella etapa que Ramiro Parodi en su texto denomina como postdictadura). Entonces, la serie que componen esos tres conceptos (Estadodemocracia y revolución) articula las preguntas que atravesaron los últimos veinte años en América Latina: ¿Es posible la revolución en democracia?¿Qué debe hacer la revolución con la(s) democracia(s)?¿Es deseable la revolución en y desde (en lugar de contra) el Estado? Se trata de preguntas que, al mismo tiempo, tienen un fuerte impacto en los modos de (re)pensar la teoría política marxista.

El libro Modulaciones democráticas en clave lineriana ofrece diferentes modalidades de ingreso a la reflexión sobre estas preguntas. La entrevista de Juan Pablo Patriglia a Álvaro García Linera nos convida la trayectoria intelectual del ex vicepresidente de Bolivia junto con la perspectiva histórica y política en la que aquella se desenvuelve. De ese modo, se habilita la reconstrucción tanto del proceso histórico en el marco del cual se forja la producción teórica lineriana como los problemas que buscan alumbrar sus textos a partir de un marxismo que promueva un encuentro entre socialismo y cuestión nacional. Si el elemento invariante en García Linera es esa unidad entre marxismo y movimiento indígena, la lucha de clases en el siglo XXI lo obliga a reflexionar sobre el Estado y la democracia. Porque en la misma tónica que el Zavaleta de Ni piedra filosofal ni summa feliz, García Linera reconoce que el horizonte de pensamiento (o con Zavaleta, el horizonte de visibilidad), más allá de la genialidad que pueda caracterizar al pensador, siempre lo pone la época. Es entonces la época la que provoca una crítica simultánea tanto al autonomismo como a la subestimación de la democracia.

Tanto es así, que el artículo de Diego Giller, mediante una reposición productiva del texto zavaletiano Cuatro conceptos sobre la democracia, pone de manifiesto, precisamente, los límites epocales que existían en aquel trabajo. Porque si bien la democracia como autodeterminación de las masas (en un contexto de crisis y rebeliones) resulta fundamental para abrir lugar a los gobiernos populares de comienzos del siglo XXI, en aquel texto de Zavaleta hay una ausencia de articulación entre las tres palabras mencionadas más arriba: Estadodemocracia y revolución. Es como si en sus trabajos solamente fuesen posibles las combinaciones entre dos de esas categorías. Por el contrario, gracias a la visibilidad que le brinda una coyuntura diferente a la que vive Zavaleta, García Linera viene a establecer una unidad entre esos tres conceptos. Allí justamente es donde el texto de Giller empalma con el de Jacinta Gorriti, quien a través de una revisión del vinculo teórico que une a García Linera con Nicos Poulantzas, reflexiona sobre la relación entre Estado y democracia en una perspectiva revolucionaria. Si, como señalaba Zavaleta, la revolución equivale a autodeterminación de las masas, pero al mismo tiempo, como plantea García Linera, es necesaria una crítica a las lecturas autonomistas del Estado, se abre todo un campo problemático para la teoría política marxista.

En esa línea de reflexión, Gorriti se detiene a explicar dos figuras del Estado (como paradoja y como nudo) para comprender la elaboración lineriana sobre lo estatal. Como paradoja, porque en términos del joven Marx, el Estado es una comunidad ilusoria que aliena la potencia universalista de la sociedad civil; como nudo, porque condensa el flujo político de la sociedad. Es especialmente interesante la primera figura, ya que en el Estado, según García Linera, hay una lucha permanente entre la monopolización de lo universal y la expansión de lo común. De eso se trata la potencia (o no) de la democracia en el contexto actual. Sobre esta última contradicción, que signa el mundo contemporáneo, también se extiende el artículo de Mariano Vigo en su indagación filosófica acerca de la actualidad de la revolución.

En una clave de indagación muy diferente a la desarrollada en los párrafos anteriores, Ulises Bosia agrega un cuarto concepto a las tres categorías sobre las que nos hemos detenido hasta aquí: el abigarramiento social. Si bien el foco del trabajo de Bosia se concentra en el caso argentino, lo interesante de su planteo radica en pensar en qué medida aquel concepto zavaletiano puede ser utilizado hoy, y cómo debe ser reactualizado, para que no pierda vigencia en un contexto donde la subsunción del trabajo al capital avanza de manera antes insospechada como producto del desarrollo tecnológico y de la depredación de la naturaleza, según lo explicara García Linera en sus 9 Tesis sobre el capitalismo. En ese sentido el artículo de Bosia sugiere, entre otros, los siguientes interrogantes: ¿Qué sobrevive de la existencia de diferentes temporalidades y organizaciones civilizatorias al interior de una misma nación en el capitalismo contemporáneo?¿Qué tipo de convivencias son posibles?¿Cómo estructuran esas transformaciones el despliegue de la lucha de clases en la actualidad? Todas estas preguntas, sugeridas por el trabajo de Bosia para el caso argentino, resultan de enorme valor para el conjunto de la región.

Por último, el artículo de Ramiro Parodi aborda un aspecto quizá un poco desplazado en relación con lo señalado hasta aquí, pero que guarda una especial importancia frente a la problemática lineriana de la monopolización de lo universal. El desarrollo de las telecomunicaciones en el mundo contemporáneo establece ciertas coordenadas de desenvolvimiento del debate público que vuelven muy complejas tanto la labor como la figura misma del intelectual. El “especialista”, la “experta”, el “influencer”, el “académico”, la “periodista”, son todos arquetipos que impiden pensar qué es hoy un intelectual, cuál es su medio, cuál es su rol en la sociedad, entre otras preguntas. El trabajo de Parodi utiliza (en el mejor y más fructífero sentido del término) a García Linera para echar luz sobre ese problema. ¿Cuál es la relación del intelectual con la política?¿Cómo se construyen las mediaciones propias de esa tarea específica?¿Qué peligros existen de quedar encerrados en los lenguajes propuestos por el sentido común dominante en nuestra época? Lo curioso, retomando el itinerario reconstruido en la entrevista de Juan Pablo Patriglia, es que pese a que García Linera no puede ser encasillado con ligereza en ninguna de las etiquetas que le podrían colocar (pues ha sido guerrillero, periodista, profesor universitario, vicepresidente, etc.), jamás abandonó la práctica específica de pensar y de construir teoría crítica. En esa clave, el texto de Parodi, con eje en la participación de García Linera en el Grupo Comuna, nos brinda herramientas para reflexionar sobre ese aspecto de su vida y obra.

Para terminar estas breves páginas, creemos importante señalar que la indagación del vínculo entre René Zavaleta Mercado y Álvaro García Linera no resulta un banal ejercicio de erudición. Por el contrario, consideramos que investigar la relación entre ambos autores resulta fundamental, por lo menos en dos sentidos. Por un lado, porque permite continuar un trabajo de acumulación de conocimiento, en la medida en que este nunca comienza de cero (por el contrario, siempre recoge debates, diálogos, resonancias que le preceden). Así, reconstruir el vínculo entre estos dos pensadores significa entonces restablecer la memoria histórica del pensamiento revolucionario de nuestra región; e implica, a su vez, romper con la asistematicidad, la fugacidad y la fragmentación a la que nos intenta someter a diario la ideología dominante. Pero, por otra parte, volver sobre los grandes nombres del marxismo en América Latina (como los son Zavaleta y García Linera) nos permite librar una lucha ideológica contra las corrientes de pensamiento que buscan desarticular el estudio de la totalidad, el empleo de conceptos rigurosos, la investigación de la historia y la perspectiva crítica, entre otros aspectos. Zavaleta y García Linera son dos intelectuales que impugnan tal desarticulación y nos invitan a recorrer los grandes problemas de nuestro tiempo, desestimando las evidencias facilitadas por explicaciones fundamentadas en lo simple y en lo inmediato y planteando continuamente reflexiones situadas que intentaron (y aún intentan) rendir cuentas con su presente.

La indagación propuesta en este libro a través de sus Modulaciones democráticas en clave lineriana constituye un aporte a ese debate y a esa recapitulación de las mejores tradiciones del pensamiento crítico latinoamericano. Ojalá dicho trabajo colectivo funcione como la punta de un ovillo, para que se multipliquen las reflexiones en su mismo camino.

Fecha de publicación:
Andrés Tzeiman

Politólogo, Investigador del IEALC-UBA y del área de Estudios Políticos del CCC.