El post-covid-19 en China se expresa con la normalización de la economía y la moderación de las expectativas inmediatas. También emerge una visión global audaz y de largo plazo con base en la estabilidad interna.
Una economía en modo reinicio
El mundo entero atraviesa una crisis sin precedentes. Aún sus consecuencia son inciertas y cualquier pronóstico a largo plazo genera desconfianza inmediatamente.
China fue el primer país en el que se detectaron casos de Covid-19 y también fue el primer país en ser víctima de los prejuicios racistas occidentales. Pero con los desastres humanitarios en Europa y América el foco de atención se movió progresivamente. Hoy China ya no solo demuestra los resultados de sus políticas para superar la crisis sino que también plantea una mirada sobre el mundo que viene.
Durante los últimos meses el gobierno chino ha invertido alrededor del 5% del PBI para revertir el impacto del Covid-19 en su economía. El déficit fiscal aumentó en 140.276 millones de dólares (incrementándose del 2,8% al 3,6%).
El gobierno apoyo a las empresas con reducción de impuestos por 350.690 millones de dólares y subsidios directos con el objetivo de mantener empleos. También se promovió llegar a la tasa de interés más baja en las últimas décadas (3,85% fue la tasa del Banco Central de China en abril). El Banco Central informó en la última semana que las medidas desde que se inició la pandemia incluyeron la inyección de 857.630 millones de dólares. Y solo en mayo la emisión de bonos de los gobiernos locales llegó a 180.856 millones de dólares.
La rápida y contundente respuesta a la caótica situación económica hoy muestra resultados concretos. El Índice de Gestores de Compras (PMI) de Caixin evalúa el funcionamiento de la economía de servicios replicando la estructura de real de la economía china a partir de la información que proveen 400 compañías. El PMI del sector servicios informado en la primera semana de junio subió 11,4 puntos respecto al de mayo y supera al mismo índice de junio de los últimos 10 años. Mientras que el Índice de Gestores de Compras (PMI) de manufacturas de junio sube 1,3 puntos respecto a mayo y se mantiene levemente arriba del año anterior.
La conclusión es evidente. Ambos índices demuestran que la economía recupera su marcha luego del shock económico que afectó al país en febrero y las primeras semanas de marzo. Pero tampoco es posible revertir inmediatamente las consecuencias de la pandemia.
El PCCh definió quitar la meta de crecimiento del 6% de su PBI anual en su última Conferencia Consultiva luego de analizar las imprevisibles consecuencias de la pandemia a nivel global. El 6% fue al crecimiento aproximado de los últimos 4 años y ya resultaba un índice bajo para el promedio de crecimiento de las últimas décadas. Luego de una caída del 6,8% en el primer trimestre del año se presenta como un objetivo prácticamente imposible alcanzar.
El último año en el que el PBI chino cayó fue en 1976 (año de la muerte de Mao) y desde entonces el año de menor crecimiento fue de 3,9% en 1990. El promedio de crecimiento anual del PBI desde que China lanzó su política de Reforma y Apertura en 1978 es del 8,8% anual. El resultado económico de 2020 será el más bajo de las últimas cuatro décadas para el motor de la economía global (especialmente luego de la crisis de 2008).
La política del PCCh
Desde que asumió el poder político Xi Xinping en 2013 es un error asumir que el principal desafío de China es hacer crecer su economía. En 2014 el presidente ya declaraba que: “sí consumimos recursos en la producción y en la vida cotidiana como la población acomodada del presente, todos los recursos existentes en el mundo serían insuficientes para nosotros los chinos”. Es claro que su mandato no se puede medir por cuando baja o sube el PBI (como a las generaciones de dirigentes precedentes) sino por nuevos objetivos como: reducir la desigualdad, terminar con la pobreza, lograr estabilidad, enfrentar el desafío del cambio climático, etc.
La pandemia implica un nuevo desafío para China y no solo porque su PBI crezca menos del 6%. El desempleo y la pobreza son dos problemas prioritarios por sobre el crecimiento general de la economía (aunque obviamente no se desarticulan). El desempleo llegó a un pico histórico de 6,2% en febrero y esa cifra continúa con altibajos en los últimos meses. En los últimos siete años según las estadísticas gubernamentales se crearon empleos a un promedio de 13 millones anuales. Difícilmente se pueda alcanzar ese objetivo este año. Lo mismo puede decirse de cara al 2021 cuando se cumplen 100 de la fundación del PCCh y está fijado el objetivo estratégico de eliminar la pobreza del país. Luego de décadas que implicaron la salida de la pobreza de más de 800 millones de personas la meta final parece difícil de cumplirse en los próximos meses.
En las últimas semanas se llevaron adelante “las dos sesiones”. Así se llama a las reuniones anuales de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPCh) y de la Asamblea Popular Nacional.
Más allá de la importancia simbólica de que se celebren estos masivos encuentros en Beijing luego de los momentos más trágicos de la pandemia, es importante resaltar las medidas concretas que se definieron para los próximos meses. En sus documentos se definen políticas monetarias expansivas, disminución de impuestos, costos y tasas de interés para las empresas por casi 350.000 millones de dólares, reducción de tarifas eléctricas para las industrias y el comercio en un 5%, reducción de un 15% del servicio de internet, reducción de las rentas del estado y extensión de préstamos para PyMes. La expansión del consumo, la estabilización del empleo y aumentar los ingresos de los ciudadanos se plantean como los objetivos prioritarios.
¿Una globalización para todos?
A pesar del desastre económico generado por la pandemia en China las reservas de divisas en mayo subieron a 3,1017 billones de dólares (desde las 3,0915 billones de abril). Sin lugar a dudas China cuenta con una de las billeteras más grandes de mundo para afrontar el mundo post-covid-19. También se encuentra hace años en el podio de las relaciones comerciales de casi todos los países del mundo.
La pandemia claramente puso a China en una situación compleja. Su lugar privilegiado en la economía global es consecuencia de una globalización que está en crisis. A grandes rasgos tres horizontes parecerían posibles: a) que aproveche su situación de privilegio con su billetera y poder comercial sobre el resto del mundo en crisis; b) que la crisis inhabilite la posibilidad de seguir creciendo y eso conduzca a focalizarse exclusivamente en problemáticas internos; o c) que aproveche su lugar de privilegio para reformular la globalización realmente existente.
A diferencia de otros actores de peso globales el PCCh parte de caracterizar que vivimos en un mundo incierto. Ninguna de las tres opciones parecen estar definidas y seguramente haya un poco de los tres caminos en los próximos años. Pero un ejemplo interesante de lo que sería el tercero de estos caminos lo brinda la política que llevó adelante el gobierno chino durante la pandemia.
El libro blanco publicado el 7 de mayo titulado «Luchando contra la neumonía COVID-19: China en acción”, en su último apartado “Construyendo una comunidad global de salud para todos”, señala qué se hizo ante el mundo durante estos meses. Se exportaron materiales anti-epidérmicos a 150 países, 70.600 millones de mascarillas, 340 millones de trajes protectores, 115 millones de pares de gafas protectoras, 96.700 ventiladores, 225 millones de kits de prueba y 40 millones de termómetros infrarrojos. También se han enviado equipos de expertos a 27 países y se proporcionaron 50 millones de dólares a la OMS. Además, se anunció que la vacuna contra el Covid-19 que se desarrolla en el país será convertida en un “bien público global”.
En el Libro Blanco también hace referencia a la “estigmatización” y “politización” del virus refiriéndose indirectamente al trumpismo que habla del “virus chino” y toda su sinofobia. En el documento se señala que el enemigo común de la humanidad es el virus y que ningún país asilado puede derrotarlo. China llama a comunidad internacional a “abandonar el prejuicio y la arrogancia” y convoca al “espíritu de solidaridad, cooperación, responsabilidad y dedicación” para ganarle a la pandemia.
El documento culmina llamando a construir un sistema de salud global eficiente y sustentable para el beneficio de la humanidad.
China durante décadas ofreció a la globalización mano de obra barata primero y el acceso al mercado más grande del mundo después. A cambio logró un crecimiento y desarrollo tecnológico extraordinario y sin precedentes. Así como no se puede seguir midiendo el éxito de China por su PBI (como en las décadas anteriores), la pandemia también obliga a China a jugar otro rol ante la crisis de la globalización realmente existente. Hoy el gigante asiático pretende brindar al mundo estabilidad local y una nueva mirada global.
Con la pandemia Estados Unidos se desangra internamente a partir de las venas abiertas a lo largo de su historia y desarrolla una política exterior a puro patoterismo impotente. Por su parte Europa profundiza su crisis imposibilitada de definir un norte estratégico. En este contexto China demuestra que sobrevive parcialmente al caos global mientras reformula un horizonte global con otros valores. Habrá que ver si consigue los socios imprescindibles para lograrlo.
De Mataderos vengo. Escribo sobre el mundo mientras lo transformamos. Estudié filosofía en la UBA. Integrante del Instituto Democracia.