#EleNão: las mujeres brasileñas contra Bolsonaro

Por Julia de Titto
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Brasil vive momentos cruciales. De un lado, la ultraderecha golpista neoliberal y machista; del otro el proyecto popular que se aglutina bajo la candidatura de Fernando Haddad. Las mujeres salen a jugar fuerte para intentar torcer la balanza y vencer a Jair Bolsonaro en las urnas.

Tanto para su política interna como para la región, las elecciones del 7 de octubre y el posterior balotaje serán un punto de inflexión en la historia brasileña.

Como aquel enero de 2017 en que millones de mujeres se movilizaron contra Donald Trump en el día de su asunción a la Presidencia de Estados Unidos; como los paros internacionales de mujeres que pusieron en cuestión la estructura económica patriarcal junto a las políticas de ajuste en los países de todo el mundo, con epicentro en la Argentina macrista; llegó un nuevo hito de las mujeres como máxima expresión de la resistencia a los avances de la derecha. Esta vez fueron las brasileñas quienes dieron el paso al frente.

Las multitudinarias movilizaciones del 29 de septiembre en más de 60 ciudades de Brasil bajo la consigna Ele Não (“Él no”) recorrió las portadas del mundo. Si políticamente la oposición a Bolsonaro y la derecha brasileña tiene su máxima expresión en Lula Da Silva y el ahora candidato Fernando Haddad, en términos sociales las mujeres son sin duda protagonistas. De hecho, jugarán un rol fundamental en las urnas el próximo domingo: representan el 52,5% del electorado y el 23% de ellas aún no ha definido su voto. De acuerdo a una encuesta de Ibope, la intención de voto femenino hacia el candidato ultraderechista es de apenas el 23%, cifra que sube al 41% en los varones. Distintas consultoras estiman que entre el 52 y el 56% de las mujeres jamás votarían por Bolsonaro. También el movimiento LGBT se ha sumado a la campaña de rechazo. En la Marcha del Orgullo de Río de Janeiro del pasado domingo el grito Ele Não fue recurrente.

Es que los calificativos de misógino y homofóbico le quedan chicos al candidato derechista del Partido Social Liberal (PSL). “Sería incapaz de amar a un hijo homosexual. No voy a ser hipócrita aquí: prefiero que un hijo mío muera en un accidente a que aparezca con un barbudo por ahí. Para mí él habrá muerto”, dijo en 2011 en una entrevista en Playboy, por ejemplo. Sostuvo en otras ocasiones que para él está bien que las mujeres ganen menos que los varones; le dijo a una diputada del PT que no la violaría “porque no te lo merecés, porque sos fea”; y recientemente afirmó que las mujeres de izquierda “son feas y no se bañan”. Hasta su propia ex esposa asegura que es un violento, aunque en plena campaña electoral se desdijo: una investigación de los diarios Folha de São Paulo y la revista Veja reveló que Ana Cristina Siqueira Valle tuvo que abandonar el país y pidió ayuda a la Cancillería para conseguir asilo en un país europeo, y que Bolsonaro la amenazaba de muerte.

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Organizadas mediante el grupo de Facebook “Mujeres unidas contra Bolsonaro”, las 3 millones que decidieron activar en las redes sociales contra el candidato, que combaten en ese terreno las fake news con las que la derecha sistemáticamente ensucia la cancha, salieron a hacer jugar su fuerza en las calles. Con la memoria fresca del asesinato de la activista Marielle Franco, intentarán repetir la hazaña callejera el sábado 6, un día antes de que Brasil se movilice a las urnas.

“Ha llegado la hora de darle la vuelta a la tortilla. Las mujeres podemos y debemos cambiar el rumbo de la historia de Brasil e impedir con nuestro voto que el fascismo nos haga regresar hacia la época más oscura de nuestra historia reciente, la dictadura”, dijo a El Confidencial Katia, una jubilada y abuela de cinco nietos que participó de la manifestación. “Somos la mayoría en Brasil y en las urnas. Ha llegado el momento de que todo el país escuche nuestra voz”, sumó Flávia, una joven afroamericana que también salió a las calles.

Bolsonaro es, además de una referencia patriarcal y racista, un defensor de la dictadura militar y la tortura. Vale recordar que el paracaidista de reserva del Ejército ahora candidato fue quien homenajeó a los torturadores de Dilma Rousseff a la hora de votar su impeachment.

El movimiento de mujeres brasileño cuenta con una larga historia. Pero ha sido en los últimos años que, tal como en Argentina y otros países del mundo, dio un salto al calor de la Cuarta Ola feminista. En 2016 masivamente salieron a las calles contra la propuesta de prohibición integral del aborto de Eduardo Cunha, ex presidente de la Cámara de Diputados. “Ese fue el momento que inauguró muchas fuerzas del movimiento feminista que vemos hoy”, explica Jimena De Garay, doctora en psicología social y activista feminista en Río de Janeiro a Revista Píkara. Ese año también fue el que Marielle Franco asumió como concejala. “Fue muy importante lograr que entrase en la Cámara y ejerciese un mandato colectivo con otras feministas. Su asesinato fue un golpe durísimo, pero provocó una reacción aún más poderosa: la necesidad de tener más representantes feministas”, apunta De Garay.

Aun habiendo tenido una presidenta mujer y feminista reelecta como Dilma, en los espacios de representación brasileños sigue primando la lógica patriarcal. Por ejemplo, en la Cámara de Diputados hay solo 54 mujeres, el 10,5% del total y no existe el cupo femenino. En el ránking internacional realizado por la Unión Interparlamentaria (UIP) Brasil ocupa el puesto 152 de 193 países, solo superando a los países árabes y a las islas de la Polinesia. En general la participación política femenina sigue siendo muy regresiva: de cada 10 personas que se candidatean este año solo tres son mujeres. Además de presidente se votará también 27 gobernadores/as, 513 diputados/as y 54 senadores/as. Pero algo lentamente parece mejorar: en Río de Janeiro las candidaturas de mujeres negras crecieron un 151%, de 92 candidatas en las elecciones de 2014 a 248 en la actualidad. La figura de Marielle sin duda tuvo mucho que ver con eso.

El sábado a las calles, el domingo a las urnas. La convulsionada democracia de Brasil tiene en las mujeres y población LGBT una alianza estratégica. El feminismo, como en Argentina, se establece como un actor político de peso para enfrentar a la derecha. Manuela D’Ávila, periodista proveniente del Partido Comunista, con 14 años de experiencia parlamentaria y candidata a vicepresidenta, sin duda aportará a esa batalla e intentará capitalizar el rechazo a Bolsonaro.

“El amor vence al odio y las mujeres van a definir estas elecciones”, dijo en su cuenta de Twitter D’Ávila el 29 de septiembre mientras millones copaban las calles. Si en manos femeninas está el destino del gigante latinoamericano, habrá sin duda optimismo y solidaridad feminista desde cada rincón del continente.

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Periodista, feminista, neurótica y adicta a las series. Nací en EEUU pero tengo una estrella roja tatuada en la espalda. Agitando una nueva Oleada desde Mala Junta. El café: doble, negro y amargo.