Entrevista a Gonzalo Winter

"Chile cambió para siempre"

Por Lucas Villasenin
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El diputado chileno analiza qué puede pasar el próximo domingo en la elección para aprobar o rechazar el proceso constituyente. También hace un balance luego de un año de movilizaciones y proyecta la posibilidad de un gobierno de izquierda para Chile en 2021.

Gonzalo Winter tiene 33 años y fue elegido diputado por el Frente Amplio en 2017. Es abogado e integra el partido Convergencia Social. Además de sus etiquetas institucionales a Gonzalo lo destaca su experiencia militante en el movimiento estudiantil y contar con una inteligente mirada de la política chilena.

Este domingo en Chile hay elecciones para abrir o no un proceso constituyente: ¿Qué se vota? ¿A qué resultados hay que prestar atención?

Hay una altísima probabilidad de que gane el «Apruebo». Pero no está claro aún a quién favorece el resultado.

En primer lugar, hay que entender que el «apruebo» es una alianza que va desde la centro-derecha hasta la extrema izquierda. Y el «rechazo» solo tiene a la derecha dura y a la extrema derecha. Por eso cuánto saca el «rechazo» es importante más allá de que no vaya a ganar, por varios motivos.

El primer motivo es que el «apruebo» significa cinco o seis proyectos de Chile distintos mientras que el rechazo implica un solo proyecto (el proyecto neoliberal actual, católico, hiper conservador, etc.). Si el «rechazo» saca 40% o 45% implica que ese proyecto es el más votado de Chile.

El segundo motivo es que una alta cifra del «rechazo» nos permite prever el resultado de la Convención Constitucional. La Convención establece que para cualquier cambio se requiere el 66% de los votos de los constituyentes en ejercicio. Constitucionar un proyecto político va a ser muy difícil. Pero también para mantener elementos de la Constitución pinochetista ellos van a necesitar los 2/3. Para descontitucionalizar el pinochetismo se necesitan 1/3 de los votos y para constitucionalizar un proyecto político distinto se requieren 2/3.

El tercer motivo es el respeto que va a tener ese sector del «rechazo» ante el Chile que viene. En 1988 cuando el «sí» a favor de Pinochet obtuvo un 40%, lograron que su posición sea respetada durante veinte años y secuestraron la Constitución.

Dos datos importantes más generan incertidumbre. Uno es que en Chile la gente mayor vota mucho y la gente joven vota poco. Sin embargo, en esta elección los adultos mayores se han visto menos interesados y están más asustados por el Covid-19. Y el «apruebo» ha permeado demasiado en la juventud. Hay una incertidumbre sobre cómo este fenómeno se va a trasladar a las urnas.

Un segundo dato importante es cuál va a ser la relación entre «apruebo»-«rechazo» contrastado por el ingreso familiar de las comunas. Vamos a ver si el proyecto de los pobres se ha separado de una manera radical del proyecto de los ricos. Si las mejores comunas para el «rechazo» son las tres o cuatro comunas más ricas, vamos a ver si la diferencia es profunda.

El plebiscito del 88 que terminó con la dictadura de Pinochet fue lo más parecido al proceso electoral actual. ¿Qué similitudes y diferencias hay? ¿Qué cambió en la sociedad chilena para que los movimientos populares y democráticos pasen a la ofensiva?

Hay una similitud con la campaña del 88 en el amplio abanico de propuestas que en ese momento era el «no». En el «no» había incertidumbre y no había un proyecto político. Ricardo Lagos aclaró que lo que estaba en juego en ese momento no era el modelo económico sino la figura del general Pinochet.  

En el «apruebo» hay una abanico amplio pero esta vez en democracia. La diferencia es que los líderes del «no» eran los líderes políticos que volvían al país mientras que ahora hay una lejanía muy grande entre la ciudadanía y los partidos políticos.

Otra diferencia política es que el «no» tuvo un comando de campaña común. Mientras que ahora hay cinco comandos distintos por el «apruebo» (del comunismo, del socialismo, del Frente Amplio, etc.).

El gran fenómeno que se da ahora es que se están dando discusiones sobre derecho constitucional. Es tan profundo el fenómeno que te llaman de barrios obreros para debatir sobre técnica constitucional para garantizar derechos como al agua. Es un avance sobre el cual no hay marcha atrás.

Algunos especulaban que la pandemia iba a salvar a Piñera que pudo salir a pasear por la Plaza de la Dignidad y sacarse fotos. ¿En qué estado encontramos el nivel de movilización en plena pandemia luego de un año muy particular?

Esto estalla en octubre. Y de octubre a enero hay movilización a diario. Fue una situación que cambió Chile para siempre. No alcanza con describir los errores del presidente Piñera que siendo uno de los empresarios millonarios del país le declaró al guerra al pueblo. Eso hizo que las movilizaciones se hagan masivas y tengan un amplio apoyo.

La heterogeneidad del movimiento es irreductible. Y un pueblo muy despolitizado se dio un atracón de política, consumió mucha política muy rápido. La canción más transversal fue: «Ohhh Chile despertó…». Y decir que “despertó” trae como convención que estaba dormido (o lo habían dormido).

En marzo, cuando se esperaba que las movilización surjan con fuerza se empezó a tomar en serio a la pandemia. Y fue la cuarentena lo que evitó que haya movilizaciones. Nunca sabremos cuánta movilización hubiese habido. Sin embargo, cuando se abre Santiago ocho meses después, surgen las movilizaciones nuevamente.

Un dato es el mal manejo de los carabineros (diciéndolo de una manera suave) generando un clima de violencia con violaciones a los derechos humanos, disparando a los ojos a 400 personas que pierden sus ojos, etc. 

El gobierno de Piñera no ha dicho si va por el «apruebo» o por el «rechazo». Su posibilidad de seguir en el gobierno pende de un hilo. Hasta los derechistas que votan «apruebo» no desean que arrase el «apruebo» porque entienden que un triunfo aplastante es una impugnación hacia el mundo que ellos han construido. Si Piñera dice «apruebo», pierde a su base de derecha. Si dice «rechazo», millones de personas sacan sus pancartas relacionando el «apruebo» con el rechazo a Piñera.

Otro dato relevante, a pesar de que las encuestas dan distintos resultados a favor del «apruebo», es que las donaciones legales al «rechazo» están diez veces más arriba que las donaciones por el «apruebo». A pesar de que hay empresarios que asumen la necesidad de cambios en sus discursos, no ponen el dinero dónde ponen las palabras.

Hemos vivido la campaña en términos digitales de manera muy fuerte. En las calles el «rechazo» no existe si no es en la comuna de Las Condes (una de las más ricas del país). Pero en las poblaciones nos encontramos que a la gente le llegan mensajes que sostienen que de ganar el «apruebo» tendrían que recibir a cubanos en sus casas, que sería abolido el derecho a la propiedad o que la homosexualidad sería obligatoria en las escuelas y cosas como esas. Hay una bolsonarización de la derecha chilena que no era así. En contraste, hay una juventud que al recibir los valores democráticos le resulta incomprensible que la Constitución no salga de un proceso democrático.

En 2021 habrá elección presidencial y el país estará atravesado por el proceso constituyente. ¿Cómo se plantean cruzar esas agendas? ¿Cuáles van a ser los principales temas de debate?

El día 11 de abril, que se eligen asambleístas constituyentes, también se eligen alcaldes, concejales y gobernadores regionales (por primera vez en la historia). Y en junio ya vamos a estar en primarias presidenciales. Se viene un año con una maratón de elecciones.

En el proceso constituyente va a ser importante el rito. Hacerla en democracia va a ser algo importante. Si aceptamos que la dictadura fue ilegítima, sanguinaria y criminal, dotarnos de sus reglas era una contradicción que requiere un rito de sanación.

Los contenidos los dividiría en dos: la Constitución dogmática y la Constitución orgánica. Respecto a lo dogmático hay derechos sociales con guiños al neoliberalismo claros. Por ejemplo: necesariamente todos los chilenos pueden cotizar en el sistema de salud que lo deseen, entonces no puede haber una ley que obligue a cotizar en el sistema público una parte de todo eso. Por eso hay que desconstitucionalizar y abrir el juego a quien gane elecciones.

Otro tema importante es el derecho sobre el agua. El derecho se entrega a perpetuidad, hay un derecho a propiedad sobre el derecho que te entrega el Estado. No hay agua privada pero hay derecho perpetuo sobre lo que te entregó el Estado. Otro derecho pendiente en la Constitución es el derecho a la vivienda. La Constitución defiende solo el derecho a la propiedad privada y no colisiona con ese derecho a la vivienda que permitiría regulaciones.

Respecto a la parte orgánica hay que avanzar en la descentralización, despresidencialización (en uno de los países más presidencialistas del mundo) y eliminar las herramientas contra-mayoritarias que evitan que las mayorías en las cámaras cambien las leyes. También pienso que se va a revisar la bicameralidad.

El resultado en Bolivia impulsa la esperanza de que América Latina retome el camino de la integración regional y la justicia social. ¿Qué posibilidades hay de que el próximo gobierno de Chile se sume a ese camino?

Una cosa que nos dicen para burlarse del Frente Amplio es que la movilización en las calles tiene las consignas del programa del Frente Amplio, sin embargo el Frente Amplio no ha capitalizado que la mayoría del pueblo este reclamando la ejecución de su programa (nacionalizar el agua, más impuestos a los ricos, educación gratuita, etc.). La mayoría de la gente que demanda esos derechos no los asocia a ideas de izquierda. Cómo se va a canalizar este movimiento en política institucional es una incertidumbre.

Las dos personas que encabezan las encuestas son Joaquín Lavín (de la UDI) que hace cinco años se aleja de la derecha y se tira al centro y Daniel Jadue que es un militante del Partido Comunista de toda la vida. Jadue se merece estar donde está porque usando la legislación existente inventó la Farmacia Popular. Es un hito de la historia chilena porque demostró que la institucionalidad sí servía para cambiarle la vida a la gente. Las farmacéuticas lo odian, los adultos mayores lo quieren. Además, fue una demostración para la ultra-izquierda de que ganar elecciones era importante porque tu abuela gracias a una elección pasó de pagar tres mil por un remedio a pagar solo mil. Jadue también ha estado al frente de las movilizaciones.

Creo que vamos a lograr un gobierno de izquierda pero aún es una incertidumbre por el nivel de desunión. En esa desunión juega un papel importante la Democracia Cristiana, sin la cual la centro-izquierda (el Partido Socialista) no va a ningún lado. Y desde el Frente Amplio entendemos que meter a la Democracia Cristiana puede implicar ganar la elección pero también perder la elección.

Fecha de publicación:
Lucas Villasenin

De Mataderos vengo. Escribo sobre el mundo mientras lo transformamos. Estudié filosofía en la UBA. Integrante del Instituto Democracia.