Estefanía es médica generalista, militante feminista y referenta de la Red de Profesionales por el Derecho a Decidir y de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Charlamos con ella sobre esa jornada histórica que fue el 13J del 2018: qué saldos nos dejó y qué deja pendiente.
¿Qué recordás de ese 13 de junio de 2018?
Lo más hermoso de esa jornada fue la forma de habitar la calle. Puedo resaltar el protagonismo de pibas tan jóvenes que no esperábamos. Ese día, con el frío que hacía, había un clima de mucha fiesta, de acompañarnos con alegría. A pesar del escenario adverso, de tener sólo la mitad de la plaza, de no saber si iba a salir o no, todas estábamos ahí ocupando la calle de forma tan feliz. Me acuerdo que yo había estado detrás del escenario desde muy temprano porque era una de las encargadas, y a la tarde cuando quise ir a la carpa de la Campaña para una actividad empecé a caminar, tuve que dar una vuelta enorme para llegar a la carpa y fui viendo los grupos de gente haciendo cosas, poniendo pegatinas, cantando, bailando. Ahí me di cuenta que éramos un millón, fue muy emocionante y hermoso.
Después a la madrugada, serían las 6 de la mañana, estábamos en la carpa de la Campaña y el clima era muy bajón porque no nos daban los números. Hasta que decidimos salir a esperar la votación frente a la pantalla, fue como una onda de “bueno vamos a perder pero con altura”. Empezamos a marchar hacia la pantalla con las banderas y en el camino nos llega a todas el mensaje de que La Pampa se daba vuelta y nos daban los números. Igual hasta el discurso de Lospennato no termine de caer, creo que ese discurso fue emocionante porque era el discurso que confirmaba que íbamos a ganar. Ya se sentía por todos lados que íbamos a ganar.
Después de la votación fue un abrazo atrás del otro, y no parar de llorar. La sensación era de triunfo porque todo eso que hicimos le iba a cambiar la vida efectivamente a las personas.
¿Qué saldos dejó esa jornada en términos políticos, para la Campaña y para la Red, y de acceso real al aborto de forma segura?
Yo creo que lo más importante que nos dejó la vigilia fue que la herramienta principal del movimiento (la organización y el protagonismo en las calles) fue lo que definió la votación. Eso fue muy tangible y dejó un saldo enorme. Corroboramos la potencia de esa presencia. Para la Campaña me parece que el saldo más positivo tiene que ver con eso también, porque ese día confluyeron las dos estrategias principales de la Campaña: el cabildeo dentro del Congreso y la movilización callejera.
También en términos políticos más generales fue un acto de democracia participativa y popular que es muy interesante para trasladar a otras luchas y a la política en general. El 8A fue justamente el golpe a eso: hay un consenso social que se muestra masivamente en las calles y sin embargo lxs representantes le dan la espalda a esa participación.
Para la Red de Profesionales todo ese 2018 fue un año de crecimiento exponencial. Fue la oportunidad para salir del clóset del aborto para muchos espacios que salieron a decir: “Nosotres venimos garantizando abortos, queremos garantizarlos mejor y no a escondidas”. Esto fue importante especialmente para muchas provincias donde era muy difícil trabajar el tema antes y de cara a ese debate tan masivo socialmente se impuso la necesidad de tomar posición (igual le pasó a les diputades). Todo eso implicó un salto muy grande en la posibilidad de garantía en todo el país. Hay lugares donde se avanzó muchísimo y en otros menos, pero en todos lados hubo una gran “salida del clóset” del aborto.
Otro saldo importante fue el crecimiento del nivel de conocimiento general de las personas respecto a los derechos que ya tenemos. Antes casi nadie se acercaba pidiendo una interrupción legal del embarazo con esos términos, y ahora sí. Eso cambió mucho, ahora vienen personas a interrumpir sus embarazos con el pañuelo verde colgado (y también con el pañuelo celeste).
¿Y pensas que los grupos antiderechos se fortalecieron también desde el 2018 hasta acá?
Ellos se fortalecieron mucho entre el 13 de junio y el 8 de agosto, y siguieron fortaleciéndose después de su victoria. Están más organizados que antes en Argentina pero sobre todo a nivel regional. Es bastante importante el nivel de organización que tienen y es algo a lo que nosotres tenemos que estar atentes. Nuestro movimiento siempre tiene reacciones, y la reacción antiderechos es bastante clara y además empalma con una ideología de derecha que tiene bastante llegada. Bolsonaro es el principal exponente de ese poder que supieron construir y que siguen construyendo, y hay que poner el ojo en eso y seguir buscando formas de respuesta a esa construcción de poder.
¿Qué dificultades se siguen encontrando las personas gestantes a la hora de acceder a un aborto seguro?
Muchas. Principalmente sigue habiendo falta de información respecto a los derechos que ya tenemos, que es la interrupción legal del embarazo por diferentes causales y a la posibilidad de solicitar ese derecho. Eso varía mucho en cada territorio, en muchos lugares la información no está accesible de la manera en que la gente la necesita, no hay acceso a misoprostol de forma generalizada en todo el país, entre otros.
Hay muchas variables que modifican el acceso, sobre todo porque hay provincias que no adhieren a ningún protocolo de Interrupción Legal del Embarazo (ILE) o que tienen un protocolo más restrictivo que el protocolo nacional. No tener un marco local que respalde complejiza mucho.
Para los casos de segundo trimestre el acceso es mucho más difícil, porque requieren internación en un hospital, y eso conlleva muchísima más violencia, maltrato y en general no se practican las técnicas adecuadas.
¿Cómo afecta la pandemia a la lucha por el derecho a decidir?
Acá de nuevo las problemáticas varían mucho en cada región. En algunas localidades se siguen garantizando los derechos igual que siempre, y en otras por la pandemia todo está suspendido y no se está garantizando ninguna interrupción del embarazo en toda la provincia.
En términos generales creo que la pandemia agrava la situación porque tenemos un sistema de salud que en contextos de crisis fortalece el modelo médico más conservador, centrado en la enfermedad y en el hospital como el espacio privilegiado de atención. Esta perspectiva médica y sanitaria relega los derechos sexuales, reproductivos y no reproductivos.
Por suerte tenemos un Ministerio de Salud y una Dirección Nacional de Salud Sexual y Reproductiva que baja lineamientos generales a todas las provincias y estableció que el aborto y el acceso a los métodos anticonceptivos son actividades esenciales que se tienen que seguir garantizando a pesar de la pandemia.
También gracias al Ministerio de Salud tenemos misoprostol a nivel nacional, es menos de lo que se necesita pero es algo, sobre todo comparado con años anteriores.
Una vez que logremos la legalización del aborto: ¿con qué desafíos nos vamos a tener que enfrentar?
El gran desafío va a ser la implementación. Desde la Red de Profesionales tenemos la capacidad instalada de profesionales de la salud en todo el país para garantizar el acceso al aborto. Pero la disputa en la forma de implementación es política y tiene que ver con qué perspectiva de salud queremos construir. Nosotres creemos que la perspectiva debe ser feminista y de derechos, y para eso vamos a tener que construir mucho. Por ejemplo para incidir en la formación de les profesionales de salud y la capacitación permanente, de quienes están en las Universidades estudiando pero también de quienes actualmente practican la medicina.
También hay una disputa en lo que respecta a los insumos: a pesar de que la recomendación de la OMS es hacerlo con misoprostol y mifepristona, actualmente garantizamos abortos sólo con misoprostol porque la mifepristona no se fabrica ni está autorizada en el país. Tenemos experiencias cercanas como la de Uruguay que nos presenta un montón de retos. Si bien la legislación uruguaya es distinta de la que nosotras proponemos, es una muestra de las muchas limitaciones que nos podemos encontrar. Otro ejemplo es la objeción de conciencia. Esas cosas vamos a tener que trabajarlas muchísimo.
Después hay algo más general que se da con cualquier derecho y es que para ser garantizado hay intermediaries entre el Estado y las personas sujetas de derechos. En ese nexo es clave que el movimiento feminista, los espacios de acompañamiento, la Campaña, la Red de Profesionales estén presentes para, por un lado, exigirle al Estado que cumpla con ese derecho, y por el otro construir poder en esas personas sujetas de derechos.
Socióloga y militante feminista con un consumo problemático de películas adolescentes. Recomienda libros en @subrayada.