Estudios de televisión saturados de personas. Protocolos no hechos, o tarde. Baños sin agua y hasta termómetros que no andan ponen en riesgo a los trabajadores de prensa, en un problema que se incrementa día a día. ¿Cuál es el papel de los dueños de los medios? ¿Qué hay entre lo que demanda el Mercado, la salud de la población y la información indispensable?
El ícono de Whatsapp de Wilfredo es un listón de luto. El aire de Radio Activa cortó su programación desde la noticia. Es que su compañero, Alfredo, fue el primer periodista en morir a raíz del Covid-19.
─Alfredo era un incansable. Con él no existía el “no tengo tiempo”. Levantó la bandera de los más necesitados y luchó contra los talleres clandestinos, ayudando a promulgar leyes a favor de los trabajadores textiles.
Además de un trabajador esencial, era un ser humano comprometido y un activista por los derechos de la comunidad boliviana a la que pertenecía y defendía. Como sus colegas, Alfredo se expuso siempre al contagio. Cuando empezó a tener fiebre dejó de ir a la radio donde trabajaba en el barrio de Mataderos, para evitar la posible transmisión del virus. Unos días después recibió la noticia: tenía coronavirus. La temperatura alta lo llevó a una internación. Luego, un coma inducido. Su partida fue el 7 de julio a las 00:07, a raíz de una infección hospitalaria.
El caso de Alfredo fue, hasta ahora, el más dramático; pero no el único. Los episodios en los medios se multiplican minuto a minuto. El concepto de los periodistas como “esenciales” pareciera no diferenciar entre información indispensable, complementaria y entretenimiento.
Conseguir el testimonio de los colegas no fue fácil.
─Nadie te va a querer hablar, por miedo a represalias.
─Hay un canal de aire que tiene más de 20 positivos y obligó a ir a trabajadores hasta último momento, te puedo pasar un contacto pero no me nombres.
Si algo tenemos los periodistas es grupos de Whatsapp entre nosotros. Todos de diferentes medios y con la más amplia mirada. Y, créame, que si hay algo difícil es que esos grupos estén en silencio. Pero esta vez, increíblemente, el silencio era lo que reinaba. Los pocos trabajadores que accedieron a hablar fue en off. El miedo al contagio es tan fuerte como a perder el trabajo.
Voces detrás de voces (productores de radio y televisión)
El primer caso en un importante multimedio de la capital bonaerense fue en marzo. Una movilera de radio se contagió, pero para la empresa nada cambió.
─Nos obligan a ir y ni siquiera nos daban protección. Ahora, en la revista, solo van los editores; pero en la radio todo igual, cuenta una periodista del medio.
En otro medio A no muchas cuadras de ahí, un productor de FM dio positivo. “Desinfectaron, le dieron teletrabajo a los que trabajaban con él y el resto como siempre. Pero lo paradójico es que los productores, operadores y personal de limpieza (tres chicas para toda la radio), están en AM Y FM, que funcionan en el mismo espacio físico. Ahora pusieron una chica a tomar la fiebre con un termómetro que no anda. Y no hay agua en los baños hace cuatro años”, revela una de las redactoras.
Una productora radial de un medio nacional, que no hace mucho agregó su versión para oyentes pasó, junto con sus compañeros, más de una semana sin saber su estado de salud y obligada a ir a trabajar. Uno de sus compañeros fue contacto estrecho con uno de los casos de COVID-19 positivo más conocidos del país.
─El día que se supo lo hicieron ir a la radio. Estuvo reunido conmigo varias horas, sin saber si estaba infectado o no.
Y agrega que como es acreditado en un edificio gubernamental, iba al trabajo una vez por semana y el resto por teléfono. Ese día le habían pedido que empiece a ir a diario. Tenían que juntarse a diseñar trabajos. Mientras pasaba eso, su contacto estrecho daba positivo y salía en todos lados. Como el resultado tardó, pasó una semana yendo a laburar, sin saber si estaba contagiada.
La productora explica que una de las causas de este fenómeno de multiplicación de contagios se debe, básicamente, a la precarización laboral.
─Todos tenemos varios trabajos. Hay que estar en muchos lugares y con mucha gente, por lo cual el aislamiento se complica.
La productora trató de pensar en formas de combinar el teletrabajo con la presencialidad, pero no fue escuchada. “Armé un plan de contingencia para mantener el servicio informativo, con la mayoría del personal trabajando remoto y solo dos personas en el lugar, pero se me cagaron de risa en la cara”, dice.
Enterarse al aire que tu compañero no te cuidó
Un periodista de primera línea aparece un día en la radio con barbijo preguntando cómo se hacía el hisopado. De igual manera, siguió concurriendo al lugar de trabajo varias jornadas más, sin volver a referirse al tema . A los pocos días, este periodista dice al aire que era positivo.
Luego de eso, se activó un protocolo y se cerró el edificio. Se hicieron hisopados en tandas y se aumentaron los casos de teletrabajo. Pero ya era tarde. El aislamiento con sus contactos estrechos llegó casi una semana después. En ese tiempo, los trabajadores compartieron espacios y usaron el transporte público.
─La radio tomó las medidas necesarias, pero a destiempo. Lo que se cree es que él (el conductor) no cuidó a sus compañeros, no fue responsable, contó un trabajador del medio.
La calle es su lugar
Barbijos, lanzas, guantes, alcohol en gel y desinfectante son las armas de los movileros en la calle. “Como el personal de Salud y Seguridad, estamos en la primera línea. En barrios vulnerables y lugares donde el virus circula muchísimo y nosotros hacemos lo que podemos”, cuenta un movilero que trabaja en una radio de las más importantes del país.
Otro movilero de televisión cuenta que en el medio donde trabaja no hay ningún tipo de rotación y que los cuidados corren por cuenta de cada uno.
─Hay más riesgos en el estudio que en la calle. Nuestros compañeros van migrando constantemente. Hay mucho más tráfico de gente sin aislamiento en el piso. Estamos frente una enfermedad mortal, sin cura ni vacuna hasta ahora, por lo que ninguna empresa tiene excusa para mandarte a correr riesgo de vida.
La caída del sol marca el fin de la jornada laboral para el movilero. El regreso a casa se hace largo.
─Hay demasiados esenciales en la calle, ironiza.
En el camino tiene que pasar a comprar medicamentos y alimentos para sus viejos. No los va a ver. Están grandes y sabe que son factor de riesgo. Dejará todo en la puerta, luego de tocar el timbre. Apenas un bocinazo de lejos y una mueca de resignación, que trata de ser sonrisa.
Todavía falta llegar a su hogar, evitar el abrazo de los hijos, sacarse la ropa e ir directo al baño.
─Te dejo porque esto es la parte más difícil, abrazo.
Ese trabajador esencial parece zafar un día más. Se ganó el derecho de ser sólo un ser humano, aunque sea hasta mañana.
Soy periodista de Lomas de Zamora. Parte del ruido del Conurbano, por azar y convicción.