El futuro de Argentina: entre deuda y pandemia

Por Eliana Bazaga Granat
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¿Cómo afecta a la economía global y nacional el congelamiento de la gran mayoría de las actividades económicas durante la pandemia? ¿Qué rol toma el estado en la supervivencia económica? ¿Cuáles son las problemáticas específicas de la situación argentina? ¿Qué lugar tiene la deuda en este contexto? ¿Cómo explicar la volatilidad cambiaria que se esta viviendo en la región? Estas son algunas de las preguntas que desde el Observatorio de Economía Política y Políticas Públicas (OCEPP) buscan responder y discutir en este informe, para aportar una mirada global de la situación actual.

El primer síntoma del coronavirus en la economía nacional es el impacto recesivo de una pandemia. El efecto inmediato se dio por la restricción a la gran mayoría de los sectores de la economía para producir y comercializar, lo que cortó el flujo de ingresos y puso sobre la mesa la posibilidad concreta de una crisis impulsada por el quiebre en la cadena de pagos. Por otro lado, por el efecto de la incertidumbre: no se puede producir, no se puede comercializar y tampoco se sabe cuando se va a regularizar la situación. Por el lado de la demanda, la situación es igual de compleja por la reducción en el ingreso de los hogares. Podemos verlo reflejado en la caída en la recaudación del IVA del 33% que muestra una retracción en el consumo interno.

Es en este sentido que a nivel mundial los estados están tomando un rol activo en la aplicación de planes económicos para moderar de los efectos de la crisis. En la Argentina, el gobierno de Alberto Fernandez, está destinando un 4,2% del PBI a un paquete de estimulo nacional, donde el 2,4% representa gasto fiscal y 1,8% créditos, financiado por el Banco Central (BCRA).
La batería de medidas implementadas en Argentina incluye desde decretos con prohibición y regulación de despidos y suspensiones, hasta un ingreso familiar de emergencia para familias, postergación o reducción de aportes patronales para los empleadores y créditos a tasa cero para monotributistas y autónomos. Estas medidas tienen como objetivo intentar proteger a aquellos sectores sociales y empresariales más expuestos.

El efecto de la pandemia es mundial, así como el arrastre económico, por lo que se espera una caída del 3% en el PBI mundial para el 2020. De todas formas, la magnitud y las herramientas para actuar en la economía dependen de la situación inicial de cada país, y como bien sabemos la situación argentina era ya muy delicada antes de ingresar en el aislamiento preventivo. La pandemia llego a un país con dos años consecutivos de caída del Producto Bruto Interno (PBI), con una tasa de desempleo del 10,6%, pobreza del 35,5%, informalidad laboral del 34,5%, con déficit fiscal y sin acceso a los mercados financieros internacionales. El OCEPP proyecta un déficit fiscal primario del 4,7% para el 2020, y debemos esperar a la renegociación de la deuda para saber cuál será el déficit financiero.

En este sentido es que la reestructuración de la deuda sigue prevaleciendo como un tema central en la agenda económica nacional para este año. Ya se conoció la oferta realizada a los bonistas, donde se ofrecen altas quitas de interés, una quita del 5,4% del capital, y un aplazo en los vencimientos que le da a la Argentina un margen de tres años antes de comenzar a realizar los pagos. La propuesta presentada se ajusta con los lineamientos de sostenibilidad presentados por el FMI: quita de capital, recorte de tasas y estiramiento de plazos.

Pese al apoyo de economistas de renombre internacional -Stiglitz, Phelps, Piketty, entre otros-,  los grupos mas grandes de acreedores rechazaron la propuesta oficial, y de no alcanzar una negociación antes del 22/05, la argentina va a entrar nuevamente en Default. Por este motivo, desde el gobierno se flexibilizó la posibilidad de renegociación abriendo la puerta para que se discutan algunas cuestiones siempre y cuando se mantenga la esencia de que el plan sea sostenible. En concreto esto es que lo servicios de deuda no superen el 3% del PBI y que la deuda neta sobre el PBI sea menor al 40% después del 2030.

Mientras permanece abierta la negociación y el debate en torno a la sostenibilidad de la deuda, resulta interesante reflexionar acerca de la escasez de una institucionalidad internacional que proteja a los países emergentes o en desarrollo de ingresar a ruedas de endeudamiento que representen limitaciones claras para sostener un plan económico básico de crecimiento. A su vez, sería interesante que en el plano nacional se evalúen herramientas que restrinjan o limiten la capacidad de endeudamiento soberano a márgenes que sean coherentes con una planificación de pagos futura.

Por último, nos queda analizar el plano cambiario ¿Por qué se esta incrementando la brecha en el tipo de cambio oficial y el paralelo? Desde el OCEPP caracterizamos tres dimensiones desde las cuales se pueden explicar los distintos movimientos del mercado desde el inicio de la cuarentena. En primer lugar, en marzo el COVID impacto en los mercados financieros internacionales y la incertidumbre generalizada impulso a los agentes a refugiarse en activos más estables: principalmente dólar estadounidense, y bonos del mismo país en un comienzo. Como aprendimos en argentina los últimos años, esto afecta directamente a la estabilidad cambiaria de los países emergentes, explicando así las devaluaciones en distintas monedas durante marzo. Si bien el control de cambios impuesto por el gobierno en Argentina limito el impacto en el dólar oficial, sí hubo un impacto más fuerte en el dólar paralelo. Durante abril los flujos de capitales a países emergentes volvieron a ser levemente positivos, mientras que el BCRA permitió incrementos en el tipo de cambio oficial en marzo y abril, por lo que desde el OCEPP consideramos que la suba en la brecha cambiaria de abril respondió a motivos internos. En segundo lugar, están las cuestiones internas, que obedecen principalmente a la incertidumbre por la reestructuración de deuda, lo cual generó tensión en el mercado y finalmente impactó en el tipo de cambio. Un último plano para explicar el movimiento en el tipo de cambio es el vinculado a la baja en la tasa de interés, cumpliendo el objetivo de operar en el mercado de dinero, desatando un techo para las leliqs y arrastrando a las tasas privadas, lo que tiene su contracara en su implicancia en el mercado cambiario.

En conclusión, nos encontramos en una coyuntura sumamente dinámica y el rol del estado como agente interventor en la economía está marcando un cambio de etapa a nivel mundial, y la argentina forma parte de este proceso. Sin embargo, la pandemia no quitó de agenda a muchas de las problemáticas propias de la economía nacional, sino que incluso ratificó la importancia en poder cerrar determinadas cuestiones que son elementales para planificar un futuro económico en el país. Quedan desafíos importantes para los próximos días, y el desenvolvimiento de la economía en estos momentos marcará precedentes en la historia de nuestro país, tanto en la lucha contra el coronavirus como en nuestro propio debate sobre la deuda externa.

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Etiquetas: Economía, Pandemia
Eliana Bazaga Granat

Economista UBA, integrante del OCEPP. Fanática de las historias de Instagram y la cocina.