Copiar para democratizar

Por Lucas Villasenin
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El libro Copia o muerte de Giorgio Jackson y Paula Espinoza es una novedad que merece una lectura urgente por parte de quienes plantean una alternativa democrática al neoliberalismo en América Latina.

Si te interesa saber que tienen que ver los medicamentos más caros del mercado, un paper académico, una semilla, el acceso a la tecnología por parte de las mujeres, una película o una canción bajada por internet y cualquier dispositivo tecnológico o digital con la democracia, deberías leer el libro Copia o muerte.

En el libro se da cuenta de un registro que trata de conciliar las vertientes más útiles de la modernidad (ligadas a los valores de la libertad, igualdad, etc.) con el pensamiento y los movimientos más productivos de las últimas décadas (feminismo, ecologismo, economía popular, etc.). Es un libro actual y práctico en torno a una bibliografía que se maneja poco en la región con autores como: Byung-Chul Han, Mercedez Bunz, Mark Fisher, Chantal Mouffe, Nick Srnicek y Alex Williams, Roxana Gay y Jeremy Rifkin (entre otros y otras).

La tesis principal de Copia o muerte es que la privatización del conocimiento en áreas como el arte, la medicina, insumos científicos y productivos nos conducen a la muerte, mientras que la única alternativa que nos queda es la copia. Veamos de qué se trata la propuesta.

¿Qué es y qué resuelve copia?

Para Giorgio y Paula copia no es plagio ni es engaño sino darle un nuevo uso a lo ya existente. Sin copia no hay vida, sin copia no hay evolución. Shanzhai, es el termino que retoma Byung-Chul Han de las prácticas tecnológicas chinas, y es utilizado para describir a la copia como un proceso de variación, combinación y mutación de la naturaleza. Bajo este término una creación que remite a un punto de partida único es impensable.

El pensamiento chino es pragmático. Cuando se analiza de creación no existe lo «original» entendido como una identidad invariable o un principio absoluto. Se busca conocer la mutación de las cosas para sacar provecho de las mismas. Por ejemplo: Confucio es un medio y no el creador de lo que enseña. La copia se transforma así en un elogio o una veneración.

La copia no es un problema cuando el asunto principal es para qué y por qué se produce el conocimiento (y no quién se lo apropia). La misma habilita la vitalidad y la circulación de lo creado permitiendo resultados concretos.

La cultura occidental, al reprimir la copia, la transforma en un acto delincuencial intentando castrarla de cualquier cualidad creativa. Nuestra cultura ha privatizado la producción del conocimiento imponiendo la propiedad intelectual.

Cuando a la copia se la llama piratería o se le atribuye la intención del engaño, se la castra de su sentido democratizante y de la posibilidad de liberar las energías emancipadoras.

El resultado de esta cultura es que los llamados «derechos» de propiedad, que surgieron para recompensar a los creadores, se han transformado en una herramienta para perpetrar desigualdades. Ya no se recompensa a quienes se había prometido hacerlo sino que su mecanismo conduce a generar escasez de una fuente ilimitada como es el conocimiento. De acuerdo con las conclusiones de Copia o muerte el sistema está elaborado para favorecer a los intermediarios en desmedro de los consumidores y creadores. Tampoco habría prueba eficiente de que los derechos de propiedad impliquen un desarrollo de la innovación.

Booktrailer de Copia o muerte

Internet y las redes sociales son ejemplos de esta contradicción. Herramientas que tenían entre sus premisas a la colaboración y a la desconcentración del poder condujeron a la big data y a monopolios mundiales de datos. La dinámica tecnológica lleva a que el sentido de origen de la propiedad sea un campo de disputa permanente.

La propiedad nunca es abstracta

Según Giorgio y Paula, así como el dominio de la propiedad inmaterial pone un límite al uso físico y territorial, esa dominación también puede definirse entre regiones y países. La concentración del poder se da en Estados Unidos y Europa mientras África, América Latina y el Caribe padecen semejante asimetría (los índices de complejidad económica así lo demuestran).

Byung-Chul Han explica que el neoliberalismo, al producir nuevas formas de auto-explotación, conduce a dirigir la agresión contra uno mismo y no contra el régimen. Produce más depresivos que revolucionarios -señala el filósofo surcoreano-. Siguiendo la reflexión de los autores de Copia o muerte, podemos agregar que la autoestima de los pueblos oprimidos tiende a generar más autoflagelación que grandes transformaciones. De romper ese camino se trata la solución.

La propiedad sobre el conocimiento funciona como el mecanismo de patear la escalera por parte del que llega a la cima de la pared, para que quienes están abajo (o intentando subir) no logren alcanzarlo. Así se debe entender la voracidad por implementar los derechos de propiedad vigentes en tratados de libre comercio o acuerdos entre países. Así se explica el colonialismo 2.0.

El extractivismo ya no es solo de materias primas o fuerza material de trabajo sino fundamentalmente de datos y conocimiento. La legitimación de esta forma de apropiación solo tiende a reproducir las desigualdades existentes (territoriales, de clases, de género, etc.).

El carácter democratizador de la copia

El neoliberalismo que avanza en la concentración del poder ha logrado transformar en mercancía el conocimiento producido por la humanidad. Este proceso pone en riesgo el conocimiento, al ambiente y a la vida misma de los seres humanos. La solución a esta situación solo puede venir con respuestas colectivas. «Sureños y cognitariado del mundo, ¡uníos por la copia!» es uno de los últimos mensajes del libro.

Retomando a los «aceleracionistas» Nick Srnicek y Alex Williams, Copia o muerte plantea la defensa del potencial democrático de la tecnología y la ciencia para hablar de una economía postcapitalista. Una economía en la que la cultura de la colaboración habilite el uso de la tecnología para ampliar el acceso al conocimiento y los derechos. Los datos que son «el petróleo del siglo XXI» pueden constituir una oportunidad para alcanzar una utopía liberadora o la posibilidad de construir una cárcel para la vida humana dando lugar a la peor de las distopías. La disputa está abierta: copia o muerte.

Descargar en la web: https://copiaomuerte.org/

El aceleracionismo plantea que la propuesta de un horizonte postcapitalista no puede pararse desde una resistencia hacia el desarrollo de la técnica sino que debe superar sus temores. Asumen que una visión superadora del neoliberalismo que ha fracasado y de los Estados de Bienestar que no retornarán debe partir de la reivindicación del potencial democratizador de las nuevas herramientas tecnológicas y digitales.

Copiar para una segunda oleada progresista

Copia o muerte formula un aceleracionismo desde América Latina (una copia de los planteos más innovadores para pensar la superación del neoliberalismo). Sus reflexiones son un punto de partida para que podamos disparar reflexiones sobre la coyuntura actual de la región.

Desde que en Haití los esclavos se quisieron liberar de Francia copiando a la gran revolución moderna en América Latina, la copia siempre buscó ser prohibida. Por esa misma razón la copia debe ser reivindicada. Tal vez hoy sea más necesaria aún cuando confluye el fin de la primera oleada progresista (con el golpe de Estado en Bolivia y la derrota del Frente Amplio en Uruguay) y emerge la segunda oleada (con los nuevos gobiernos de México y Argentina junto a las grandes movilizaciones en países como Chile, Ecuador y Colombia).

La cultura neoliberal apuesta a que cada individuo busque su camino para lograr sus objetivos de manera «original». En la política incluso predomina la idea de que está mal «parecernos a» o «hacer lo mismo que». Las fuerzas neoliberales se esfuerzan por borrar la historia y comenzar de cero. Y una de las principales consecuencias del neoliberalismo en la política es la diferenciación constante y las prácticas egoístas que justamente conducen a la «anti-política».

Evidentemente para comenzar a derrotar al neoliberalismo se muestra necesaria otra perspectiva donde la copia es reivindicable. No en vano el movimiento mundial que hoy más copia, más crea y se enfrenta a esos problemas es el feminismo. En todos lados quieren copiar «el violador eres tú» o el #NiUnaMenos, sin privilegio de exclusividad.

Otro ejemplo contemporáneo es el Frente de Todos en Argentina que es un intento de copiar todo lo que su liderazgo consideró necesario (los éxitos económicos del primer kirchnerismo, los valores sociales del primer peronismo, la audacia de Cristina en sus gobiernos, etc.).

En una coyuntura regional con muchos gobiernos reaccionarios pero con poca legitimidad social es imprescindible reivindicar los grandes logros del orden y el progreso social alcanzados en la primera oleada para «copiarlos» de manera vital y positiva. Curiosamente «orden y progreso» fueron banderas conservadoras en otra época y son las mismas banderas que hoy las élites no pueden garantizar mínimamente. Copiar de manera creativa las experiencias precedentes es lo único que nos puede hacer superar los déficits económicos y políticos estructurales que encontró la primer oleada. Hay que hacerlo porque fueron experiencias exitosas y que se mantienen con vida en sus pueblos. Y también hay que hackearlas para conocer sus fallas sistémicas y mejorar el programa. El aporte de Copia o muerte es de vital importancia para lograrlo.

Fecha de publicación:
Lucas Villasenin

De Mataderos vengo. Escribo sobre el mundo mientras lo transformamos. Estudié filosofía en la UBA. Integrante del Instituto Democracia.