Este domingo se definieron las dos incógnitas de la elección en Colombia. Petro no pudo ganar en primera vuelta y Rodolfo Hernández logró superar a Fico Gutiérrez. El sentido del cambio en disputa.
Con los resultados finales del preconteo se ordena el panorama electoral de cara al ballotage del próximo 19 de junio en Colombia. Ninguna encuesta anticipaba que Gustavo Petro estaba por encima del 50% de votos válidos necesarios para ganar en primera vuelta pero la mayoría de ellas indicaba que iba a superar el 40% de los votos, tal como sucedió. Con este resultado el Pacto Histórico finalmente no logró “el cambio, en primera” que anunciaba en su campaña.
Petro obtuvo más de 8.500.000 votos. El candidato progresista alcanzó 500.000 votos más de los que obtuvo en el ballotage de 2018 cuando fue derrotado por el actual presidente Iván Duque. El Pacto Histórico se impuso ampliamente en Bogotá y en 18 de los 32 departamentos del país. El proyecto progresista cosechó sus apoyos principalmente en las regiones del Pacífico, el Caribe y el Amazonas.
A pesar de no haber logrado el objetivo anunciado en la campaña se trata de una elección histórica para el progresismo y la izquierda colombiana. Fue el primer triunfo en una elección presidencial de un candidato que representa abiertamente ideas que se enfrentan a los partidos tradicionales y a la derecha. El liderazgo de Petro y la conformación del Pacto Histórico evidentemente expresan a un espacio político que parece consolidarse en un país en el cual históricamente las fuerzas políticas progresistas han estado marginadas de la posibilidad de llegar al gobierno.
Una de las claves del proceso electoral colombiano, donde prácticamente la mitad de las personas habilitadas para votar no lo hacen, está en la movilización. El último domingo la participación del 54% igualó a la de la primera y la segunda vuelta de 2018. Una movilización mayor que favoreciera al cambio que propuso la campaña Petro no se visibilizó en el resultado electoral y ahí está una de las principales claves para entender por qué no se logró “el cambio, en primera”.
Uno de los comentarios comunes de los analistas luego de conocidos los resultados de este domingo fue que “Petro no tiene por donde crecer”. Es cierto que buena parte de los apoyos a Petro en la segunda vuelta de 2018 llegaron de quienes en algún momento apoyaban al hoy devaluado Sergio Fajardo. También es cierto que varias encuestadoras como AtlasIntel anunciaban en sus informes que buena parte de los apoyos actuales venían de quienes en 2018 no habían votado.
Pero también es cierto que estamos ante un sistema electoral débil, al igual que en países como Chile. En diciembre, cuando se consagró a Boric como presidente de ese país, la participación en la segunda vuelta pasó del 47% al 55% y este margen favoreció al candidato progresista. Si bien el contexto no es el mismo que antes de la elección, nada asegura que dentro del 46% que no fue a votar este domingo haya más potenciales votos para Hernández que para Petro. De ahí que una de las claves de la campaña de Petro estará en buscar el apoyo de mucha gente que no suele participar en las elecciones.
Ganó el más “anti-casta”
El protagonismo de Petro en esta campaña fue innegable desde el primer momento. Por esa razón los distintos actores políticos del país se fueron ordenando en torno a las expectativas para poder derrotarlo en la segunda vuelta. Luego de las consultas interpartidarias de marzo, cuando Fico Gutiérrez se impuso en la disputa entre los candidatos de la derecha colombiana, los partidos tradicionales y el Centro Democrático de Uribe se alinearon detrás de su candidatura.
Gutiérrez ganó aquella consulta presentándose como el candidato “independiente” y se posicionó mediáticamente como la principal alternativa ante Petro. Por eso durante toda su campaña los apoyos partidarios y del uribismo no fueron demasiados visibilizados, pero evidentemente no le alcanzaron en el último tramo de la campaña para alcanzar su objetivo.
Hernández, al igual que Gutiérrez, no pertenece a los partidos tradicionales. También puede definirse “independiente” respecto a los principales actores políticos del país y también se cansó de repetir que no era un candidato de “derecha” o de “izquierda”. Los dos disputaban el voto de una parte de la sociedad que demanda cambio pero no está dispuesta a apoyar al Pacto Histórico. En ambos el discurso anticorrupción fue una constante.
La diferencia de Hernández respecto a Gutiérrez en su campaña estuvo marcada por salir efectivamente de los formatos tradicionales de la política. No se presentó a los debates, no tuvo una campaña con una estética tradicional y su manejo de redes sociales fue más genuino y directo. El ingeniero se presentó realmente como un personaje por fuera del sistema que atacaba por igual a Petro y a Fico, acusándolo de ser el candidato del uribismo. La diferencia respecto a la estética electoral tradicional usada por Gutiérrez se hizo aún más evidente el domingo por la noche, cuando a través de un video en vivo desde la cocina de su casa Hernández celebró su llegada al ballotage.
La llegada al ballotage de Hernández no era lo más probable que fuera a suceder el domingo y hasta hace dos semanas los estudios de opinión lo ubicaban con menos del 10% de intención de voto. Pero las encuestas de la última semana anticipaban que ya alcanzaba el 20% y tenía posibilidades de superar a Gutiérrez. Su llegada al ballotage es una nueva derrota de los partidos tradicionales colombianos que profundizan su crisis. El histórico partido Conservador fue derrotado por Gutiérrez en las interpartidarias. El también histórico partido Liberal con César Gaviria a la cabeza apoyó a Gutiérrez, que ahora fue derrotado. Y el uribismo, con el Centro Democrático, que había ganado casi todas elecciones de los últimos 20 años, ni presentó candidato y su apoyo a Gutiérrez de poco sirvió.
En el ballotage se define qué cambia en Colombia
Hernández obtuvo casi 6 millones de votos, llegando al 28% de los votos válidos. Ganó en 13 departamentos y se impuso en las regiones de los Andes y de la Orinoquia. El acompañamiento de Ingrid Betancourt, la caída de Sergio Fajardo y fundamentalmente al apoyo de muchos que se consideraban indecisos definió el resultado en el cual logró superar a Gutiérrez.
El candidato de los partidos tradicionales y la derecha, Fico Gutiérrez, obtuvo el 23% de los votos. Después de conocidos los resultados, este último declaró: “votaremos por Rodolfo y Marelen -Castillo- el próximo 19 de junio”. Además agregó que “Gustavo Petro no le conviene a Colombia» dado que «es un peligro para la democracia”. La capacidad de trasladar los más de 5 millones de votos que obtuvo el domingo a Hernández será uno de los desafíos de las fuerzas de la derecha colombiana en las próximas semanas.
El marco electoral de cara al ballotage estará en disputa. Tanto Petro como Hernández son dos candidatos rupturistas para la Colombia contemporánea. Mientras el primero de ellos representa a una corriente política e ideológica marginada del poder a lo largo de la historia, el segundo anuncia una ruptura con la dirigencia política de las últimas décadas.
El bloque de poder que dirigió los destinos del país, identificado con los partidos tradicionales y la derecha uribista, no será ajenos a la disputa abierta. Claramente buscaran construir un escenario anti-Petro en el cual se favorezca a Hernández.
Seguramente una buena parte de quienes apoyaron a Gutiérrez el domingo, en la segunda vuelta votará por Hernández. Cuántos sean parte de esta migración electoral probablemente definirá el resultado. También es cierto que Hernández sumó votos en las últimas semanas enfrentando a las identificaciones políticas que rodean a Gutiérrez y al uribismo. El apoyo de estos sectores también puede jugarle en contra y sería aprovechado por la campaña de Petro.
El proceso electoral colombiano está abierto. Mientras Petro buscará sumar apoyos entre una buena parte de la sociedad que el domingo no expresó su voz en las urnas, Hernández buscará sumar los votos de Fico Gutiérrez, tratando al mismo tiempo de evitar perder su perfil en contra de la dirigencia política. Petro anunció luego de la elección que “se acabó una era» y que «ahora le toca a la sociedad colombiana definir qué quiere con el cambio”. Evidentemente, el sentido del cambio estará en el centro de la disputa electoral en las próximas semanas.
De Mataderos vengo. Escribo sobre el mundo mientras lo transformamos. Estudié filosofía en la UBA. Integrante del Instituto Democracia.