Elecciones 2023

Vencedores y vencidos tras el ballotage

Por Alejo Serrano Barbarán
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Cuando una etapa se cierra es necesario reevaluar todo. Proponemos una serie de preguntas y respuestas post ballotage sobre dos ejes: una radiografía de las fuerzas en pugna y una hoja de ruta.

Por ello vale preguntarse, ¿cuáles serán las características de esta etapa? ¿Cómo se ordenan las fuerzas después del ballotage del 19 de noviembre y qué movimientos se avecinan? ¿Qué objetivos persiguen? ¿Con qué recursos cuentan? ¿Cuán homogéneas son sus reivindicaciones? ¿Cuán sólidas son sus alianzas? 

Estas son algunas de las preguntas necesarias para empezar a digerir los sucesos del 19 de noviembre que han dividido a la Argentina en vencedores y vencidos. Y como la victoria tiene muchos padres pero la derrota es huérfana, huelga detenerse en ambos. 

Los vencedores

Empecemos por los ganadores. ¿De qué está compuesto el 55% triunfador?

En principio del núcleo libertario ideologizado (Milei, su entorno, sus cuadros, su base militante) que aspira a llevar a la práctica por primera vez un proyecto paleolibertario y observar empíricamente los postulados de la escuela austríaca. Su estructura partidaria es baja, carecen de territorialidad propia y acceden al Estado por primera vez sin ninguna experiencia. Cuentan con una sólida red de influencers a través de las redes capaces de expandir el mensaje del ahora presidente a su gusto y piacere. Esa red acerca a un sujeto caracterizado (y caricaturizado) como el «libervirgo» o el incel, varones jóvenes enojados por la cuarta ola feminista y la precarización de la vida, que encuentran en el ideario liberal una forma de reconstruir una masculinidad dolida. Aspiran a construir una masculinidad viril sobre la base del ascenso individual. Su fanatismo y sed de revancha es un potencial peligro si se combinan con la organización de la violencia y con la agenda de la libre portación. Pero vale preguntarse qué señales o concreciones aspiran por parte de Milei para sentirse satisfechos. Si esa satisfacción no llega, ¿puede reorientarse para recuperarlos como sujetos o será aprovechada como frustración violenta hacia la naciente resistencia? 

En segundo lugar el gran vencedor es Mauricio Macri, conductor natural y único del macrismo social (¿qué duda cabe que fueron sus intervenciones televisivas las que convencieron al 20% de Bullrich de apoyar a Milei?). Lo suyo es el viejo proyecto gorila: un país para la élite argentina, anglófila y cipaya, terrateniente, sojera, con negociados en todas las carteras, servida de una clase media tilinga y funcional, de profesionales aspiracionales, unidas en su afán de mantener a la negrada como sirvientes o mendigos. ¿Son compatibles el proyecto oligárquico y el proyecto paleolibertario? ¿Cómo será la repartición de poder y las fricciones en un escenario que no fue construido como coalición pero que llega al 55% gracias al aporte de socios que vienen a cobrar facturas? Como han demostrado ya las fallidas experiencias de Cambiemos y el Frente de Todos, el coalicionismo es un dispositivo poco apto para atravesar las complejidades de la gobernabilidad en un país presidencialista y federal. 

En tercer lugar, en las sombras está el partido militar. Aún no se ha manifestado abiertamente pero no podemos engañarnos al pensar que no ha regresado. Victoria Villarruel es un cuadro procesista, con conexiones en la familia militar (y quizás en la familia policial). Aunque aún no han revelado sus filas, no puede pasar desapercibido el zoom que se viralizó de Cecilia Pando, pidiendo un indulto a los genocidas como prenda de cambio para animar al Ejército a colaborar en una presunta y probable represión. Es poco lo que sabemos sobre este actor y por ello estudiarlo en sus objetivos, recursos y alianzas es de vital importancia. Pero el partido militar no es el Ejército ni las Fuerzas Armadas, al menos por ahora, y es inevitable que la propuesta de politización suscite debates a su interior. ¿Cuáles serán esas discusiones al  interior de la oficialidad? ¿Cómo las resolverán? 

En cuarto lugar la derecha internacional, hoy mayormente fuera de los gobiernos, pero activa y militante, con vastos recursos. Desde Elon Musk a Steve Bannon, de Donald Trump a Bolsonaro, Kast, Uribe y Netanyahu. ¿Existe un proyecto común específico más allá de su componente deshumanizador? ¿Es Javier Milei el puntal en Argentina? ¿O existen también allí fricciones y diferencias? ¿En qué medida jugarán en esta partida? ¿Qué podemos esperar respecto del litio, o del proyecto ideológico de Musk y su Dark Enlightenment?

En quinto lugar se encuentra el capital financiero internacional, principalmente los fondos de inversión BlackRock y Templeton, acreedores de la ya gigante deuda privada argentina. ¿Cómo planean servirse de la rifa nacional? ¿Cuáles son sus terminales locales? 

En sexto lugar una parte del capital nacional expresado a través de sus asociaciones empresarias como AEA. Pero no está claro aún qué expresiones y fracciones internas del capital nacional se verán beneficiadas y cuáles perjudicadas. ¿Qué harán las expresiones del capital ligadas al Frente Renovador desde 2013? ¿Apostarán por Milei para extraer valor del trabajador o se espantarán con las propuestas de libre importación de bienes de consumo?

En sexto lugar se encuentran los millones de argentinos y argentinas de clases medias altas, clases medias, medias bajas, sectores populares, informales, precarizados, independientes, del AMBA y del Interior que, decepcionados de dos gobiernos de signo distinto, decidieron optar por la cara nueva. No son la base fascista ni ideologizada, sino el tercio social que en este país inclina la balanza en los comicios. El tercio social que votó a CFK en 2011, Macri en 2015, Alberto en 2019 y fue la base de Milei en las PASO 2023. Parte fundamental y amplia del pueblo argentino, que no sigue los avatares diarios de la política de palacio, que teme caer en la pobreza y que detesta a su vecino que cobra el Potenciar. Son el menos homogéneo de los sectores triunfantes (hoy se sienten triunfantes y gozan haberle asestado un golpe al peronismo). Su capacidad de movilización es tan alta y contundente como su potencial para la paciencia, así como es sincero su deseo de mejora y unidad nacional. No se moviliza encuadrado, pero protagoniza los verdaderos estallidos populares cuando ha agotado su paciencia y lo hace sin ser convocado ni pedir permiso. El proyecto oligárquico de Macri fue incapaz de satisfacerlo, aunque la aparición del calabrés no evitó que acompañaran a Milei. Quieren soluciones inmediatas, la mejora de las condiciones materiales de vida y es probable que estén dispuestos a aceptar una cuota de sufrimiento propio y represión ajena por la promesa de una mejora. ¿Pero qué sucederá si esa mejora no llega? O peor aún, ¿qué sucederá si esa mejora, tal y como la entienden ellos mismos, sí llega?

Los vencidos

Por otro lado tenemos a los derrotados, los distintos sectores del campo nacional y popular que se organizaron alrededor del Frente de Todos desde 2019 y que lograron un milagroso pero insuficiente 44% en la segunda vuelta. 

Dentro de este sector podemos encontrar a las clases medias urbanas progresistas, vinculadas a la academia y la estatalidad, que viven dentro del sistema. Aunque en los últimos años fueron sintiendo la caída del poder de compra del salario optaron por sostener el apoyo al gobierno a raíz de su ideologización. Su elección narrativa de la campaña fue la moralización del debate. Una parte de este sector se expresó a través de la militancia organizada y hacia el final se observó una generalización de intervenciones “silvestres” como los testimonios en los subtes viralizados en redes. Frente a la promesa de brutal ajuste, temen y dudan respecto de la estrategia a seguir en aras de defender las instituciones por donde transitan sus biografías, desde la universidad pública al CCK. 

En segundo lugar podemos encontrar a los feminismos y la comunidad lgbtq+, uno de los sectores que conquistó reivindicaciones concretas en el período 2019-2023, como la IVE o el cupo laboral trans. Aunque estas conquistas estuvieron lejos de resolver cuestiones estructurales como la desigualdad en las tareas de cuidado, su valorización económica o el fin de los femicidios. El Ministerio de la Mujer fue objeto predilecto de los ataques reaccionarios y el poder mediático operó para ensuciar al feminismo y vincularlo a brutales crímenes como el caso Lucio, en La Pampa, o el caso Cecilia, en Chaco. La cuarta ola produjo una contraola patriarcal que encarnan hoy los libertarios y satisfacer el deseo de venganza podría ser una forma de direccionar la frustración económica que genere el programa de Milei. No puede negarse tampoco que una parte de las mujeres que acompañaron la cuarta ola optó por votar a Milei. ¿Cómo procesarán esas mujeres y diversidades el ajuste y la revancha patriarcal? ¿Cómo y detrás de qué banderas se reorganizará un feminismo que venía ya a la baja? Además a este sujeto debemos sumarle las masculinidades incomodadas que no lograron desde 2018 en adelante nuclearse como sujeto, bien sea por incapacidad o falta de deseo, y que no tienen un lenguaje para ofrecerse ni a ellos mismos ni a los varones enojados. 

En tercer lugar se encuentran los trabajadores formales organizados sindicalmente en la CGT y las CTAs. Durante los cuatro años de gobierno debatieron respecto de la conveniencia o no de una suma fija y no llevaron adelante ni un solo paro general. En la campaña no fueron capaces de poner en juego las conquistas laborales tradicionales de la formalidad, como las vacaciones pagas y la indemnización, de cara a sus bases (que en parte votaron por Milei) y mucho menos fueron capaces de construir un discurso o soluciones concretas para los amplios sectores laborales de la informalidad, por ejemplo resistiéndose a incorporar a la UTEP a la CGT, y fallando en esbozar alternativas para los trabajadores de plataformas. Es esperable que una parte de su dirigencia opte por acompañar cualquier salvajada al precio de no perder poder corporativo ni modificaciones a la ley sindical 23.551, incluso si ello conlleva aplicar el modelo UOCRA que pregonan Milei y Gerardo Martínez. Y para aquellos que decidan combatir, como los Moyano o Palazzo, es esperable que caiga la dureza de la violencia en sus diversas modalidades. ¿Qué pasará sin embargo cuando las medidas libertarias apunten a eliminar derechos asimilados como básicos? ¿Existirá un movimiento de afiliación masiva y crecimiento de la conflictividad de base? ¿Cómo se articularán o combatirán la ebullición por abajo y el temor/complacencia por arriba? E incluso, ¿cómo justificará un paro general la conducción sin que esto sea aprovechado por parte de la narrativa que acusa al peronismo de golpista?

En cuarto lugar podemos encontrar al aparato de la UCR, que ha demostrado carecer de fuerzas vivas. Todos sus dirigentes llamaron a votar en blanco y solo hubo 400 mil votos en blancos. Es evidente que la UCR es un aparato sin sujeto y es probable que intente mantenerse vivo a cambio de trueques por gobernabilidad y obras. 

En quinto lugar encontramos a las organizaciones sociales, incapaces de crear una imagen de sí que se saliera de los márgenes del planero. La lógica corporativa de algunos de sus dirigentes tendió a fortalecer este ideario creado por los medios hegemónicos y no fueron capaces de instalar masivamente un discurso alternativo al de “crear trabajo genuino”, ni tampoco de llevar adelante soluciones alternativas como el SBU o lograr la incorporación de UTEP en la CGT. Sí lograron, en cambio, llevar adelante una agenda de mejora de los barrios populares a través de alianzas estratégicas en el Congreso, como la que dio lugar al uso de parte de los fondos surgidos del aporte extraordinario de las grandes fortunas, y una gestión ejemplar en algunas pocas áreas estatales como la SISU. Incapaces también de organizar a la enorme mayoría de la economía informal no organizada, sus potenciales afiliados optaron por la novedad de Milei. Hoy se enfrentan a la disyuntiva de cómo negociar reivindicaciones parciales al tiempo que logran conservar algunas de sus conquistas previas. Es esperable que se reediten algunas discusiones del período 2015-2019, cuando los sectores políticos opositores calificaban de colaboracionismo a la negociación y obtención de reivindicaciones gremiales.

En sexto lugar encontramos a la Iglesia Católica, que jugó fuertemente en contra del candidato libertario desde la confrontación directa del Papa Francisco, las numerosas cartas de los curas en opción por los pobres y el fenomenal despliegue cartelero a lo largo de los 60 kms de la procesión a Luján. Los sectores reaccionarios de la Iglesia no son hoy los que conducen y aunque existen terminales y vínculos entre los capellanes del ejército y Villarruel no puede decirse que la institución haya jugado en favor del libertario. Tampoco las iglesias evangélicas hicieron una defensa corporativa ni movilizadora por Milei, como sí ocurrió en el Brasil de Bolsonaro. ¿Es esperable un aumento del conflicto entre las distintas vertientes al interior de la Iglesia? ¿Se dejará entrever?

En séptimo lugar se encuentra la internacional progresista que movió recursos simbólicos, financieros y comunicacionales para colaborar con el triunfo de Sergio Massa. Son conocidos los casos de Lula y sus intervenciones frente al FMI y el BRICS, así como el envío de equipos de campaña, las declaraciones favorables de AMLO, Petro y Pedro Sánchez, ninguna de las cuales bastó. El triunfo de Milei es un golpe duro para toda la Patria Grande que se encuentra en un momento de viraje hacia la centro izquierda, aunque con graves problemas de gobernabilidad interna, como demuestran las derrotas de Boric en 2022, Petro en 2023, el golpe en Perú o la feroz interna del MAS en Bolivia. ¿Es Argentina el último de los autoritarios del ciclo que se va o el primero del ciclo que empieza?

En octavo lugar podemos mencionar a la embajada norteamericana y particularmente al Partido Demócrata. Es conocida la declaración del embajador Mark Stanley en el Council of Americas de 2022, cuando llamó a Larreta y Massa a trabajar en conjunto y dejar de lado la grieta. Ambos eran los candidatos del establishment que hoy gobierna la Casa Blanca, a la imagen de los valores demócratas de un capitalismo financiero desregulado y una democracia liberal progresista sin contenido social. El triunfo de Milei es sin embargo un triunfo del trumpismo, al punto que Donald Trump felicitó al libertario antes que la misma Casa Blanca. ¿Cómo presionará Biden el programa de Milei a través del FMI? ¿Se jugará en la Argentina la interna estadounidense de cara a las elecciones de 2024?

En noveno y último lugar encontramos a la dirigencia peronista, bautizada por el libertario como la casta. Tomada en su conjunto, en todas sus vertientes y en todos sus niveles, es la principal responsable de esta calamitosa derrota. Del mismísimo presidente al último de los subsecretarios. Por supuesto que las responsabilidades son diferentes y las conclusiones a las que debe llegar la militancia no pueden ser homogéneas ni equitativamente repartidas. Pero no puede quedar hoy en día dirigente sin ser evaluado. ¿Cómo se pasa de un triunfo en primera vuelta con el 46% de los votos a una derrota en segunda vuelta con el 44%? ¿Por qué no se cumplió con el contrato electoral de empezar por los de abajo para llegar a todos? ¿Por qué primó el egoísmo y la disputa chiquita frente a la misión histórica de retomar el curso del proyecto nacional y popular? El «pimpinelaje» hastió a la parte despolitizada de la sociedad y dividió a su parte organizada. ¿Cómo puede hoy el Presidente afirmar que no es el principal responsable de esta calamidad? ¿Qué castigo social le corresponde sufrir a los dirigentes como mensaje de la gravedad de su ceguera, su negligencia y su banalidad? ¿Cómo se depuran los elementos más casta enquistados en la dirigencia peronista, cuyo ejemplo estrella lo protagonizó Insaurralde? ¿Qué mecanismos orgánicos existen para expulsarlos y castigarlos como movimiento político? ¿Cómo habilitamos la pregunta del liderazgo futuro sin que esto derive en nuevos internismos pequeños? ¿De cuánto tiempo disponemos? 

¿Y ahora qué?

Pues bien, una vez esbozada una radiografía del noviembre argentino del 23 resta preguntarse por las dinámicas que pueden adoptar los distintos sectores, los escenarios que configura y las tareas que de ellos se derivan. 

Respecto de los vencedores podemos decir que existe un conflicto latente entre sus tres principales componentes, a saber: el núcleo paleolibertario, el macrismo y el tercio desencantado. Satisfacer los deseos y expectativas de los tres sectores parece una tarea imposible, máxime cuando los terceros no cuentan con ninguna representación orgánica en la superestructura política. De modo que en los pasillos  y sets televisivos la disputa se centrará entre los libertarios y los macristas, como ya hemos empezado a vislumbrar. ¿Quién tendrá la última palabra? ¿Quiénes darán el tono, el tiempo, la cadencia, el orden de las agendas? Creemos aquí que un triunfo del primero sobre el segundo conducirá a un escenario de ingobernabilidad y caos social que redundará en un gobierno corto, al menos en su configuración inicial. Una primacía del segundo sobre el primero, en cambio, podría redundar en la estabilización de un programa y una gobernabilidad a mediano o largo plazo apuntalada por los contactos y el capital múltiple de que dispone el calabrés. En ambos escenarios resta observar el rol de los demás sectores de la alianza. 

Por otro lado, respecto de los vencidos podemos decir que se encuentran en retirada y repliegue, aunque se debate actualmente respecto de la dimensión, velocidad y dirección de ese repliegue. No faltan además quienes proponen una dimensión defensiva basada en la movilización inmediata y la insurrección generalizada. Creemos que esto último es un error. Para bien o para mal se abre una etapa incierta pero legitimada por las urnas, en que la resistencia general será mal recibida y puede resultar contraproducente. El 55% de la población quiere ver desplegado en la práctica el proyecto que votó. Una ofensiva general basada en la movilización social sólo podrá llegar cuando la paciencia popular se agote y se disponga a hacer tronar el escarmiento.

Esto, sin embargo, no implica la pasividad del campo popular que debe abocarse a tres tareas fundamentales: 1) erigir puntos de repliegue y resistencia específicos, 2) elaborar una lectura profunda de todas las dimensiones de nuestro tiempo en pos de la elaboración de una estrategia, 3) concretar el trasvasamiento generacional. 

  1. Está claro que no se puede frenar la totalidad de la embestida que acecha. Tampoco es admisible la pasividad o la resignación absoluta. ¿Qué puntos del programa de Javier Milei es imprescindible frenar? ¿En cuánto tiempo se dispone a llevarlos a cabo? ¿Qué es necesario salvaguardar en pos de una eventual contraofensiva y el despliegue de un nuevo proyecto? Creemos a priori que YPF, la moneda y el ANSES son los tres items principales, pues son resortes con los cuales puede reconstruirse el país nuevamente. Este fue el comportamiento de la burocracia brasileña en los 90, tal como describe José Natanson en su libro “El milagro brasileño”. La militancia y la estatalidad brazucas defendieron el BNDES y Petrobras y fueron estos los instrumentos que permitieron luego el despliegue de las políticas del primer lulismo. Esta experiencia, junto con la resistencia de los cuadros que atravesaron la dictadura, el menemismo y el macrismo serán imprescindibles.
  2. Cualquiera que quiera elaborar consideraciones profundas sobre lo que acaba de ocurrirnos tiene altas chances de equivocarse, este texto incluido. Por supuesto no existe otra manera de actuar que haciendo en tiempo real. Pero la militancia organizada DEBE volver a una etapa formativa conceptual de alto nivel para entender el tipo de mundo que habitamos. Dicha reflexión debe ser a la vez académica y popular porque, como bien ha explicado Juan Grabois en numerosas oportunidades, existe una sabiduría específica en la experiencia popular que es imprescindible aprender a escuchar, comprender e interpretar. De lo contrario los sectores academizados sellarán su divorcio de las mayorías argentinas. Esta reflexión debe ser capaz de derivar de dichas lecturas tareas específicas para toda la etapa y para cada una de sus fases. 
  3. Si toda la dirigencia es responsable de este desastre, pero no todxs lo son en la misma medida, es imperioso encontrar mecanismos para realizar dicho juicio y sus implicancias. El ciclo que viene debe ver completado el trasvasamiento generacional que propone Cristina desde hace al menos un año. Los dirigentes deben ser evaluados de forma explícita y el campo popular debe hacerles llegar su veredicto. Es necesario que los cuadros promisorios encuentren maneras de ejercer sus conducciones de formas amplias e incluso opuestas pero contenidas en el marco de la contradicción primordial, y es necesario que prevalezcan la visión estratégica y la generosidad de espíritu propias de CFK por sobre la pequeña lucha de los egos que caracterizaron la etapa que se cierra. Es necesario sostener la unidad a pesar de las previsibles defecciones y dar lugar a una nueva camada de dirigentes y dirigentas.

Solo entendiendo la magnitud del golpe que hemos vivenciado, eligiendo lugares específicos de resistencia, formándonos, reconstruyendo la dirigencia y esperando el momento de la ira popular podremos pensar en una forma colectiva de atravesar con éxito la noche que acecha. 

Fecha de publicación:
Alejo Serrano Barbarán

Alejo Serrano Barbarán, militante del Frente Patria Grande, políglota, nació en Salta el 15 de julio de 1995. Desde 2014 vive en Buenos Aires. Estudió Gerenciamiento Económico Intercultural en la Universidad del Salvador.