Las desigualdades quedaron al desnudo en el mundo entero con la pandemia. La historia es una herramienta para comprender la desigualdad territorial que se hace cada día más evidente en nuestro país. ¿Es posible revertirla?
Con la pandemia desde hace más de dos meses hemos podido observar una gran variedad de datos que ponen en evidencia la configuración geográfica y social del país. Tras la prórroga del aislamiento anunciada el 23 de mayo y prorrogada el 4 de junio por Alberto Fernández, Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof volvimos a observar algunos elementos que sirven para reflexionar sobre la centralidad de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires.
Tomando los datos que se han compartido en aquella ya lejana conferencia de prensa Alberto hizo referencia a que la mayoría de las provincias se encuentran en un porcentaje cercano al 80% de la capacidad productiva. Carla Vizzotti secretaria de Acceso a la Salud del (recuperado) Ministerio de Salud de la Nación dijo en uno de los informes diarios que el 84% de los municipios/departamentos del país no presentaban casos y que la tasa nacional de duplicación ascendía a 33 días (hoy en día hay municipios y provincias que tienen más de 50 días sin contagios).
Sin embargo, en la denominada Área Metropolitana de Buenos Aires (el AMBA) la situación es diferente: en las villas de la ciudad de Buenos Aires se duplican casos cada 8 días, en los demás lugares de la Capital, así como del conurbano de la Provincia de Buenos Aires, llegamos a una tasa de duplicación cada 11 días. Si incorporamos la variable poblacional encontramos que el 84% de los departamentos equivale a menos de un tercio de la población nacional mientras que, solo en el AMBA, se concentran aproximadamente 15 millones de personas sobre una población de 40 millones según el censo 2010. Es decir en 6.118 km² sobre los 2.78 millones de km² que tiene la Argentina se concentra más del 50% de la población. Así también se concentra la actividad economía. En definitiva, un mosaico de realidades con múltiples escalas gubernamentales.
Las provincias vs Buenos Aires
Es interesante recordar que nos anteceden años de historias y de hechos que pudieron haber cambiado la realidad de los acontecimientos. Tal fue el caso de la Confederación Argentina presidida por José Justo de Urquiza y luego por Santiago Derqui entre los años 1853 y 1863.
En efecto, tras los años de gobierno de Juan Manuel de Rosas sobrevino la etapa de la “Organización nacional”. Conocida así por la historiografía clásica se inicia tras la batalla de Caseros en 1852 en la cual Urquiza -gobernador de Entre Ríos- derrotó militarmente con el ejército grande (con apoyo de Brasil, Uruguay, Inglaterra y liberales porteños entre otros) al gobernador de Buenos Aires. Así le puso fin a esta experiencia y comenzó una nueva etapa en el país marcada por la intención de dictar una Constitución Federal para un país federal.
A raíz de estos hechos se prestaron a debatir y a escribir la nueva carta magna en la provincia de Santa Fé intentando sellar 42 años de debates. Este nuevo “sentir de época” impulsado por Urquiza y con el apoyo de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Tucumán, Salta, Jujuy, Santiago del Estero, Catamarca, Córdoba, La Rioja, San Juan, San Luis y Mendoza obtuvo un inmediato rechazo de la Provincia de Buenos Aires. Tras no participar en la convención constituyente, Urquiza realiza la primera intervención federal de la historia a la provincia y a la ciudad instalándose allí y persiguiendo a los devenidos opositores-porteños-bonaerenses.
La persecusión a Adolfo Alsina y a Bartolomé Mitre, entre otros será respondida con la “revolución” del 11 de septiembre de 1852 tras el retorno de Urquiza a su ciudad natal. La reacción porteña se volcará a una estrategia ofensiva en lo militar con intención de recuperar el protagonismo perdido. El objetivo era recuperar terreno político tras el pacto de San Nicolás en la provincia de Santa Fe que desembocó en una nueva Constitución Nacional y en la conformación de un gobierno federal.
Como dato de color, es interesante ver la historia de la Confederación Argentina a la luz de lo que fue la guerra de secesión estadounidense (1861-1865).
En ambas guerras se buscó definir -de una vez y para siempre- el modelo económico y político que fuera a regir. En el caso estadounidense, la historiografía oficial nos cuenta que se dió entre el norte “industrial” y el sur “esclavista” siendo el primero el ganador y quien manejó las riendas desde entonces hasta este presente con Trump. En nuestro caso, la división se dió bajo el argumento de la “forma de gobierno” y, de fondo, la discusión por la distribución de los ingresos que ostentaba Buenos Aires gracias a su puerto y los lazos comerciales que de él se derivan. En este sentido, cuando se votó la nueva constitución en 1853 se formó la Confederación Argentina con Paraná como capital con la aceptación de los 13 estados provinciales siendo Buenos Aires la única provincia que se opuso conformándose como estado al margen quedándose con el puerto y sus ingresos. En definitiva un país sin porteñes y bonaerenses había nacido.
¿Como terminamos en la situación actual?
La Confederación intentó hacer valer su condición mayoritaria mediante la fuerza e intentó doblegar la resistencia de Buenos Aires mediante un sitio a la ciudad. La reacción porteña apuntó a Santa Fe y a Paraná siendo derrotada en ambos casos pero logrando revertir la el sitio. Las revueltas continuaron en diferentes puntos y su momento más intenso fue la Batalla de Cepeda el 23 de octubre de 1859. De un lado Buenos Aires había un ejército de 9000 soldados, del otro lado estaban 14000 soldados representando a la Confederación. Fue el primer round entre Mitre y Urquiza en donde el entrerriano salió ganador.
Urquiza avanza hacia la ciudad con la finalidad de doblegar a la resistencia porteña pero, a diferencia de cuando se enfrentó a Juan Manuel de Rosas en la batalla de Caseros, decidió no ingresar a la ciudad y se apostó en el entonces pueblo de San José de Flores. Desde allí presionó para que se firmara la paz y para que el estado de Buenos Aires volviera a la Confederación: nacía el Pacto de San José de Flores.
En el mismo se establecía una comisión que se encargaría de impulsar reformas a la Constitución sancionada en 1853. Algunas las propuestas fueron “suprimir las ejecuciones a lanza y cuchillo” y “dictarse la libertad para cualquier esclavo que pise el suelo argentino”. Sin embargo, en las cuestiones de fondo fue otro caudillo mesopotámico quien mejor expresó la situación. Para López Jordán “(Urquiza) había llegado como ganador y negoció como perdedor”. En efecto, a partir de las reformas sugeridas por la comisión porteño-bonaerense se había establecido que se prorrogarán los impuestos que percibía Buenos Aires de la aduana por 6 años más (hasta 1866) y que la Capital y las constituciones provinciales serían definidas por el Congreso Nacional. También que a partir de este momento “Las denominaciones adoptadas sucesivamente desde 1810 hasta el presente, a saber: Provincias Unidas Del Río De La Plata; República Argentina; Confederación Argentina; serán en adelante nombres oficiales indistintamente para la designación del Gobierno y territorio de las Provincias, empleándose las palabras: NACIÓN ARGENTINA, en la formación y sanción de las leyes”.
La Nación Argentina había nacido y para 1861 la ilusión de la Argentina federal se comenzaría pinchar lentamente con la Batalla de Pavón. Esta batalla es el fin a la experiencia de la Confederación Argentina y a la vez que es el punto de partida de la recuperación hegemónica de Buenos Aires. Para esta fechas Urquiza había dejado la presidencia en manos de Santiago Derqui quien debió lidiar con la provocación de Buenos Aires de elegir diputados bajo la ley provincial (cuando la constitución reformada establecía que debían atenerse a la ley nacional) e intentó echar mano a la fórmula militar para intentar mantener la supervivencia de su gobierno. El segundo round de esta contienda se da entre 17.000 soldados que formaban parte del ejército confederado mientras que los porteños-bonaerense habían logrado reunir casi 22.000 almas. A pesar de la superioridad numérica, la batalla se decide por otro hito histórico famoso: Urquiza -en posición de ganar- declaró la retirada del campo de batalla a pesar de que Mitre terminó -como en 1859- en San Nicolás tras ser perseguido por la caballería a cargo de López Jordán.
Tras este hecho, todo es historia conocida: Buenos Aires se re-armaría política y militarmente y comenzaría un avance sobre todas las provincias imponiendo el orden unitario que se expresaría en la conformación de un gobierno nacional central gracias a las presidencias de Bartolomé Mitre, Domingo Sarmiento y Nicolás Avellaneda siendo este último el que en 1880 estableciera la capital en la Ciudad de Buenos Aires y federalizara los ingresos del puerto.
¿Cómo seguimos?
Si quedara alguna duda de los alcances que puede tener esta pandemia es cuestión de mirar los proceso políticos y económicos que vienen pasando. Sin embargo, las enfermedades no actúan en el aire sino que lo hacen en un contexto determinado. En tal sentido, el COVID-19 ha puesto en evidencia las desigualdades existentes a nivel mundial y que en el plano nacional adquiere una versión particular.
En tal sentido, no es sorprendente escuchar los reclamos de cambio que viene visibilizando el presidente Alberto Fernández junto a otres mandataries del país y del mundo. Sin embargo y hasta ahora, hay pocas ideas de cómo se van a encarar estos cambios.
La historia nos deja en claro que las ocasiones hay que aprovecharlas y el presente parece indicar que hay oportunidades para proyectar cambios posibles que tiendan a reducir las desigualdades existentes. De la misma forma que en 1853 se intentó resolver la forma de gobierno y distribución del ingreso, quizá el 2020 sea un buen año para pensar y romper con los marcos legales que establece la Constitución Nacional. En tal sentido, desde su escritura en 1853 las reformas que se hicieron en 1860, 1866, 1898, 1957 y 1994 siempre fueron a favor de los sectores concentrados que viven de la exportación. Solo la reforma de 1949 fue a favor de les trabajadores y los sectores populares consagrando en la misma derechos que hasta hoy en día y gracias a la organización, logran mantenerse vivos.
Quizá el 2020 sea el año en el que el mundo conoció el COVID19 y la Argentina se embarcó en el debate de una nueva constitución nacional sin guerras ni batallas en pos de construir un país más justo para todos, todas y todes.
Recibido de Profesor de Historia – Trabajador del Estado – Antes iba en moto ahora voy en bici