La maternidad está asociada de manera hegemónica en nuestra sociedad a la idea de mujer - madre - heterosexual. Pero, ¿qué sucede cuando nos corremos de estos mandatos? Buscamos hablar más bien de xaternidades y crianzas, como un cruce de deseos, mandatos, identidades y experiencias.
“Si las madres se dignan a criar a sus hijos, las costumbres se reformarán solas, sin ayuda de nadie. Los sentimientos naturales resucitarán en todos los pechos, el estado volverá a poblarse, este primer y único punto va a reunir todo (…). Cuando la familia es viva y animada, la ocupación más querida para la mujer es realizar las tareas domésticas (…). En cuanto las mujeres se dediquen a ser madres, los hombres serán padres y esposos”.
Jean-Jacques Rousseau en Emilio o la Educación.
Foto de portada: M.A.f.I.A – Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs www.somosmafia.com
Existe una construcción de la maternidad asociada a la idea de mujer-madre-heterosexual que nos imponen desde niñes y, si nos corremos de eso, somos objeto de diversos juicios durante toda la vida. Sin embargo, quienes asumimos esa identidad (haya o no deseo), tampoco alcanzamos la satisfacción plena que supuestamente se desprende de ello.
El mandato siempre tuvo sus resistencias. No casualmente en la segunda mitad del siglo XVIII, época que buscó adaptar a las sociedades europeas al modelo de familia «tradicional», Rousseau escribió «Emilio». En este libro trataba de «corregir» a las mujeres de los sectores más acomodados que durante mucho tiempo se habían negado a la maternidad entregando a sus hijes a nodrizas (que muchas veces cuidaban a varios niñes a la vez en condiciones precarias y de negligencia). Esa combinación entre una niñez que no era sujeto de derecho y la idea de maternidad como una carga (las mujeres tampoco eran «ciudadanas») dejaba al descubierto en aquella época la inexistencia de un instinto materno. Fue necesario imponer la «obediencia a la naturaleza» a través de la división de roles entre «lo público/masculino» y «lo privado/femenino».
Hoy, la gestación, el parto, el puerperio, el amamantamiento, la crianza, siguen siendo territorios que intentan ocupar los sectores más conservadores (como lo son los «antiderechos») y también quienes se autodefinen como “expertos” en estos temas (a través de ideas más cuestionables que novedosas y transformadoras).
Por eso proponemos hablar de las xaternidades y las crianzas como un tema en el que se cruzan los mandatos, los deseos, las distintas identidades sexo-genéricas, la diversidad de cuerpos, las experiencias, necesidades, y también los derechos de les niñes y de quienes les cuidan, que son sobre todo mujeres e identidades LGTTBIQ+.
La única verdad son las realidades
Hoy más que nunca el movimiento de mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales y no binaries es un impulso intergeneracional que viene haciendo aportes para la ampliación de derechos en toda la sociedad. En nuestro país, pasando por el primer NI UNA MENOS de 2015 hasta el debate por la legalización del aborto en 2018, tenemos un acumulado que se enmarca en la Cuarta Ola y que también expone discusiones que no son nuevas. Esas peleas históricas reconocen antecedentes en la Ley de Matrimonio Igualitario de 2010 y la Ley de Identidad de Género de 2012 y en la acción de los colectivos LGTTBIQ+ respecto de su derecho a adoptar. Es necesario asumir entonces una perspectiva superadora que pueda dar respuesta a las problemáticas de quienes xaternamos o deseamos hacerlo.
¿Qué tipo de respuestas existen? En distintas partes del mundo viene resurgiendo la revalorización de la maternidad y de la “biología femenina” como fuentes de empoderamiento, y de la crianza como práctica principal para «cambiar el mundo». Es un enfoque que reúne algunas teorías como la “crianza con apego” (formulada por John Bowlby para, en su momento, tratar a niñes en situación de abandono tras la Segunda Guerra Mundial), el “parto fisiológico” (planteado por el obstetra francés Michel Odent, entre otros) y también elementos de algunas corrientes del ecofeminismo y del feminismo radical.
Apoyándose en esos fundamentos, hay quienes se autodefinen como personas «expertas» en estos temas. Dicen estar en contra del sistema socio económico ya que este obliga a las mujeres a producir para el mercado, alejándolas de su experiencia natural y fisiológica de gestar/parir/amamantar/criar. En sus distintas variantes proponen un parto sin intervenciones médicas, el amamantamiento por varios años, el porteo, el colecho, etc. Algunes recomiendan no dar medicación ni vacunas a les hijes, ni introducirles al sistema escolar tradicional. Así, encontramos conferencias, libros, cursos, que contienen las “claves” de esta “vuelta a lo natural”, para así llevar una vida que se supone «ideal».
Está claro que no todes podríamos acceder a estas prácticas aunque quisiéramos y, si las llevamos adelante, no siempre es por libre elección. Pero además, junto a la promesa de un embarazo, un parto, un puerperio, un amamantamiento y una crianza puramente placenteros, se produce un peligroso retorno a la vieja idea de instinto materno. No es muy difícil observar una constante en estos discursos que, entre otras cosas, se sostienen en:
1. Mitos o idealizaciones de la naturaleza y del comportamiento de las otras mamíferas, a las cuales se supone que deberíamos imitar ¿Todas se comportan de la misma forma? ¿Viven de igual modo sus partos y nunca los sufren? ¿Todas cuidan a sus crías? Algunas, ¿no se las comen y/o abandonan al considerarlas no aptas para la supervivencia?
2. Fundamentos biologicistas que emergen de la idealización de lo natural, ya que dentro de sus criterios para llevar adelante una “mejor maternidad y crianza”, por supuesto no están contempladas la diversidad de condicionamientos ni las disidencias sexo-genéricas.
3. Fundamentos de las pseudociencias (como la biodecodificación -creada por el cuestionado médico alemán Ryke Geerd Hamer-, las constelaciones familiares, etc.) que en general se ponen en juego cuando aparecen las contradicciones de todo lo anterior. Así, se responsabiliza exclusivamente a las madres por cualquier problema, conflictividad o enfermedad de ellas o de sus hijes. En Argentina los ejemplos más conocidos del «ambiente» son Laura Gutman y Melina Broffman, entre otres. Pero los hay en otros países del mundo. En este contexto de pandemia e incertidumbre están más presentes estas pseudociencias que en definitiva, son una forma de «estafa piramidal» o, incluso en algunos casos, una estafa lisa y llana: algunes (con buena voluntad o no) seguramente obtengan sus beneficios a partir de los momentos de vulnerabilidad de muches otres.
Todo esto en realidad no es muy novedoso y el pensamiento de Rousseau puede leerse como troncal en ese sentido: también decía que había que “volver a la naturaleza”, no sólo con la maternidad sino educando en casa (por supuesto al hombre le tocaba la sociedad mientras que a la mujer el hogar), aprendiendo a vivir como los “salvajes” (desde una clara posición de superioridad) y sin necesidad de la práctica de la medicina (de la cual estaba en contra).
Por otro lado, bajo el hecho de asociar lo «natural» con lo «ideal», se oculta que la crianza y la xaternidad no consisten sólo en lo vinculado al cuerpo (aunque esto sea muy importante): quienes no pueden o no eligen gestar, parir o amamantar también pueden criar, cuidar y amar, si así lo desean. ¿Hay alguna práctica totalmente por fuera de nuestra historia y nuestras relaciones sociales? Sin embargo, debemos reconocer que estas respuestas tienen lugar por abordar momentos de la vida en los que efectivamente somos vulnerades ¿y quienes no quisiéramos vivirlos de la mejor forma posible?
A riesgo de ser redundantes hay que resaltar que si bien pueden impostarse posiciones antisistema o revolucionarias desde esos 3 fundamentos, todas ellas comparten con el modelo de sociedad actual los mismos principios de funcionamiento sobre los géneros: el estereotipo de mujer-madre-heterosexual, la división entre lo público y lo privado, y la existencia de una “ciudadanía reducida” para mujeres e identidades feminizadas y del colectivo LGTTBIQ+.
La salida es feminista, popular y colectiva
En nuestro país todavía hay a quienes se les niega la Interrupción Legal del Embarazo que cubre las causales específicas por las que se puede practicar un aborto y, por lo tanto, sigue habiendo niñas obligadas a gestar y parir. Cuando el aborto en todos sus aspectos sea legal, seguirá la batalla cultural en las instituciones y faltarán recursos materiales para que ese derecho sea garantizado. Por lo tanto, la maternidad sigue siendo un destino impuesto para muches.
Pero como decíamos, aún cuando es deseada, la xaternidad presenta grandes dificultades y se siguen vulnerando nuestros derechos. Primero, porque dicha experiencia y las tareas que implica siguen siendo del orden privado y «femenino”. Pero también porque todavía hay a quienes, pudiendo hacerlo, se les infantiliza y juzga como «incapaces» de gestar y criar por el hecho de tener alguna discapacidad (aún existe por ejemplo, la esterilización sin consentimiento). Hay quienes necesitan un mayor apoyo porque deben criar niñes con discapacidades, quienes no tienen posibilidad de gestar y desean adoptar o acceder a métodos de reproducción asistida que no están a su alcance, quienes siguen sufriendo violencia obstétrica en clínicas y hospitales, quienes sufren un juicio social sobre su aptitud para criar según su orientación sexual y quienes viviendo bajo la línea de pobreza, pasan por estos y otros problemas.
Desde algunos feminismos ecologistas y/o decoloniales de América Latina se vienen haciendo algunos aportes al respecto: discutiendo contra un sistema que realmente pretende adueñarse de nuestros cuerpos al igual que de los recursos naturales, contra el imperialismo y las formas de sociedad que violentan y desconocen a las comunidades ancestrales y sus saberes, etc. Sin embargo, a veces hay una tendencia en estas corrientes a caer en un esencialismo y sacralización de los cuerpos, en una idealización de las formas de sociedad pre-coloniales ¿No había machismo en ellas? También tienden a dejar bastante de lado (o directamente plantear como perjudicial) la disputa del Estado y de políticas públicas (Rita Segato por ejemplo lee como “fracasos” los intentos de las feministas de ocupar espacios de poder, ya que la estructura misma del Estado es patriarcal).
Por ello debemos abocarnos principalmente a las realidades y necesidades concretas de nuestros territorios y de quienes los habitamos y contamos con una socialización adecuada a ello. Empezando por contener a todas las niñeces, a las xaternidades y crianzas de nuestros barrios populares, de amplios sectores de mujeres e identidades LGTTBIQ+, de los colectivos de personas con discapacidad y, sobre todo, generando propuestas en las que entren todos nuestros derechos y deseos. Pero ese camino debe transitarse desde fundamentos novedosos y propios del feminismo:
1. Fundamento social de las relaciones humanas: esto no sólo para evitar los mitos naturales y el biologicismo sino también para revisar con una mirada crítica (no idealista) las formas de sociedad que existieron y existen. No hay un principio biológico de la forma en la que criamos y xaternamos. Lo que pueda existir en nuestros cuerpos ya ha sido intervenido por los valores sociales que le damos.
2. Funcionamiento político de las xaternidades: debemos acentuar el rol público de los reclamos por los derechos a gestar, adoptar, parir, amamantar, xaternar o criar. En ese sentido existe una lucha cultural por trastocar la forma en que se ven todas estas cuestiones y el rol que la sociedad les da, pero también hay una pelea política por un poder estatal que permita generar políticas públicas en el aquí y ahora. Al mismo tiempo que se debe construir una nueva sociedad, disputamos el poder para cambiar la vigente. El feminismo popular tiene en su razón de ser esta vocación de poder.
3. El deseo como guía para evitar los pensamientos de un destino invariable o místico de las pseudociencias. Eso vale en un sentido amplio: para los cuerpos gestantes (incluyendo la promulgación de la Interrupción Voluntaria del Embarazo) para quienes xaternan y/o desean hacerlo, y para la crianza de infancias libres y respetadas.
Madre, feminista, comunicadora social y habitante del conurbano.