Alexandria Ocasio-Cortez, en sus propias palabras

Por Revista Oleada
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Alexandria Ocasio-Cortez es una joven mujer de 28 años, origen portorriqueño e ideas de izquierda. El pasado 27 de junio logró un batacazo al vencer en las primarias demócratas de Nueva York a uno de los pesos pesados del partido. En esta entrevista cuenta las razones de su éxito electoral, en un terreno arado por el fenómeno Bernie Sanders.

Esta entrevista fue publicada originalmente en el sitio de la publicación norteamericana Jacobin, a quienes agradecemos la gentileza de permitirnos reproducirla en español.
Traducción: Julián Aguirre

Tomó un poco de tiempo traer a Alexandria Ocasio-Cortez para una entrevista, porque ella ha estado más bien ocupada durante las últimas dos semanas.

En una victoria en las primarias por el decimocuarto distrito de Nueva York que casi nadie vio venir, Ocasio-Cortez derrotó a quien fuera titular durante diez términos electorales y actor de peso por el Partido Demócrata, Joe Crowley. De 28 años, integrante de Democratic Socialists of America (DSA), quien trabajaba como barista hasta el año pasado desplazó a un potencial presidente de la Cámara de Representantes demócrata.

Daniel Denvir habló con Ocasio-Cortez para su podcast The Dig, transmitido por Jacobin Radio, cubriendo los elementos básicos de su campaña, por qué los demócratas de centro a lo largo del país se encuentran vulnerables frente a competidores de izquierda, la necesidad de candidaturas que antepongan una visión política audaz, la privación de derechos de los votantes, el status político de Puerto Rico, y mucho más. La conversación ha sido editada para su claridad.

Empecemos con una pregunta pragmática: ¿Cómo ganaste? ¿Cómo se vio la operación en el terreno?

AOC: Al arrancar la campaña, yo no conocía todo en lo que iba a involucrarme, pero sabía el tipo de campaña que mi oponente iba a conducir: una campaña corporativa demócrata estándar, conducida por un DCCC (Comité de Campaña Congresional Demócrata). Usualmente, esas campañas no se enfocan en el terreno. Yo estaba llegando a esta carrera con antecedentes como organizadora. Desde el comienzo, me concentré en organizar a la gente, construir una coalición, y hacer progresar dicha coalición con otros organizadores. La campaña estuvo casi enteramente concentrada en la organización física y en el alcance digital para reforzar esto primero.

Casi todas las personas involucradas en esta campaña desempeñaban tareas como organizadoras por primera vez. Construí relaciones con previos organizadores, pero muchos a quienes conocía no habían tenían experiencia electoral. Vengo de un recorrido más enfocado a la educación, por lo que muchos activistas y organizadores que conocía eran muy cínicos hacia la política electoral. La mayoría de ellos se abstenían deliberadamente de verse envueltos en política electoral. Pasé unos buenos seis meses construyendo confianza con organizaciones de base y ganándome algo de dicha confianza y credibilidad para llegar a personas que normalmente no creían en la política electoral.

Tocamos unas 120.000 puertas. Enviamos 170.000 mensajes de texto. Hicimos otras 120.000 llamadas telefónicas. Antes incluso de pasar a la fase de la votación, un año antes, dirigimos una campaña entera de registro electoral, ya que Nueva York es uno de los estados más restrictivos para votar en EEUU. Si tú ya te has registrado para votar en Nueva York y eres un votante independiente o no afiliado, debes cambiar tu afiliación partidaria con una anticipación de casi un año para ser capaz de votar en la primaria del año siguiente.

Eso hirió mucho la campaña de Bernie [Sanders].

Sí, tenemos tres millones de votantes independientes y no afiliados en el estado de Nueva York. Es el segmento de votos más grande, y se encuentra continuamente excluido.

Un año antes de la elección hicimos un ejercicio de registro donde tomamos nuestro padrón de votantes y extrajimos cada votante independiente o sin afiliación. Hicimos nuevamente entre 10 y 13000 llamadas telefónicas para dar a conocer a la gente: “Hey, va a haber una candidata progresista compitiendo para el Congreso el próximo año. Ella no acepta dinero de las corporaciones. Pero la única forma en que podemos ganar esta elección es si gente como tú decide registrarse como demócrata y así poder contar con tu voto el año que viene.”

Honestamente, eso fue el escrutinio más difícil de toda la campaña, un año atrás. Fue cuando más portazos recibí, cuando más gente me gritó. Tomaba el teléfono y la gente podría llegar a insultarme. Y yo les decía: “escucha, lo entiendo, entiendo por qué no quieres ser demócrata.” Ni siquiera sabíamos cuán efectiva era esa técnica, porque el Estado (entendiblemente) no te ofrece un método real para rastrear si esa persona ciertamente se registró.

Ese esfuerzo de hace un año, fuera exitoso o no, realmente nos ayudó a curtirnos en lo básico de la organización electoral puerta-a-puerta: tantear el terreno, identificar a tus simpatizantes. Eso fue la base de toda nuestra campaña.

No nos apoyamos en personas especializadas en cómo hacer estas cosas. Contábamos con un mensaje que encendiera a la gente. Una vez que lo estaban y preguntaban, “¿qué puedo hacer?”, las formábamos por nuestra cuenta. Decíamos: “hey, escucha, no es tan difícil, descarga esta app, aquí está lo que puedes hacer.”

La organización electoral no es tan difícil. Sin duda, hay un pequeño proceso en ella, pero no toma más que alrededor de una hora de práctica y luego solo aprendes mientras estás fuera, en el terreno. Eso fue exactamente lo que hicimos. Entrenamos diariamente a las personas que quisieran involucrarse y les enseñamos el ABC de cómo hacerlo.

Nuestra operación de campo abarcó casi toda nuestra campaña. No condujimos ningún anuncio televisivo. Mi oponente los transmitió durante todo el mes de junio. Él envió de diez a quince sobres satinados a casi cada demócrata registrado en el distrito. Yo les digo el catálogo de Victoria’s Secret.

Directo a la papelera de reciclaje

Sí, son estas cosas brillantes de cuatro colores con un titular en el frente. Y los buzones de las personas se llenaban de ellas. Enviamos cerca de tres postales a alrededor de 50 mil personas porque era lo que podíamos costear. Por lo cual estábamos superados económicamente por completo para comerciales televisivos y en el correo.

Pero no nos superaron en la calle. Había una presencia muy ligera en el terreno. Él tenía gente allí fuera, pero no era demasiada. Nosotros teníamos cientos de voluntarios sumándose. Hacia el final, la gente llegaba conduciendo desde Massachusetts, desde Ohio. Un muchacho llegó desde Iowa. Esa es la ventaja de una brecha de entusiasmo. Los medios de comunicación pudieron no prestar mucha atención a nuestra labor, pero la gente de a pie sí lo hizo bastante.

Figuras del establishment han intentado mitigar tu victoria correspondiéndola a la demografía de tu distrito, lo cual parece una forma muy conveniente de negar la magnitud de la insurgencia en desarrollo que representa una amenaza para ellos mismos. ¿Cómo ves la manera en la que el sistema contra el cual te presentas está interpretando y dando a entender tu triunfo?

No estoy muy preocupada por ello. Al principio, dentro de esas primeras 24 o 48 horas, vi todas las excusas posibles acerca de mi éxito. No me molestó, porque ninguna de estas personas estudiaron o prestaron atención a la campaña.

También sé que parte de la dinámica se asemejó a la situación del rey desnudo, tanto para el establishment político como para muchos de los medios de comunicación convencionales, debido a que este enorme y chocante hecho en la política nacional ocurrió sin que nadie le prestara atención.

Muchas de estas personas que luchaban por entender esta campaña tenían recortes de todo lo que explicaba mi campaña. Pasé horas hablando con reporteros del New York Times antes de mi campaña, por lo que no era que no hubiesen hablado de ella. Les hablé de quién era yo. Decidieron no cubrir la competencia. No se trató de una cosa pequeña que pasó debajo del radar. Pareciera que la historia salió de la nada, pero no fue así.

Antes del triunfo, no era que no hubiera tenido presencia en las redes sociales. Ahora las cosas son completamente diferentes, pero tenía cincuenta mil personas siguiéndome en Twitter antes de nuestro éxito –reporteros de CNN, el New York Times, MSNBC. Cuando fui al show de Chris Hayes después de la victoria, él dijo al aire, “he estado siguiendo tu candidatura por algún tiempo.”

La gente estaba prestando atención a esta carrera. Creo que fue una cuestión de cadenas de medios de comunicación –y probablemente un asunto del establishment político- que tomaron la decisión activa de no cubrirla.

Honestamente, está bien, porque en cierto sentido fue una ventaja para mi campaña.

Recuerdo que fui remontada tan atrás porque después de toda esta semana de una enloquecedora gira por los medios, muchos periodistas estaban haciendo las mismas preguntas. Varios reporteros en Univision con los que tuve la oportunidad de sentarme me preguntaron, “¿cómo te defines a ti misma?” Esa fue la primera vez que un corresponsal, especialmente en una cadena de TV, me hizo esa pregunta.

¿Cuál fue tu respuesta?

Le dije, “soy una educadora, una organizadora, y una defensora incondicional de las familias trabajadoras”. La manera en la que me pienso a mí misma es como una organizadora. Ninguna otra cadena de noticias me permitió contar esa historia, lo cual está bien. Honestamente, es algo bueno. Es algo bueno si el establishment político quiere desechar mi triunfo por razones superficiales. Si alguien va a decir que mi victoria se debe a razones demográficas, francamente, creo que es pereza intelectual, pero dejémoslo que pase.

Dejemos que ellos no aprendan la lección, porque el pueblo, el movimiento progresista, el movimiento por las familias trabajadoras, el movimiento por una justicia económica, social y racial, el movimiento para empoderar a la gente de clase trabajadora, el movimiento por Puerto Rico, el movimiento por Ferguson, el movimiento por la reforma de la justicia penal, esas personas están prestando atención. Esas personas están diciendo: “¿cómo hizo ella para ganar?”

Me haces esta pregunta. DSA quiere conocer esta pregunta. Auténticamente quieren saber, porque estas son las comunidades con las que construimos una coalición.

DSA jugó un rol muy importante, pero también lo hizo Black Lives Matter del Gran Nueva York, como Justice Democrats, al igual que muchos dirigentes de trabajadores y de inquilinos, de la comunidad musulmana, de organizaciones juveniles judías. Actuamos de forma muy deliberada al construir una coalición de personas que estuviesen al frente mismo de la militancia en el movimiento progresista.

No podría haber ganado sin el apoyo de DSA, pero nuestro éxito no hubiese sido completo de deberse a un grupo en particular. Si lo fue, probablemente se debe a Justice Democrats o Brand New Congress, porque son quienes me convencieron de presentarme como candidata en primer lugar. No habría elegido competir si ellos no me hubieran empujado a hacerlo, pero nuestra organización electoral fue exitosa porque construimos una coalición.

Hubo un momento increíblemente poderoso en tu debate televisivo con Crowley cuando él prometió apoyarte en la elección general si tú ganabas la primaria. Después intentó ponerte una trampa al preguntarte si tú harías lo mismo en caso de que él resultase ganador. Tu respuesta fue que te remitirías a las personas organizadas que te apoyaron, grupos como DSA, y les consultarías –que no era una decisión que pudieses tomar por tu propia cuenta.

No preveía que él me hiciera esa pregunta. Salí con la respuesta tan rápidamente por todo el trabajo que hice personalmente para construir la coalición. No mandé a nadie. Tampoco fue que traje a sus organizadores a “mi equipo” o algo por el estilo. Físicamente tuve que ir en persona ante cada una de estas organizaciones. Con DSA, tuve que ir al grupo electoral de Queens, al grupo electoral del Bronx, después al público en general de Queens, después al público general del Bronx, luego por toda la ciudad. Y eso fue tan solo para una agrupación.

Esta pregunta se me había presentado antes. Me la han preguntado estos grupos. Entonces cuando me hicieron esa misma pregunta en vivo en el debate televisado, sabía que habría personas que se tomarían con seriedad el asunto en caso de que tomara cualquier tipo de decisión unilateral al aire frente a las cámaras.

Mi candidatura es la candidatura de un movimiento. Opera en una manera muy inusual, porque cuando empecé esta carrera, pensé en cómo la gente hace esto para sí misma. Sigo sin poder creer que alguien pueda levantarse y decir, “quiero ser congresista o senadora”. Ellos organizan la campaña entera alrededor de la identidad individual de aquella persona. Dirán, “soy la mejor persona para este trabajo” y después intentarán literalmente organizar a miles de personas alrededor del lema de “soy increíble”.

Para mí, eso es demasiada presión. Y no creo que eso sea lo que resuena entre la gente. Incluso cuando miras cómo las personas se concentran alrededor de Barack Obama, sin importar cómo te sientas en torno a sus políticas, no era solo acerca de él, sino que era que representara a tanta gente. Para mí, sobre ese escenario, sabía que representaba a un movimiento, un movimiento que operaba con estímulo.

Obtuve una respuesta muy acalorada de parte del establishment después de eso, pero la única gente decepcionada acerca de ese comentario fueron quienes ya se encontraban trabajando para el Partido Demócrata. Conseguí mucho respeto de los votantes por ello. Fui a la bodega una semana o dos después del debate, y mi primo estaba allí con unos amigos. Ellos vieron el debate y todos estaban como “esa actitud fue gangster”.

Nunca había visto algo como eso.

Existe esta ilusión entre los titulares del Partido Demócrata de que los neoyorquinos los aman, que los neoyorquinos aman al establishment demócrata.

Solo porque han logrado reelegirse.

Es una situación de rehenes. Porque nadie va a votar por el Partido Republicano, pero hay un control tan estrecho sobre quién puede ser el nominado demócrata en cualquier caso que los neoyorquinos se ven forzados a votar por cualquier demócrata que se encuentre en la boleta en noviembre. Especialmente porque nuestro sistema de primarias se encuentra tan sesgado, es tan opaco, de forma deliberada. Las primarias demócratas son las elecciones, especialmente en la ciudad de New York.

De cualquier forma, pienso que tan solo estaba haciendo lo que el movimiento me pedía en aquel momento.

¿Cómo piensas mantener esa relación de responsabilidad a lo largo del camino?

Me comprometí a continuar con mi actividad como organizadora de base. Solo la semana pasada tuvimos una reunión en un pequeño hall en Queens con todos nuestros organizadores y voluntarios. Probablemente contemos con un núcleo de 150 personas en nuestro distrito congresional. Están todos estos artículos recientes que dicen cosas como “¿cuál será su próximo movimiento?, ¿qué irá a hacer después?”, pero no tomo muchas de estas decisiones sola.

La primera semana después de ganar fue muy difícil para mí personalmente porque fue la mayor cantidad de tiempo que pasé a) fuera del distrito y b) lejos de la comunicación constante con nuestros organizadores. Eso fue difícil emocionalmente, porque es como una conversación constante. Tenemos todas estas plataformas diferentes. Tenemos todos estos grupos de chat diferentes –grupo de chat con simpatizantes, un grupo para organización en el terreno, un grupo del equipo de prensa, un grupo de organización en español, un grupo multilingüe-. Cualquier día podía abrir el grupo de chat de adherentes y ver de qué estaba hablando la gente, cuál era el sentimiento. Me aparecía con mis propias opiniones aquí y allá. Lo mismo con todos los otros grupos.

Entonces fue realmente fácil para mí seguir el pulso de las cosas porque no solo me encontraba en el terreno, no solo golpeaba las puertas por mi cuenta, sino que también escuchaba y veía las historias que otras personas compartían constantemente. Los primeros días después de la victoria, fue muy extraño porque fueron 14 horas de recorrer medios de comunicación por lo que no tuve la oportunidad de estar en contacto. Ahora que se ha despejado un poco fuimos capaces de reencontrarnos.

Entonces tuvimos este encuentro con 150 personas, y nos hicimos dos preguntas. Nos dividimos en grupos y dijimos, a) ¿en qué debería enfocarse nuestra campaña los próximos tres meses?, después b) ¿qué solución específica podemos implementar para abordar las debilidades o injusticias principales en nuestra campaña? Porque siempre que tienes un conjunto de personas que se reúne, siempre habrá injusticias y debilidades sistémicas. Si somos conscientes de ellas e intentamos activamente pensar e implementar soluciones de forma regular, podremos evitar fallos comunicacionales y organizativos. Pienso en los términos para mantener eso.

Para mí, no creo que las campañas terminen. Hay un lado negativo y uno positivo de ello. El negativo es que en un ambiente de mucho dinero, post-Citizens United, se siente como si el tipo de campaña transaccional jamás se detuviera –y eso es agotador, porque no quiero ver anuncios de campaña todo el año-. Por el otro lado, no creo que el organizarse deba terminar jamás.

Una oportunidad importante para retadores de izquierda en todas partes es volcar la baja participación a nuestro favor, haciendo crecer al electorado y atrapando desprevenida a la gente que ocupa las bancas.

Absolutamente. La idea de que debemos enfocarnos en el centro es un desperdicio de recursos para mí. Porque hay una cosa, ese sector medio nunca decide hasta una semana antes de la elección. Si no sabes por quién votarás la semana previa a la votación, ninguna cantidad de recursos te hará tomar esa decisión más temprano.

Lo que necesitas hacer es concentrar y expandir. Hubo personas que nunca habían votado antes, quienes estaban comprometidas en votarme meses antes de la elección porque yo me dirigía a ellas. Entendían que nos importaba, ya que no cometí el absurdo de dirigirme al votante “triple” –las personas que han votado en las últimas tres elecciones primarias- y de solo hablar a esa gente.

Sabía que ese votante no era mi prioridad. Sería mi segunda o tercera opción. La gente que está activa, quienes se preocupan por Medicare for All, por una educación pública y gratuita –ellas van a sumarse primero si tomas esas posiciones-. Esas personas se preocupan lo suficiente como para organizar a sus amigos y familias.

La senadora Tammy Duckworth dijo recientemente que tu enfoque no funcionaría en el interior, que tu estrategia es especifica del Bronx. Creo que tu respuesta fue excelente. Listaste todos los estados donde Bernie ganó, muchos de los cuales se encuentran en el Medio Oeste y después se perdieron en la elección general, y preguntaste: ¿cuál es el plan para prevenir que eso se repita?

Siempre estuve hablando con los votantes, y decimos, “perdimos mil escaños, perdimos la Cámara, perdimos el Senado. Hemos perdido la presidencia en una elección que sin duda no debiéramos haber perdido. ¿Vamos a seguir comprometiéndonos a votar por la misma gente, la misma estrategia y el mismo plan?» Porque no hemos cambiado nuestra estrategia de juego como partido. Realmente no parece que haya habido cambios. ¿Qué aprendimos de 2016? ¿Cómo vamos a hacer las cosas de manera diferente?

Ellos probaron su estrategia. Fue un fracaso.

Ese fue el punto que señalé: “¿vamos a elegir continuar con un curso con el cual se demostró que se pierde literalmente todo?”.

Pienso que las personas empiezan a demandar que el establishment cambie de curso, cuando en realidad necesitamos reemplazarlo y ser quienes cambien la dirección por nuestra cuenta.

Mi oponente, el 99% de su financiamiento proviene de corporaciones, lobistas, y donaciones de grandes sumas de dinero. Menos de 1% viene de donaciones pequeñas. Yo soy al revés. Si tu titular continúa siendo financiado mayormente por corporaciones, quien dice las mismas cosas que decían en septiembre de 2016, debería preocuparte.

Si la presidencia de Trump no ha empujado a una persona a cambiar los fundamentos de su enfoque, entonces ellos no van a cambiar. Pienso que algunos sí lo han hecho. No estoy diciendo “quememos todo hasta sus cimientos” porque pienso que hay quienes legítimamente han cambiado de parecer.

Para ser honesta, eso es lo que Crowley hizo también. Recibí su correo –no me quitó de su lista-, por lo que tengo diez de estas correspondencias en mi casa con mi nombre en ellas, y muchas tienen la cara de Trump.

“Este tipo da miedo, confíen en mí para enfrentarlo” – y eso es todo.

¿También hizo eso durante el debate?

Exactamente, ese fue el mensaje. De hecho, esa fue la estrategia para las elecciones generales: “Trump es un demagogo terrible, y será un desastre para nuestra democracia” Adivina qué: Trump es un demagogo terrible y es un desastre para nuestra democracia, pero perdimos la elección con esa narrativa. Se siente como si muchos dirigentes demócratas estuviesen en piloto automático.

Creo que hubo un intento real por apartarme del establishment y crear este antagonismo a la luz de mi triunfo. Rechazo eso porque fue un relato que otros han intentado hacer avanzar, pero ese no era mi plan. No voy a permitir que mi movimiento sea secuestrado por una energía de antagonismo cuando en realidad estamos intentando hacer avanzar una visión positiva y progresista para el futuro de EEUU.

No voy a verme inmersa en internas demócratas –no porque quiera hacerle un favor al establishment, sino porque tenemos un movimiento que construir-. Me concentro en lo que estamos intentando lograr.

Muchas personas tienen la esperanza de que tu victoria inspire y fortalezca esta nueva ola de competidores socialistas y de izquierda. ¿A dónde ves que se dirigirá el movimiento? ¿Y qué próximas disputas te generan más interés?

Hay una enorme oportunidad para construir nuestra propia fuerza, y se puede empezar de cualquier parte. No necesitas capturar una banca en el Congreso –hay tantos escaños que hay una enorme oportunidad para ello-.
Muchas personas son cínicas y se sienten marginadas y creen que organizarse electoralmente no lo vale. Espero que sepan que les entiendo. Entiendo el cinismo. Pero les pido que reconsideren, ciertamente no es el behemot imbatible que las personas pretenden que sea. El dinero en la política ha sido tan influyente porque hay mucha pereza en el terreno. Muchas de estas maquinarias políticas “indescifrables” son cáscaras, no tienen una fuerte participación. Están decrépitas.

Muchos de estos partidos demócratas –en especial a nivel estatal- están inertes. Han sido tomadas como estas pequeñas formas legales para lavar dinero. Para eso han sido usadas. Ese fue el caso en mi zona. El Partido Demócrata del Condado de Queens era visto como algo muy poderoso, pero la razón de eso se debía a que los lobistas lo utilizaban para lavar dinero en las campañas políticas locales.

Pero no tenían cuerpo. Si eres capaz de movilizar cuerpos, puedes provocar un cambio.

Creo que esa es la verdadera lección de la campaña de 2016. Muchas personas se volvieron cínicas después, por culpa de la ex secretaria del Comité Nacional del Partido Demócrata, Debbie Wasserman-Schultz. Pero la historia real es que Bernie –quien al principio creo que ni siquiera se candidateó con perspectivas de ganar- atrapó al sistema desprevenido y expuso al emperador desnudo y casi destronó al campeón de la nada. Porque en realidad no son tan poderosos como pensamos.

Sí, y la mayor parte del poder opera sobre esa ilusión. Noventa por ciento de esta campaña fue organizada en un living, literalmente. Trabajaba en un restaurant. Empecé esta campaña desde un bolso de Trader Joe, de verdad. Después del trabajo, me cambiaba la ropa que llevaba guardada en ese bolso. Llevaba mi anotador, y si había una persona interesada, ellos invitarían a sus amigos y vecinos al living de su casa. Yo tomaba el tren hasta su dirección y simplemente hablaba con ellos, 10 a la vez, durante ocho meses.

Así fue mi campaña. Esos pequeños grupos de 5, 10 personas –eventualmente se volvieron un pequeño ejército de organizadores duros de mi campaña. La historia que siempre cuento en estas pequeñas reuniones era la del Mago de Oz. Formamos nuestro pequeño escuadrón, y caminamos a lo largo del camino de ladrillos amarillos, hasta llegar a la Ciudad Esmeralda. Tocamos a la puerta y entramos caminando, y allí se encontraba este gigante intimidante, pero es tan solo un tipo detrás de una cortina. Una vez que la verdad queda expuesta, las personas comprenden que se trata de un pequeño hombre detrás de una cortina.

Con un gran micrófono.

Con un gran micrófono, determinando el destino de miles de personas, cientos de miles. Después entiendes que en realidad no es tan loco cambiar eso –que ciertamente puedes cambiarlo con un pequeño grupo de personas-. Hay muchos lugares como ese.

El Partido Demócrata, durante un largo periodo de tiempo, no ha invertido recursos en la organización de base. Debido a eso, fuimos capaces de explotar una gran cantidad de brechas. Espero que mi triunfo demuestre cuál es la verdadera fuerza del partido o de cualquier partido que responda al pueblo trabajador.

Alexandria Ocasio-Cortez, junto a Bernie Sanders (en el centro), y James Thompson, candidato demócrata de Kansas.

Existe esta industria encubierta de consultores electorales. Ellos recomiendan a los candidatos gastar dinero en cosas –no cosas que funcionen sino que estén basadas en una retribución-. Muchos asesores obtienen un 10% por cada anuncio televisivo que colocan para un candidato. No va a hacer recomendaciones para ganar, van a recomendar lo que les haga ganar una comisión. Ese es el incentivo basado en el mercado de una gran parte de esta industria.

Esto es lo que sabemos que obtiene resultados: llamar a la puerta gana, telefonear gana, el contacto directo con el votante gana. Pero no le deja dinero a la gente. Supimos que esa era la dinámica. Supimos que Crowley gastaría dinero en sus correos. Supe que gastaría dinero en campaña televisiva. Pero tenía la impresión de que no volcaría mucho dinero en el terreno, porque no puedes sacar una gran comisión de ahí. Y es un esfuerzo doloroso.

Donde ganamos fue en la calle. Quienes quieran conducir una exitosa campaña en la base necesitan contar cuántas puertas han golpeado, y tienen que contar sus documentos de identidad. Haces contacto con el votante, y lo sitúas en una escala de uno a cinco en cada oportunidad. Contamos 15.900 con puntaje de uno y dos, y 15.900 personas salieron a votarnos el día de la elección. No fue una coincidencia.

Estuve encantada porque para mí como organizadora, contar cuánta gente vota por tí es tan solo sentido común. Hablé con alguien que estuvo involucrado en muchas campañas anteriormente. Dije: “¿es así como todos arman su campaña?». Y él dijo “no”. “Entonces ¿qué hace la gente?”. Él contestó: “anuncios televisivos e intervienen mucho en la radio, y obtienen quizá un cinco o diez por ciento de su número para ganar. Si necesitas 15000 personas que voten por ti, cuentas 1500.” Le dije: “¿cómo hace la persona para saber si ganará?”. Su respuesta fue: “no lo saben. Simplemente gastas toneladas de dinero en TV, haces muy poco en el terreno realmente, y después tan solo rezas”. “¿Así es como se administran tres millones de dólares congresionales?”. “Sí, bastante”.

Esa es la razón por la que estábamos perdiendo. Es por eso que creo importante para nosotros que evidenciemos este asunto.

Pensando de cara a tu asunción en el Congreso (me siento muy confiado para noviembre pero no quiero echarlo a perder) la derecha ha usado con éxito grupos como el House Freedom Caucus para hacer avanzar su agenda. Piensas que el Progressive Caucus, que ha tenido un perfil mucho más bajo durante mucho tiempo, ¿podría hacer algo a favor de la izquierda?

Hay potencial. Todo depende de cuán unificado se encuentre. Lo que da poder al Freedom Caucus no es su tamaño sino su cohesión, en realidad. Pero algunas ocasiones votan unidos, otras no.

Lo que les da poder es que pueden operar como bloque al votar para obtener cosas concretas. Aun si puedes conformar un subgrupo a partir del Progressive Caucus, un sector mucho más pequeño que opere como un bloque, entonces puedes generar poder real.

Tan intransigente y fuerte que soy en mi mensaje y creencias, mi estilo personal es el de una constructora de consensos. Me gusta creer que soy persuasiva. Usualmente soy capaz de asumir una postura pragmática para lograr cosas realmente ambiciosas. No quiero decir que pueda llevar un bloque sobre mis espaldas o algo por el estilo, pero pienso que hay una voluntad ahora mismo. Veremos si sigue así en enero. Pienso que aún si tan solo puedes forjar un bloque de diez, treinta personas, no requiere mucho si puedes operar como bloque de votación para hacer demandas realmente fuertes.

Tu triunfo me hace confiar más que nunca que la izquierda algún día, quizá en el mediano plazo, sea una mayoría política en este país. Pero hay tantas instituciones políticas tan radicalmente antidemocráticas, y pareciera muy posible para mí que una minoría conservadora en los próximos años usará estas instituciones como la Corte Suprema, como el Senado, para bloquear la voluntad popular.

El cientista político David Faris recientemente publicó un libro en el que describe un programa de medidas que podrían democratizar constitucionalmente el sistema norteamericano, lo cual incluye expandir el numero de bancas en la Corte Suprema, y otorgar el status estatal a Washington DC y Puerto Rico. El futuro de Puerto Rico debería ser decidido por su población, pero yo vería bien esos dos puestos en el Senado. Y así aprobar legislación federal que las requiera para facilitarla al votar. ¿Crees que es tiempo de comenzar una discusión acerca de medidas constitucionales más radicales para democratizar al sistema?

Absolutamente. Es desafortunado que se lo llame radical hoy en día. Otorgar garantías ciudadanas a estadounidenses que ya tienen el derecho constitucional a votar. ¿Radical? ¿En serio? ¿Es aquí donde nos encontramos? Pero así es. Lo apoyo enteramente. Ahora mismo, si tienes un plazo para el registro de votantes en un estado como el mío, eso es un artificio. Porque con nuestra tecnología, no hay razones para que se den así las cosas.
Para mí, como mujer portorriqueña, miro a mis mayores e intento tener una conversación autentica sobre el status de Puerto Rico. El simple hecho de que tengamos a millones de personas que son ciudadanas estadounidenses hasta hoy y que se encuentren negadas de su derecho a votar en las elecciones presidenciales es tan primordialmente incorrecto, una de las principales injusticias de nuestra democracia en la actualidad.

No se trata solo de Puerto Rico. Son las Islas Vírgenes, Guam, cada territorio de los Estados Unidos –los cuales son su colonia-. Puerto Rico es una colonia de EEUU. El hecho de que puedas nacer en los EEUU como ciudadano y se te niegue el derecho a votar y tener representación federal, por ello han muerto cuatro mil personas en Puerto Rico.

No estoy tomando una posición sobre la estatalidad, pero te garantizo que si Puerto Rico votara en una elección presidencial, si tuviera dos senadores, si tuviera representación, cuatro mil personas no habrían muerto. Te lo garantizo. Es grave y cínico, pero es cierto. De ser independientes, quizá no habrían muerto. Pero el status político fundamental de los portorriqueños y los pueblos que se encuentran colonizados por los EEUU los vuelve ciudadanos de segunda clase. No es algo radical volverlos ciudadanos completos ante los ojos de la ley.

¿Alguna reflexión final?

Tendremos muchas primarias entre hoy y septiembre, y hay espacio para más molestias. A nivel estatal miro en las disputas en la Ciudad de Nueva York. Estoy muy emocionada con Julia Salazar. Ella es increíble. A escala nacional, estoy muy entusiasmada con Kaniela Ing quien competirá en Hawaii. Estoy ilusionada con personajes como Brent Welder en Kansas. Brent puede ganar, y no solo en la primaria, sino que puede ganar en un distrito bicolor apoyado en una visión progresista. Pienso que eso es emocionante. Y Cori Bush, en Ferguson.

Solo quiero que la gente vea a esos candidatos como legítimos porque durante toda mi carrera fui despreciada como ilegítima. Para mí, eso fue difícil. Incluso antes de ganar, dí pie a la primera elección primaria en catorce años en el distrito, porque en Nueva York debes recolectar miles y miles de peticiones de manera que es inaccesible para los trabajadores.

Inicie la primera elección primaria en catorce años en nuestra comunidad, y aun así no me veían como legítima. Hicimos historia aun antes del día de la votación, pero aún no era vista como una candidata legítima.

Quiero que la gente vea a Cori Bush como una competidora real, porque ella se lo merece. Quiero que vean a Julia Salazar como un asunto serio, porque lo es. Estos son candidatos reales, son organizadores de abajo hacia arriba, y si nadie más está dispuesto a darles una plataforma, entonces estaré feliz de hacerlo. Pienso eso. Salir, organizar. Esa es nuestra democracia de todos, para todos.

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Etiquetas: Estados Unidos
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