Oleada es poesía

Poesía y Estado

Por Marina Mariasch
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Columna de Marina Mariasch. Bignozzi, Baigorria, Raimondi, Pedrazzoli. ¿Cómo leer poesía y Estado?

Podríamos decir que son lenguajes opuestos, si pensamos en términos de codificación. El de la poesía tiende al infinito, dice Julia Kristeva, porque admite todas las combinaciones posibles del código de la lengua. Sin embargo, la relación con la superestructura es dialéctica: como el sol, con mayor o menor presencia, el Estado siempre está. Y si a veces está más opaco, hay otras ocasiones en las que lxs poetas eligen hacer visible esa relación -inexorablemente política- con el Estado.

Los ejemplos son muchos, desde Platón a hoy, pasando por Néstor Perlongher y tantxs. La pregunta puede hacerse hacia los dos lados: qué lugar ocupa la poesía en el Estado y qué lugar ocupa el Estado en la poesía. En un recorte temporal, podemos situar a lxs poetas de “El pan duro”, Juan Gelman prologado por González Tunón, Juana Bignozzi y otrxs. Más acá: Sergio Raimondi y su libro “Poesía civil” (Vox, 2002), Daniel Durand, “El Estado y él se amaron” (Mansalva, 2006), “Mecon”, de Mara Pedrazzoli (Hoja de Trabajo, 2014), Osvaldo Baigorria con su libro “Poesía estatal” (Iván Rosado, 2017), por trazar una serie más o menos aleatoria.

Lxs poetas de esta serie tienen un interés manifiesto acerca de la relación de la producción artística (la poesía en este caso) y la política, el Estado específicamente en toda su polisemia, un estado también de desmitificación de todo, de permanente deconstrucción de lo que está dado como un lugar común o algo previsible. Estado en su carácter de conciencia social, fuerza del orden, forma superior.

para un poeta
el instrumento de su poder
el escaparate de su ideología
son sus poemas
después está la explicación
el proyecto estético que apabulla a las buenas almas

alguien lee a un desconocido
recuerda para siempre unas palabras
detrás de ellas hay una biografía
a lo mejor también un luchador
y a veces hasta la corte de una reina
y ese lector feliz
para gloria de la poesía
lo ignorará

Juana Bignozzi, de «Si alguien tiene que ser después»

***

I

Esta noche voy a leer
un poema que no se sostiene
en el papel.
Un poema para ser leído en voz alta
y escuchado en voz baja
o leído en voz baja
y no escuchado
porque ¿quién va a escuchar un poema leído en voz baja?
Cómo decirlo… A propósito, ad hoc, por encargo.
Un poema escrito especialmente para esta noche
tan especial
para vos.
Sí, a vos te hablo,
oh Noche de los Museos
(acá empieza el poema, más o menos).
Yo quiero ser museo
para seducirte y que entres
por las várices abiertas de mis piernas latinoamericanas:
así, a mansalva.
Que me penetres con tu luz oscura, sol de noche,
luz que se drapea, que se pliega,
noche de la estola y del strass,
como diría la Rosa de la patria
internacional de los trabajadores.
Que entres y recorras mis entrañas,
mis bifes de costilla, mi tripa gorda, mis vísceras, mis grasitas.
Que contemples mi interior extasiada,
y digas: ”Ah, ah, ah”,
como en la poesía
mala
y a coro entre miles de visitantes de dos, tres, muchos museos.
El Museo de Arte Barroso Rioplatense y Neo-Litoraleño.
El Museo de Literatura Post-Infra-Multi-Trans-Retro autónoma.
El museo de Cultura Popular y Más-Iva
El Museo de los Tadeys.
El Museo del 7-D y
el Museo del 8-N.
¿Se acuerdan?
El Museo de la Memoria Selectiva del Proletariado.
El Museo del Tricentenario
de la Revolución Cubana.
¿Dónde estaremos entonces, compañeros, camaradas?
¿Qué será de todo esto?
¿Habrá Facebook?
El Museo del Consumo Popular Ilimitado
de Recursos Naturales no Renovables.
El Museo de las Esperanzas y Expectativas de Vida en la Tierra
El Museo de la Súper-Tierra a 42 años luz,
acá cerquita.
En fin: Museo de la Novela de la Eterna,
Museo de las Musas, silabeo:
millones de visitantes de millones de museos
cada año y en esta noche,
Yeah! To night, con ustedes:
Las mejores mentes de mi generación
-por qué seremos tan hermosas-
destruidas por la locura, histéricas, desnudas
-la murga, los polacos, los cadáveres-
arrastrándose por los barrios negros a la madrugada
en busca de una droga
curiosa.
Los rebeldes amaestrados y alguna bestia rock
de Adorno
El insecto gordo volador que arroja flechas
envenenadas.
El terrorista del último terror que arrasó con las redes
sociales, individuales.
Aquella que mató al marido antes que él la quemara viva
Aquel que abrió una cuenta bancaria en Uruguay
para las investigaciones del espíritu
extranjero… que pasaba.
Y la chica embarazada que espera la asignación final del universo.
El bombo
y la cacerola:
la noche es una sola, ¡aprovechen!
¡Y que se vengan todos!
Shhh… Acá ya no se puede hablar de política.
Pero esto no es hablar de política.
Esto es solo un poema
que no se sostiene
en el papel
ni sobre el papel.

Osvaldo Baigorria, de «Poesía estatal»

***

Ante un ejemplar de Defense of poetry
con el sello «Pacific Railway Library, B. Bca.,
n° 815 (to be returned within 14 days)»

Escrito está en tus páginas
que poesía y principio de propiedad
dos fuerzas son que se repelen,
pero escrito está también
que la poesía es infinita y divina,
no hay tiempo preciso ni lugar,
y el dominio que te concierne
verdadero, eterno, único es,
imperio sobre el universo todo.
Oh, legislador del mundo,
no fuiste ignorado en absoluto,
es sólo que fuiste considerado
tal como exigías: se te dio el reino
preferido, invariable, intangible
y perfectamente ideal;
el otro quedó para tus lectores,
dueños y destinados a regir
territorios más concretos del planeta.

Sergio Raimondi, de Poesía civil, de «De la lengua y el arte como capital»

***

Me acaba de aparecer Axel en el chat. Yo a él lo tenía de antes de ser Ministro porque fue profesor mío en la facultad. Axel daba microeconomía, que era una materia ortodoxa pero él la daba de forma heterodoxa porque era marxista, marxista de Iñigo Carrera y de Levin, que era el otro profesor marxista de la facultad, y estaban peleados. Iñigo Carrera daba a Marx literalmente. Axel daba a Marx y a Keynes. Levín a Marx y a Hegel y siempre tenía nueces de pecán en el bolsillo que iba rompiendo cuando daba la clase.

Mara Pedrazzoli, de «MEcon»

Volvé a leer las columnas anteriores de Marina Mariasch: Poesía y los 90 y Poesía y kirchnerismo.

Fecha de publicación:
Etiquetas: Poesía
Marina Mariasch

Estudió Letras en la UBA. Es escritora, periodista, docente. Trabaja en el ámbito de los derechos humanos. En los 90 fundó el sello editorial Siesta. Publicó poesía (El zig zag de las instituciones, Paz o amor, Mutual sentimiento, entre otros), novelas (El Matrimonio, Estamos unidas), cuentos y ensayos que fueron traducidos al alemán, inglés, finlandés. Forma parte de Latmef.org, 100% Diversidad y Derechos y Mala Junta en el Frente Patria Grande.