Algunos progresistas bien intencionados se indignan con el resultado de las elecciones: que la autovía de montaña, que la Policía de Córdoba, que la soja y el desmonte que se llevaron puesta la salud ambiental de nuestra pampa húmeda, que las trabajadoras precarizadas del Polo de la Mujer. Crédito parcial para todos ellos: tienen razón. Pero en política con tener razón no alcanza. Y las claves de la victoria de Juan Schiaretti lejos están de encontrarse en hipótesis de derechización o indiferencia social. Por el contrario, las explicaciones pueden ser un poco más complejas y recogen desde cuestiones estructurales como la crisis económica nacional, cuestiones políticas: sistema de votación, cantidad de listas oficializadas y espacios políticos que esas listas representaban, y cuestiones simbólicas.
Al momento de escribir esta nota están escrutadas el 98,82% de las mesas y el porcentaje de votos de la fórmula Schiaretti–Calvo ya trepó al 53,97% de los votos, convirtiendo a esta elección en una elección que marca un antes y un después en la historia de Córdoba en cuanto a resultados, diferencias y porcentajes. Pero también en cuanto a conceptos, mensajes y emociones. Porque la política, se sabe, también es el arte de lo que conmueve.
Juan Schiaretti será por tercera vez gobernador de la provincia representando ahora la sexta victoria consecutiva para la Casa de Gobierno del espacio justicialista (antes Unión por Córdoba, actualmente Hacemos por Córdoba luego de la incorporación de algunos intendentes radicales y del Partido Socialista). El portador del porcentaje de votos histórico para gobernador es Eduardo Angeloz, quien obtuvo el 55,8%. Quizá al cierre de esta jornada Juan lo supere o quizá quede pegado a ese porcentaje. Lo cierto es que la mayoría es abrumadora y si de récords hablamos es preciso mencionar que la diferencia entre el primero y el segundo es la diferencia histórica más grande registrada en Córdoba. Por debajo de Juan se ubica el re-patriado cambiemita, una de las caras radicales más conocidas de la provincia, padre abandónico de la Lista 3: Mario Negri, con un escueto 17,78%.
Mientras que en las legislativas de 2017 el espacio de Cambiemos se impuso con el 48,47% de los votos, su expresión más cercana en la actualidad (Córdoba Cambia) se depreció en 30 puntos en tan solo dos años. Para no anticipar octubre, es preciso destrabar algunos datos sobre este punto: el kirchnerismo cordobés no oficializó su lista pura. Una noche antes del cierre, Pablo Carro definió que no se presentaría. Si bien ninguno de estos movimientos es automático, hay un 10% histórico que representaba el kirchnerismo que se tuvo que volcar hacia algún lado. Ese lado no fue, evidentemente, ninguna de las expresiones de la izquierda trotskista que decrecieron todas en sus porcentajes respecto de 2017.
Pero el dato más importante lo representa la inminente partición de la Alianza Cambiemos que dio por resultado la oficialización de dos listas: la fórmula Negri-Baldassi por Córdoba Cambia, y la fórmula Mestre–Briner por Unión Cívica Radical (UCR). Los resultados de ambas listas sumados (28,72% aproximadamente) representan una depreciación de 20 puntos respecto de lo que, juntas, habían sacado en 2017. Y, el dato más interesante, este resultado del segundo y tercer lugar sumados es solo la mitad de lo que estaría obteniendo Juan Schiaretti. Evidenciando que cuando un espacio político se debilita al punto de partirse, no hay una división de bienes porcentual automática: en el medio lo construido simbólicamente se pierde o se daña y la expresión electoral de eso es el desinterés social por votarlos.
Por su parte Ramón Mestre fue, a las claras, el gran perdedor de la noche. Mestre es actualmente el intendente de Córdoba Capital, el distrito más grande de la provincia, donde se concentran más de un millón de votantes (38% de los electores habilitados, aproximadamente). No solo eso, sino que esta es su segunda gestión, es decir que viene gobernando el distrito numéricamente más potente de la provincia desde el año 2011. Así su desempeño en el cargo obtuvo un magro 10% en Córdoba y, en particular, en Capital bajó hasta el 8,93%. Nunca antes en la historia de Córdoba la UCR había sacado un porcentaje menor al 20%, por lo cual la devaluación al 10% con Mestre a la cabeza, también marca un punto de inflexión en el radicalismo cordobés.
Sobre el Estado y el mercado
“Quiero ratificar que nosotros somos, como proyecto político, la expresión de un Estado. De un Estado que no es una carga para el sector privado, que no compite con ellos sino que lo impulsa para que dé más trabajo y haya más inversiones y producción. Pero reivindicamos también la presencia de un Estado fuerte porque el único garante de la justicia social es la acción del Estado, queridas cordobesas y cordobeses. No hay derrame del mercado que garantice la justicia social. En nuestra Córdoba los cien mil ochocientos créditos a tasa de interés cero para que las familias puedan hacerse en estos años la pieza o el baño que le falta no se las dio el mercado, se las dio el Estado para hacer realidad la justicia social. Los doscientos cuarenta mil niños y jóvenes que están en los comedores escolares no están allí por el derrame del mercado, están por la decisión del Estado. Los doscientos mil chicos de cero a once años que reciben la leche para que no les falten proteínas, todos los días tampoco la recibieron del mercado, sino de la acción del Estado. Lo mismo que los quinientos mil cordobeses que están en la situación más crítica que tienen la tarjeta para comprar alimento, lo mismo que las Salas Cuna. Lo mismo, en definitiva, que todos aquellos que para poder capear la crisis, para poder comenzar a mejorar necesitan del Estado como lo necesitan los más de cuarenta mil jóvenes, mujeres, hombres y profesionales que están bajo programas de empleo gracias al Estado cordobés y a los empresarios cordobeses.”
Los análisis económicos pertinentes a esta elección exceden completamente las motivaciones de esta nota, no obstante es preciso destacar que en medio de una crisis económica que golpea de lleno el bolsillo de las familias, existe un gobierno que contiene. En medio de la desorientación económica del gobierno nacional, Juan Schiaretti propone al Estado como el único garante posible del cuidado de la ciudadanía. Y lo que sostiene con políticas, lo refuerza con palabras. El circuito político hace su recorrido y llega al punto de línea: tocar una emocionalidad que remite al cuidado, en un contexto nacional que nos remite al miedo.
Significantes no tan vacíos
Pero a decir verdad la potencia del Estado no fue su caballito de batalla durante toda la campaña. El concepto que vimos, discutimos, hablamos y repetimos, escuchamos una y otra vez y de él se formularon un sinfín de metáforas fue: progreso.
La demostración electoral de la construcción de hegemonía del justicialismo no se explica solo por las condiciones económicas y las condiciones para sufragar, sino también por la posibilidad de articular una comunidad y una visión de futuro bajo la columna estructurante del progreso.
“La Córdoba del progreso” nos remite a cada uno de nosotros a algo diferente, pero lo cierto es que viene a nombrar la falta, viene a nombrar de alguna forma el deseo. En un contexto de crisis no solo económica, sino también afectiva de la política. Es muy poca la gente que se emociona cuando habla un dirigente de Cambiemos, no son dirigentes diseñados para eso, funcionan para otras tareas. Pero las personas también (y me atrevería a decir: ante todo) necesitamos que la política nos conmueva. No alcanza con la obra de circunvalación, ni con los kilómetros y kilómetros de asfaltado, iluminación led y cordón cuneta en toda la provincia, si algo de todo eso no nos hace sentir parte de, no nos hace sentir que somos, no nos mueve una fibra interna que es la que, finalmente, activa la mano que hace la tilde en la boleta única.
Duranbarbista de izquierda.