La ciencia argentina: entre la urgencia y la planificación
La llegada del proyecto de presupuesto nacional al Congreso con un modesto crecimiento en la Función Ciencia y Técnica ha generado dudas y críticas de propios y ajenos. Mientras tanto, la decidida política científica (y presupuestaria) contra la pandemia convive con reclamos de investigadores del CONICET que están cobrando sus peores salarios desde 2002. ¿Qué está pasando?
¿De dónde venimos?
Es imposible entender el desafío al que se enfrenta el actual gobierno sin tener una lectura del contexto y del pasado inmediato. Como observaba Varsavsky hace casi 50 años, las características generales del desarrollo de la ciencia y la tecnología de un país, o su estilo tecnológico, están muy fuertemente ligadas al proyecto político nacional que lo conduce. El período 2015-2019 es quizás el mejor ejemplo. Apenas asumido el gobierno de Macri abandonó sus pretensiones discursivas “desarrollistas” y tomó medidas rápidas y claras confirmando los peores augurios de sus opositores. Incluso antes del desbarajuste económico total de 2018, achicó todo lo que pudo el presupuesto de los organismos de Ciencia y Técnica, liquidó proyectos estratégicos como Arsat-3 y hasta se ganó una toma multitudinaria de la sede del MinCyT por intentar dejar en la calle a 500 científicxs. Para coronar un contraste casi total con la gestión anterior, el macrismo se fue del gobierno dejando las becas doctorales por debajo de la línea de pobreza y retirándole la jerarquía ministerial al sector. Estas medidas desalentaron la investigación científica en todos sus planos y debilitaron los incipientes ecosistemas de desarrollo e innovación construidos alrededor de proyectos estratégicos. Como afirma Dvorkin (2017), se trata de un paradigma donde la tecnología que necesita la producción se compra en paquetes cerrados, en dólares y a precios elevados.
Usted que está leyendo, a esta altura ya identificó que la mal llamada “nueva derecha” no intentó otra cosa que imponer el clásico estilo tecnológico neoliberal periférico que vivimos en nuestro país en los ‘70 y los ‘90, el preferido de las multinacionales.
El nuevo gobierno ha procurado revertir este rumbo y retomar un estilo tecnológico de desarrollo inclusivo mientras enfrenta una pandemia sin precedentes en los últimos 100 años. De hecho, antes de la llegada del coronavirus al país, el gobierno mostró signos en este sentido como la jerarquización salarial de los becarios del CONICET, la restitución del MinCyT y la puesta en marcha de algunos proyectos de desarrollo estratégicos. Sin embargo, desde marzo la prioridad en el gasto público ha sido el refuerzo del sistema de salud y la asistencia social para enfrentar la crisis generada por la pandemia.
La hoja de ruta que propone el gobierno
Según el Ministro Guzmán, el proyecto de Presupuesto 2021 es la hoja de ruta que se propone seguir. El diagnóstico obvio es que la reestructuración de la deuda le permite hoy al gobierno reforzar presupuestariamente las mismas áreas que Cambiemos achicó. Pero veamos bajo la lupa qué ocurre con la Función Ciencia y Técnica. En primer lugar, pasemos en limpio algunos puntos positivos:
- Hay un primer impulso a la Ciencia y la Tecnología
Hay un incremento general a valores reales de la Función CyT (aunque de ninguna manera a niveles de 2015) y un fuerte giro en el discurso respecto a la gestión anterior: “La inversión en ciencia y tecnología será primordial” se dice en la hoja de ruta que propone el Ministerio de Economía, en línea con la ya mencionada recuperación del MinCyT. La retórica del “gobierno de científicos” y el fuerte apoyo monetario y operativo a los desarrollos para enfrentar la crisis generada por el coronavirus acompañan este impulso, y contrastan fuertemente tanto con la política de la gestión de Cambiemos como con lo que sucede por ejemplo en Brasil. Estos primeros trazos gruesos de política científica explícita que se proponen son alentadores, una condición necesaria, aunque no suficiente, para torcer el rumbo en la realidad del sector.
- La inversión en la salud continuará siendo prioridad.
Sin dudas la administración nacional de laboratorios e institutos de salud (ANLIS “Malbrán”) ha sido el organismo protagonista durante la pandemia en Argentina. Ya en marzo, aun cuando no había arribado el virus a nuestro país, el instituto estaba preparado para poder hacer diagnóstico por PCR de esta enfermedad e inicialmente fue el único lugar del país donde se realizaba. Luego, y gracias a un aumento presupuestario de $1.500.000.000 el Malbran fue capaz de descentralizar los diagnósticos a otros institutos y otras provincias. Por otro lado, si observamos el presupuesto planificado para el 2021, se podrá observar que, dentro del los organismos de la función CyT, el Malbran será uno de los más beneficiados, en concordancia con la política llevada adelante durante el 2020, y entendiendo que el manejo de la pandemia en términos sanitarios es prioridad para el Estado. En concreto, el presupuesto 2021 del Malbran será un 62% más alto que el devengado de 2019, sosteniendo los valores de este año y alcanzando niveles mayores a los del 2015 (en millones de pesos constantes).
- Hay un gran crecimiento presupuestario para el sector espacial
La CoNAE, que incrementa su presupuesto casi un 120% respecto al devengado en 2019, es uno de los actores principales del desarrollo espacial nacional, junto con ARSAT e INVAP. Por ser una Agencia y no una empresa estatal, CoNAE se ocupa del desarrollo y la investigación en el terreno científico tecnológico. La industria satelital es un ejemplo paradigmático del estilo tecnológico que el nuevo gobierno está intentando reponer. Es una industria que exige el desarrollo local de tecnología altamente competitiva, donde el poder de compra del Estado permite el florecimiento de cadenas de Pymes tecnológicas que pueden crecer protegidas. Este círculo virtuoso permite además cumplir objetivos de las misiones como SAOCOM que son nada menos que recolectar información para prevenir catástrofes ambientales y optimizar la producción agropecuaria. El crecimiento contundente del presupuesto de la CoNAE para la puesta en marcha de nuevas misiones va en línea con otras acciones, como el reciente lanzamiento de SAOCOM 1B, los avances hacia una agencia espacial regional y el reinicio de otro proyecto emblemático que fue abandonado en la gestión de Macri:, el satélite de comunicaciones Arsat-3.
- Se encamina el refinanciamiento para el desarrollo nuclear
En Agosto 2019, investigadores de la CNEA denunciaban que [durante el macrismo] «la inversión se ha ralentizado, también, en los demás proyectos prioritarios: El desarrollo del CAREM, y la construcción del reactor RA 10, de investigación y fabricación de radioisótopos». Con el presupuesto 2021, la CNEA comienza a recuperar presupuesto (+23%) y se menciona la importancia del proyecto CAREM, cuyo objetivo es entre otros abastecer ciudades medianas, descentralizando la generación de energía y abaratando costos. Esta vuelta de página es fundamental para el sector nuclear, que cuenta con una gran capacidad tecnológica, productiva y organizativa en nuestro país. Diego Hurtado (2017) lo califica como un ejemplo a profundizar y multiplicar, dado que es un sector que persigue la autonomía tecnológica, forma recursos humanos de calidad y promueve el desarrollo de proveedores locales. Estas características han hecho del desarrollo del sector nuclear una bandera del estilo tecnológico del primer peronismo y del kirchnerismo y explican la política de financiamiento que hoy propone el Frente de Todxs.
Las deudas pendientes
Como contraparte de estos puntos positivos, el gran pendiente del sector es el salarial. El poder adquisitivo de les científicxs ha caído en picada desde 2015, teniendo año a año aumentos considerablemente inferiores a la inflación. Así llegamos a 2020 con les becaries doctorales y posdoctorales bajo la línea de pobreza. En este contexto, el gobierno recién asumido de Alberto Fernández optó por priorizar a los más vulnerables del sector y aprobó un aumento de rescate del 50% para becaries CONICET. Sin embargo, con la llegada de la pandemia, la postergación de las paritarias atrasó aún más los salarios de todes les estatales. En particular les trabajarores del CONICET están cobrando hoy los peores salarios en los últimos 15 años (al menos). En este contexto, aun el anuncio de un suplemento del 10% para investigadores y CPAs que se suma al 7% de aumento a estatales sigue lejos de compensar la brutal caída producida durante el macrismo. Así como en el período 2003-2015 el crecimiento del salario real de les trabajadorxs del sector fue un aliciente para la repatriación de científicxs, su caída durante los últimos años funciona como un impulso a la fuga de cerebros. En función de revertir este proceso, tener un Convenio Colectivo de Trabajo específico para CyT se vuelve estratégico. Este reclamo viene siendo planteado por distintas representaciones gremiales y políticas del sector, e incluso ha contado con el apoyo público de la actual presidenta del CONICET, Ana Franchi
Volviendo a la letra del presupuesto 2021, es importante señalar que este proyecto de Ley no incorpora los aumentos salariales que se determinen por paritarias para el próximo año, por lo cual simplemente refleja la actual situación de atraso. En organismos como CONICET donde el peso de los salarios es muy mayoritario esto explica los magros números de los cuales se hicieron eco los medios. De hecho. en el caso de CONICET, cuando separamos los salarios de la masa presupuestaria, lo que se ve es una gran recuperación en el resto (los gastos de funcionamiento).
Finalmente, INTA e INTI, que fueron también muy golpeados durante el macrismo y que son fundamentales para la vinculación con el sector productivo, no mejoran sus presupuestos. Vale la pena agregar que el INTA obtiene financiamiento extra porque, según la Ley 25.641, le corresponde directamente un pequeño porcentaje (0,65%) de una serie de impuestos y tasas, a partir de lo cual ya tiene un crédito financiero acumulado de más del doble de su presupuesto 2021, con lo cual sería significativo para su funcionamiento si se ejecuta. En el caso del INTI, está incluido también en la misma Ley, pero le corresponde un porcentaje menor.
Lo que viene
El Presupuesto 2021 orientará el destino del sector en el corto plazo y da cuenta quizás más de urgencias que de una planificación estratégica. En cuanto a esta última, identificamos buenos augurios. En primer lugar, por primera vez en muchos años, tanto la oposición como el oficialismo en el congreso han decidido sentarse a discutir una ley marco de presupuesto de CyT. Han presentado proyectos de ley que proponen un aumento progresivos hasta el 1% o 3% del PBI en la próxima década. Ambos están basados en el proyecto de la Ley Perotti, aprobado por el Senado y luego cajoneado oportunamente por el macrismo, que ahora al pasar a la oposición sí pareciera estar de acuerdo con su espíritu. Una inyección progresiva de financiamiento al sector a modo de los países centrales como se está discutiendo en las Cámara, sería un piso importante para poder debatir y planificar el estilo científico tecnológico nacional. Por otra parte, han tomado dominio público las primeras reuniones para pensar los lineamientos del Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2030. Según la jefa de gabinete del MinCyT, Carolina Vera, “este plan está en completa sintonía y articulación con las estrategias interministeriales del nuevo gabinete nacional”.
Aún en un contexto de doble crisis, la generada por los daños del proyecto neoliberal y la que se le suma por la pandemia, el gobierno del Frente de Todxs ya ha declarado su ruptura con el proyecto político macrista. A pesar de que aún quedan muchas urgencias por resolver, ya hay trazadas algunas líneas que permiten vislumbrar el estilo tecnológico del nuevo gobierno. Para desarrollarlo, identificamos que contará con tres insumos. En primer lugar, la recuperación de las políticas de CyT desarrolladas por los proyectos nacionales y populares que lo precedieron, como el desarrollo del sector nuclear y espacial. En segundo lugar, la incorporación de la agenda propia de les becaries e investigadores, que han logrado organizarse masivamente como nunca antes en 4 años de resistencia al macrismo y que hoy demandan y proponen política para el sector. Y en tercer lugar, la experiencia de la gestión de la pandemia, que ya está dejando lecciones sobre el rol central que puede ocupar el Estado como motor del desarrollo científico-tecnológico con objetivos muy concretos. Los desafíos hacia adelante son enormes, pero las oportunidades que se abren también.
Biólogo, becario doctoral de CONICET y docente en escuela media. Forma parte del Grupo de Inmunología y Microbiología molecular de la Fundación Instituto Leloir.