Novedad editorial

La confederación suramericana

Por Alejo Serrano Barbarán
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Serrano Barbarán comparte un extracto de su reciente libro "La Confederación Suramericana: un horizonte entre oleadas" (Ed. Igualdad, 2022) donde desarrolla las potencialidades de la integración.

Habiendo analizado algunas instituciones posibles que pueden ser encaradas por una segunda oleada de gobiernos populares, queremos ahondar en algunos aspectos complementarios y beneficiosos de pensar Suramérica en términos de Confederación futura. Dado que los límites estatales de los actuales países suramericanos atraviesan o comparten regiones con sus vecinos, existen y se producen fenómenos compartidos o cuya comprensión solo se esclarece al mirarlos más allá del límite fronterizo. 

Aquí se puede descargar el libro editado por el Instituto Democracia.

Pero la lógica de pequeños Estados tiende a desviar de allí la mirada. Retornar a la comprensión regional de los problemas es clave para augurar posibles soluciones. Más aún, incluso para problemáticas no originadas en estas particularidades del suelo y de la historia, encontramos que sería beneficiosa la conformación de una entidad que encarase los problemas de los pequeños Estados desde la perspectiva de la isla-continente. A saber: 

Las conquistas sociales

Sin duda alguna la principal virtud de la unidad de la isla-continente consiste en lo siguiente. En los países semicoloniales la lucha nacional solo puede ser la consecuencia de la lucha social. Esto es, la dinámica de la lucha entre las mayorías nacionales y las oligarquías cipayas produce, cuando las mayorías llegan al gobierno, la defensa de los intereses nacionales. Todo gobierno surgido del pueblo amplía los derechos y conquistas de las mayorías y todo gobierno surgido de la oligarquía los recorta y revierte. En esta lucha intervienen actores foráneos, en particular, las potencias dominantes aliadas a la oligarquía cipaya que se benefician y han moldeado el sistema semicolonial. En el siglo XIX fue Gran Bretaña, luego Estados Unidos. Cuando las mayorías vencen a las élites, acude en su auxilio la potencia hegemónica. 

Los casos históricos son sobrados. Al sumarse, las relaciones de fuerza se tambalean y quedan en favor de las élites. Para compensar, la única salida a la que pueden aspirar los gobiernos populares son otros gobiernos populares, principalmente de la isla-continente. De nuevo los ejemplos históricos, de Peron-Arbenz a toda la oleada de los 2000, son abundantes. Pues bien, el principal beneficio de la unidad continental suramericana es robustecer, consolidar y garantizar las conquistas populares adquiridas al interior de cada Estado. La nueva oleada en Perú, Chile, pero también los que cayeron y volvieron como Argentina y Bolivia, y los que aún faltan, no solo se beneficiarán de este concepto. Sino que es su única chance de superar los embates de la alianza élite-potencia hegemónica. 

Creemos que este es uno de los aprendizajes centrales que el campo popular brasileño ha realizado de la experiencia 2016–2022, que va del impeachment a Bolsonaro. Pues durante la primera oleada el gobierno del PT fue reticente a una serie de medidas tendientes a la integración. Quizás confiados en su proyección internacional visibilizada en el grupo BRICS. Está claro, sin embargo, que esa proyección no impidió que el ciclo popular fuera derribado por las guerras híbridas y con ellos gran parte de sus conquistas. 

El énfasis que manifiesta Lula por la integración en sus últimas apariciones apunta en esta dirección. A saber, que también el campo nacional y popular brasileño necesita de la integración suramericana. Que sus dimensiones continentales no son suficientes. 

Evasión fiscal, guaridas y contrabando

La evasión fiscal con destino a guaridas fiscales y el contrabando son dos prácticas comunes de las élites económicas en Suramérica. Mientras que los gobiernos intentan enfrentarse a estos desaguaderos dentro de los límites nacionales, la particular geografía de nuestra isla-continente, así como la estructura financiera creada por el capital internacional, son aprovechadas para usar las características de Suramérica en su contra. Dos casos elocuentes son la Cuenca del Plata por un lado, y la frontera colombo-venezolana por el otro. En el primer caso, las élites argentina, uruguaya y paraguaya aprovechan el bajo control efectuado sobre los ríos, así como la competencia fomentada por la internacionalidad de jurisdicciones, para construir un sistema de contrabando de cereales y bienes importados. A raíz del caso de la hidrovía, se produjo una discusión pública en Argentina, dado que Paraguay es el cuarto mayor exportador de soja del mundo, mientras que se encuentra bien por debajo en su producción. Sin embargo, “en Paraguay, el cuarto exportador de soja del mundo, el sector agropecuario recibe un trato especialmente favorable y en 2014 aportó menos del 1% de los ingresos fiscales nacionales en concepto de impuesto a la renta agropecuaria, pese a representar el 12% del producto interno bruto nacional (según datos de Oxfam)”. 

Las continuas decomisaciones de camiones con soja no declarada rumbo a Paraguay son la primera prueba de un sistema que siembra soja en la Argentina, la exporta clandestinamente a Paraguay para evadir retenciones, utiliza la infraestructura de la ribera argentina, y se exporta por el canal de Montevideo. O bien, al contrario, los puertos de Buenos Aires y Montevideo compiten por bajar precios de estacionamiento y depósito, en beneficio de las compañías internacionales de transporte marítimo, al tiempo que el bajo nivel de control permite el ingreso masivo de bienes importados no declarados, no solo a la Argentina, sino también a Bolivia y Paraguay. Pues es sabido que las ciudades paraguayas de Encarnación y Ciudad del Este son centros comerciales de productos importados “truchos”. De menor calidad pero ampliamente consumidos por locales, argentinos y brasileños que acceden a bienes baratos. Siendo Paraguay un país sin salida directa al mar, ¿de dónde provienen esos productos sino de la desembocadura del Plata?. 

El sistema de evasión no culmina ahí. Pues una vez exportada la soja y obtenidos los dólares, una de las maniobras de la élite argentina para evadir directivas del BCRA, consiste en facturar, liquidar o depositar sus dólares en Uruguay, reconocida guarida fiscal. No solo depositada en sus bancos sino también en proyectos de inversión. Punta del Este es un ejemplo de una ciudad construida por dinero argentino evadido, como modo de blanquear dinero en Uruguay, al tiempo que se constituye como balneario de élite. Tanto así que el ex presidente oriental Pepe Mujica no ha dudado en calificar a esta ciudad como un barrio privado porteño. Con seguridad los defensores del libre mercado argüirán que Uruguay se ha beneficiado de este sistema pero, ¿qué beneficios recibieron los hombres y mujeres orientales, convertidos en sirvientes y barrenderos de la élite argentina? No son las masas uruguayas las que se han beneficiado. 

En cuanto al caso colombo-venezolano, la frontera compartida está atravesada, por la continuación de la cordillera de los Andes y los llanos del Orinoco. En particular el tramo Cúcuta–Mérida es de una enorme complejidad por la conjunción de los Andes con un clima tropical de selva. Desde la irrupción del chavismo en Venezuela, la frontera fue utilizada como escenario de jaqueo de las políticas chavistas. Así por ejemplo, desde allí se traficaban mercaderías subsidiadas hacia Colombia, o se importaban mercaderías desde Colombia. También desde allí se realizó el intento de invasión por parte del eje Bogotá-Washington, con el concierto de Cúcuta y los camiones “de ayuda humanitaria”. 

Dado un orden supranacional, que fuese capaz de administrar estas regiones como una única unidad, la frontera colombo-venezolana, su continuación y porosidad podría ser utilizada de un modo potenciador de ambas economías. Mientras que para el caso de la Cuenca del Plata, las masas argentinas, paraguayas y uruguayas se beneficiarían de una gestión del río que dejase altos ingresos y destinase la recaudación al desarrollo del territorio continuado en lugar de a la construcción de enclaves de riqueza sobre mares de exclusión. 

La debilidad de la moneda

Argentina, Venezuela y Ecuador son tres países en los que el dólar ocupa un rol predominante en la vida económica cotidiana. En el caso ecuatoriano la economía fue dolarizada en los años 90-2000 y la situación no fue revertida por el correismo. Como es sabido, dolarizar una economía limita las posibilidades de independencia económica al ser fijadas las variables monetarias desde el Departamento del Tesoro. En los casos argentino y venezolano, en cambio, la dolarización no es oficial, pero existen sistemas no oficiales bi-monetarios, vale decir que el dólar circula de manera regular, los bienes inmuebles son medidos en dicha moneda, los ahorristas grandes y pequeños la utilizan como reserva de valor frente a la alta inflación, los precios de los alimentos, energía y otros bienes esenciales están fuertemente influidos por él, lo que convierte al precio de la moneda en una variable económica y política central, capaz de influir en el proceso democrático. 

Ambos países poseen fenómenos de restricción externa por los cuales los ingresos generados por los commodities de exportación (granos, cereales y petróleo, principalmente) no alcanzan a cubrir la demanda generada, bien sea por los insumos para producción o la importación de bienes finales de consumo. Las recurrentes crisis de cuello de botella pueden ofrecer escenarios favorables para devaluaciones forzadas o no forzadas, que dañan severamente la vida de las mayorías populares y de la sociedad en su conjunto. 

La necesidad de una moneda fuerte no puede ser abordada desde la perspectiva nacional únicamente, pues estas carecen de los medios necesarios para robustecerla, entre ellos, la confianza de la población en la propia moneda. Una moneda suramericana, respaldada en las reservas de un Banco del Sur por un lado, pero también en el músculo de la economía suramericana tomada en su conjunto, y en particular en la brasileña, podrían oficiar de variables suficientes para crear y consolidar una moneda única, que permita a la vez sortear las crisis de confianza, los cuellos de botella, los sistemas bi-monetarios y la dolarización oficial. 

Reclamos territoriales y subimperialismo

Mar para Bolivia, el Esequibo venezolano, los límites marinos entre Chile y Perú, o el conflicto de frontera Ecuador – Perú, los reclamos chilenos de mar austral, o la superposición de jurisdicciones en la Antártida son algunos de los reclamos territoriales que unos países tienen sobre otros. Bajo una unidad superior, que conciba el desarrollo de manera armoniosa y hacia el interior, los problemas de frontera pierden peso. Así por ejemplo, un modelo pensado alternativo de integración relativizaría el peso del mar para economía boliviana. El Esequibo que Venezuela reclama de Guyana integraría la Confederación sin dejar la administración guyanesa. Y los límites australes pasarían a manos de una entidad científico-militar suramericana, superior a las rivalidades o cooperación argentino-chilena. 

En cuanto a la influencia extrema de una nación sobre otra, las asimetrías imperantes actualmente en la isla-continente favorecen una tendencia histórica del Brasil oligárquico que se ha denominado como subimperialismo. Técnica clásica del Imperio de los Braganza, que retorna por momentos de la mano de los brasiguayos, tiende a subsumir todo el ámbito de la Cuenca del Plata bajo la órbita de Itamaraty, en particular a Paraguay, devenida en patio trasero del capital brasilero. Con esta tendencia Brasil podría con la construcción de corredores bioceánicos competidores entre sí tener la llave del desarrollo de los países al oeste en camino al Pacífico. 

Aquí es entonces necesario remarcar que la unidad continental dista mucho del subimperialismo. En particular por cuanto la unidad aspira al bienestar del conjunto y el desarrollo armónico en interés de todas las partes que lo conforman, mientras que el modus operandi del subimperialismo no difiere de los de un imperialismo hegemónico. Paraguay bajo el subimperialismo es menos que un Estado brasilero. Perú y Bolivia bajo la égida del capital brasilero se distancian de Chile y Argentina. En la lógica confederal todos los miembros se piensan a sí mismos y a su desarrollo en función del beneficio del conjunto.

Fecha de publicación:
Alejo Serrano Barbarán

Alejo Serrano Barbarán, militante del Frente Patria Grande, políglota, nació en Salta el 15 de julio de 1995. Desde 2014 vive en Buenos Aires. Estudió Gerenciamiento Económico Intercultural en la Universidad del Salvador.